Aristóteles y el Liceo
1.4 El Liceo
Mientras Alejandro Magno se preparaba para las campañas militares contra Persia, Egipto y el Indo, Aristóteles regresó a Atenas, que estaba sometida. Al volver de la Academia, fundó una nueva escuela. Sus investigaciones lo habían distanciado de las posiciones platónicas. En los jardines del santuario dedicado al dios Apolo Lokeios, estableció un centro alternativo a la Academia.
ESCRITOS ESOTÉRICOS: Son transcripciones o apuntes de las lecciones que Aristóteles impartía a los estudiantes del Liceo. Son escritos difíciles, solo accesibles para los indicados.
ESCRITOS EXOTÉRICOS: Se supone que son diálogos de carácter lúdico y divulgativo que Aristóteles escribía para el gran público. No obstante, no podemos afirmar nada con certeza acerca de ellos, dado que no se han conservado.
Crítica a la Teoría de las Ideas
Para Platón, la auténtica realidad es el mundo inmutable y perfecto de las ideas. Aristóteles, tras distanciarse de su maestro, desarrolló una crítica abierta y un rechazo a esta teoría. Los inconvenientes que Aristóteles advertía en la teoría platónica son:
- Si el mundo sensible y material que nos rodea solo se explica como una copia imperfecta de las ideas, es lógico suponer que todo lo que existe tiene un modelo perfecto en el mundo ideal. Aristóteles no admite la existencia de ideas perfectas de todo lo malo y negativo que hay en el mundo.
- Aristóteles no puede aceptar que la esencia de una cosa, su causa, exista separada de la cosa misma.
- Aristóteles descubre que la teoría de las ideas de Platón no consigue explicar ni dar razones de aquello que es más característico del mundo material y sensible: el movimiento y el cambio.
2.1 El Problema del Cambio
Una de las principales preocupaciones de los filósofos fue encontrar una explicación racional de lo que los rodea. Según Aristóteles, Platón solo había superpuesto las dos concepciones, sin llegar a integrarlas. Consideró que su respuesta no era una auténtica explicación de la naturaleza y el cambio. Para entender su explicación del cambio, primero es preciso conocer su concepción de la realidad.
2.2 La Realidad Sustancial
La concepción metafísica de la realidad que sostiene Aristóteles es muy sencilla: la realidad, aquello que es y existe, es lo que Aristóteles denomina sustancia. Para Aristóteles, todo lo que nos rodea son sustancias y constituyen la única y auténtica realidad. Toda sustancia es algo concreto y, por tanto, se encuentra en un lugar y en un momento determinados, es decir, forma parte del mundo sensible y material. No obstante, no por ello debemos pensar que esta realidad sustancial se identifica con el mundo sensible de Platón. La realidad sustancial constituye una síntesis de los dos mundos platónicos. Toda sustancia es un compuesto de materia y forma. En los individuos concretos, se pueden encontrar dos dimensiones que se corresponden con las dos realidades que postulaba Platón: la materia, componente físico, y la forma, conjunto de cualidades específicas de una cosa que hacen que sea aquello que es. Son escindibles teóricamente, mediante un proceso de abstracción. Materia y forma constituyen un compuesto inseparable.
2.3 Potencia y Acto
Aristóteles rechazaba tanto la concepción del ser de Parménides como su negación del cambio natural propio de todas las cosas. El error de Parménides radicó en el hecho de no haberse dado cuenta de que existen diversas maneras de ser o no ser. Esta distinción entre no ser relativo y no ser absoluto nos lleva a una diferencia aristotélica fundamental: potencia y acto.
- Potencia: Capacidad que posee la materia de una sustancia de asumir o recibir una forma diferente de la que tiene.
- Acto: Realidad actual de cualquier sustancia y es la forma particular que ha recibido la materia, siempre es consecuencia de la actualización de una potencia.
Este binomio acto y potencia es lo que hace posible explicar el fenómeno físico del cambio, la adquisición de una nueva forma por parte de la materia.
2.4 Las Cuatro Causas
El concepto de causa que emplea Aristóteles es muy diferente del que utilizamos en la actualidad. Todo aquello que es necesario para que se produzca un fenómeno es una causa: aquello de lo que está hecho (materia), sus cualidades esenciales (forma), el ejecutor (causa eficiente) y el objetivo que persigue (finalidad). La causa final es posiblemente la de mayor importancia. Para Aristóteles, todo en la naturaleza tiende a un fin: mejorar y perfeccionarse, actualizando sus potencias. Esta concepción teleológica o finalista de la naturaleza se convertirá en la concepción predominante durante la Antigüedad y la Edad Media.
2.5 De la Cosmología a la Teología
Según la física aristotélica, tanto si el movimiento es rectilíneo como circular, en ambos mundos el movimiento necesita un motor que lo produzca. Aristóteles deduce la existencia de un primer motor inmóvil. Esta sustancia inmóvil, que es la causa primera del universo, es acto puro. Potencia es sinónimo de movimiento, y el motor inmóvil ha de estar exento de él. El primer motor también es forma pura sin materia. El primer motor mueve como causa final, y no como causa eficiente, ya que todo el universo se mueve y transforma por la atracción y el deseo de aproximarse a esta perfección. Este primer motor es Dios, a pesar de que no se pueda identificar con un dios personal y creador del mundo.
3.2 Teoría del Conocimiento
Aristóteles no aceptó la existencia innata de las ideas. Todo aquello que lleguemos a conocer lo iremos adquiriendo mediante la información que nos proporcionen los sentidos y las demás facultades humanas. Confía en la posibilidad humana de alcanzar un conocimiento seguro, estable y universal. No es osado afirmar que coinciden en el optimismo. Se concreta en dos concepciones del proceso de conocimiento muy diferentes. El dualismo ontológico de Platón comporta un alejamiento y una infravaloración de lo sensible, pues en la epistemología platónica es sinónimo de apariencia. Aristóteles piensa que estas son las únicas que nos pueden acercar al auténtico conocimiento. Los sentidos vuelven a considerarse valiosos. Con los sentidos captamos el objeto concreto, a partir de estas imágenes concretas, llegamos a la forma, a la idea, al concepto universal de templo, que es lo único que puede proporcionar conocimiento objetivo y universal.
4.1 El Ser Humano
El ser humano es un ser animado, es decir, tiene alma. Alma y vida son dos conceptos cercanos y prácticamente sinónimos. El alma es lo que da vida a la materia o cuerpo y, por ello, su posesión distingue a los seres vivientes de los seres inertes. El humano está constituido por un alma. Aristóteles mantiene una postura dualista, considera que el ser humano es un compuesto de alma y cuerpo, de forma y materia, de acto y potencia. El alma es el principio vital, aquello que da vida y energía al cuerpo. Existen tres tipos de alma que cumplen tres funciones diferentes: alma vegetal, alma sensitiva y alma racional.
4.2 Ética: La Búsqueda de la Felicidad
La ética es un saber práctico que trata de la manera en que han de organizar sus vidas los humanos para ser felices. En los animales, según Aristóteles, determina su comportamiento y su forma de actuar. El ser humano está dotado de alma racional. La ética de Aristóteles tiene una importante dimensión teleológica. Actuamos buscando un bien, ya sea ganar dinero, vivir tranquilos u obtener fama y reconocimiento social. Son objetivos que solo en apariencia son bienes, pues en realidad se trata de medios para alcanzar otros objetivos, de modo que tienen un carácter meramente instrumental. La felicidad es un bien que se busca por sí mismo y no por otro. Según Aristóteles, la felicidad es el bien supremo, deseable por sí mismo y que no se subordina a ningún otro. No obstante, si nos preguntamos en qué consiste la felicidad, nos damos cuenta de que cada uno la encuentra en un lugar diferente. Aristóteles sostenía que la finalidad propia de cada cosa radica en aquello que le corresponde según su naturaleza y le hace actualizar sus posibilidades o potencias. En el ser humano, lo más característico y natural es la racionalidad, por ello su felicidad consiste en llevar una vida contemplativa dedicada al saber.
4.3 Virtudes Dianoéticas
En la actividad racional, en la actualización de sus potencialidades intelectuales, el ser humano encuentra la más completa felicidad. El arte es la capacidad de saber producir de manera racional. La sabiduría es la comprensión teórica de la realidad mediante la razón contemplativa. La ciencia es el conocimiento objetivo de aquello que es universal y necesario y que, por tanto, es demostrable. La inteligencia intuitiva es la habilidad para captar los principios más generales o axiomas de la ciencia.
4.4 Las Virtudes Éticas y el Término Medio
Las virtudes éticas están relacionadas con el modo de actuar en el mundo, con el control de las pasiones y los deseos. La pauta ética más adecuada es buscar siempre el término medio, la moderación en todos los aspectos del comportamiento. Aristóteles va aplicando la norma del término medio a un gran número de virtudes, como la amabilidad, la veracidad, la justicia… Considera que solamente la prudencia y la razón de cada uno garantizan la elección correcta del término medio.
5 La Organización Política
Son ámbitos inseparables: la ética conduce a la política y vehicula el ideal ético. Ética y política tienen el mismo objetivo: el bienestar y la felicidad humana.
5.1 El Ser Humano, un Animal Político
Para Aristóteles, el ser humano es, por su naturaleza y condición, un ser esencialmente político. Significa que es en el seno de la comunidad donde el ser humano puede realizarse como tal y desarrollar todas sus posibilidades. Este carácter social de la especie humana hace que las personas necesiten el marco de la sociedad para desarrollarse como tales.
5.2 Los Regímenes Políticos
Aristóteles analiza la realidad política de su tiempo. Niega la posibilidad de un Estado Perfecto, al contrario de lo que había defendido Platón. Es imposible establecer un orden general válido para todos. Cada comunidad debe encontrar la organización que se adapte mejor a sus necesidades y recursos. Por eso hay ciertas diferencias entre unos regímenes y otros. Según Aristóteles, lo más importante para que la vida social sea satisfactoria y los ciudadanos vivan felices es la estabilidad, y esta solo puede conseguirse si se evitan los extremos. Cree que la mejor comunidad es la de clase media.
1.2 Aportaciones
Los pensadores cristianos acuñaron nuevos conceptos e ideas sobre temas que ya habían preocupado a numerosos filósofos. El cristianismo aportó una visión del mundo o cosmogonía, una nueva visión de la divinidad o teología, una visión del ser humano o antropología, y una nueva reflexión sobre la moral o ética.
1.3 La Patrística
Una de las primeras tareas de los pensadores cristianos fue hacer entender el mensaje cristiano y diferenciarlo de otros pensamientos a partir de los Evangelios. La propagación de la fe exigía interpretar bien los textos bíblicos. Era necesario evitar todo tipo de herejías. Los pensadores cristianos que desarrollaron todas estas tareas son los Padres de la Iglesia. El período en el que las llevaron a cabo se llama patrística, y a ellos se los suele llamar apologistas o defensores del cristianismo. Los Padres se centraron en la formulación doctrinal de las creencias cristianas. Distinguen dos vertientes: Patrística latino-occidental y la patrística greco-oriental.
2.1 Un Hombre entre Dos Épocas
San Agustín vivió entre el maniqueísmo y el escepticismo. El cambio más radical en su vida se produjo cuando, después de escuchar atentamente diferentes sermones de san Ambrosio en la catedral de Milán, se convirtió al cristianismo. Fue consagrado sacerdote y luego obispo de Hipona. La obra de San Agustín es el puente entre un mundo agonizante y un mundo nuevo cuyas bases fueron establecidas por él. Su pensamiento es el resultado de la confluencia de cuatro factores: el proceso de degeneración de las filosofías helenísticas, la aparición de una filosofía de gran calidad y rigor, la aparición del pensamiento cristiano, un pensamiento joven y lleno de vitalidad, con un mensaje de salvación para todos los seres humanos, y el rápido proceso de hundimiento moral y político del milenario mundo hasta entonces vigente: el mundo romano.
2.2 Demarcación entre el Neoplatonismo y Cristianismo
A pesar de que la filosofía neoplatónica habla de Dios y afirma que todo procede de él y que el hombre desea reencontrarse con la divinidad, describe el proceso de emanación desde Dios hasta la naturaleza como un hecho necesario en el que no interviene la voluntad del creador.
2.3 Razón y Fe
San Agustín se preguntó cómo llega el ser humano al conocimiento de las más profundas verdades. Adoptó el escepticismo, pero después consideró que este, en cierta manera, se auto superaba, pues quien duda al menos sabe que duda. San Agustín siguió reflexionando sobre las posibilidades y los límites del conocimiento. Creía en la posibilidad de acceder a un conocimiento sensible. San Agustín reconocía que la razón y la fe teóricamente pertenecen a ámbitos diferentes, pero consideraba que ambas contribuyen a alcanzar el gran objetivo del hombre. La razón ayuda al ser humano a obtener la fe, es decir, lo prepara, y la fe orienta y guía a la razón. Para San Agustín, el camino hacia el conocimiento superior, el de las verdades eternas donde confluyen razón y fe, se inicia con la experiencia interior. Mediante este proceso, el ser humano recibe una iluminación divina. La iluminación divina es imprescindible para acceder al más elevado conocimiento, al que es denominado como la sabiduría, y afirma que el alma no se siente satisfecha hasta que no alcance esa sabiduría.
2.4 Dios y el Mundo
Según Aristóteles, todas las cosas del mundo tienen en Dios sus correspondientes ideas ejemplares desde la eternidad. Esta teoría agustiniana representa una cristianización tanto del pensamiento de Platón como del de Plotino. San Agustín busca conciliar la cultura indoeuropea, el mundo material y corpóreo ha sido creado, y todas las cosas creadas son contingentes y tienen su causa en Dios. Las cosas del mundo son importantes solo porque encarnan el modelo que existe en la mente divina. Junto con el mundo material, fue creado el tiempo. San Agustín muestra perplejidad ante la inmensidad de los asuntos que se plantea. Llega a considerar que ni el pasado ni el futuro existen, solo el presente tiene existencia real, ya que el pasado solo existe en el presente que lo recuerda y el futuro solo en el presente que lo imagina.
2.5 Visión del Ser Humano
San Agustín interpreta al ser humano según el modelo dualista platónico: el hombre es un alma inmortal que ocupa y se sirve de un cuerpo mortal. Esta alma está dominada por el cuerpo. Todo ser humano tiene la marca del pecado original, el pecado cometido en el origen de la creación por Adán y Eva. San Agustín trata esta temática en su libro De libero arbitrio, sobre el libre albedrío. A partir de las reflexiones de este pensador, este tema iba a ser una cuestión abierta y constante en toda la historia del pensamiento occidental. Libertas es el anhelo de amar el supremo bien y de satisfacer así la búsqueda humana de la felicidad. Dios es el bien supremo. Cuando el ser humano anhela a Dios y ama a Dios, hace pleno uso de su libertad. Liberum arbitrium consiste en la capacidad de decidir libremente, es una capacidad frágil y debilitada como consecuencia del pecado original. Solo puede elegir y hacer el bien si recibe la gracia divina.
2.6 Concepción de la Historia
El saqueo y la caída de Roma fueron vistos por muchos paganos como un castigo de los antiguos dioses romanos por el abandono de las viejas tradiciones religiosas. San Agustín comenzó a escribir su obra La ciudad de Dios, en la que critica los argumentos a favor de las viejas divinidades. San Agustín fue ampliando la temática del libro, hasta convertirlo en una completa concepción cristiana de la historia. La ciudad de Dios fue uno de los libros que tuvo mayor influencia durante toda la Edad Media, ya que define las relaciones entre los poderes de la Iglesia y los del Estado. La auténtica ciudad o comunidad de los elegidos por Dios es invisible. El conflicto que cada individuo sufre entre el amor a Dios y el amor a las cosas del mundo es una reproducción del viejo conflicto entre Abel y Caín, que aparece en la Biblia. Este libro se interpretó como si Iglesia y Estado fueran dos ciudades que, son de tal naturaleza que el Estado solo puede formar parte de la ciudad de Dios si se somete a la Iglesia en todas las cuestiones fundamentales. El Estado debe seguir los principios de la Iglesia.