Karl Marx: La Praxis y la Transformación Social
Para Marx, el auténtico conocimiento es la praxis, la actividad teórico-práctica a través de la cual el ser humano transforma la realidad. La praxis sigue un proceso dialéctico que implica utilizar el entendimiento que transforma racionalmente la realidad en la mente o pensamiento como actividad teórica, para después aplicar la sensibilidad activa que transforma empíricamente la realidad en algo racional de forma concreta, la actividad práctica. Por ello, sólo se podrá afirmar la verdad de lo pensado cuando se haya realizado en el mundo. Toda teoría únicamente especulativa (abstracta) de la realidad es, por tanto, falsa (“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”). Según Marx, el ser humano se realiza como tal al transformar la realidad y humanizarla haciéndola racional, cumpliendo su praxis. En Marx, la realidad externa existe como forma social producida por el trabajo humano y no como algo natural. Además, Marx afirma que las relaciones sociales (de esclavitud, de vasallaje, de explotación, de igualdad) son relaciones existenciales, pues posibilitan y condicionan concretamente la existencia de cada individuo y de ellas depende cómo será su vida. Una sociedad será justa si permite a todo ser humano cumplir libremente esta praxis desarrollando con ello su racionalidad en condiciones de igualdad.
Marx sostiene que la realidad se construye en la relación dialéctica entre el ser humano y la naturaleza, en un proceso de producción histórico-social. La realidad, por tanto, es la realidad social, la sociedad, y es estudiada por el Materialismo Histórico. Toda sociedad se compone de una base económica y una superestructura, donde la relación entre ambas es dialéctica, influenciándose mutuamente.
La base económica puede cambiar cuando surgen contradicciones que llevan a la crisis de la sociedad. Estas contradicciones son negatividades surgidas del sistema y se traducen en condiciones necesarias para la transformación social, tanto objetivas como subjetivas.
Frente a la toma de conciencia de la injusticia del sistema, la superestructura genera mecanismos de defensa, como la Ideología, que es una falsa conciencia que justifica y mantiene la realidad, impidiendo su transformación. La religión es una forma de Ideología que aliena al ser humano al prometer una realidad ultraterrena que justifica la irracionalidad de la realidad concreta.
La tarea de la filosofía, según Marx, es analizar la realidad social concreta, particularmente el Capitalismo, donde el ser humano no puede desarrollar libremente su praxis. En la sociedad capitalista, la división en clases sociales, especialmente entre burguesía y proletariado, crea una contradicción fundamental que conduce a la lucha de clases.
La explotación en el Capitalismo se fundamenta en la Alienación en el trabajo, donde la praxis del trabajador es utilizada para beneficio del capitalista, manteniendo la opresión y explotación. Por lo tanto, es necesaria la superación del capitalismo mediante la Revolución, que permitirá la emancipación del proletariado y el comienzo de una nueva era donde los sujetos podrán ser verdaderamente libres.
Immanuel Kant: La Razón Pura y la Ética del Deber
Kant aborda una crítica de la Razón para responder a la pregunta fundamental sobre qué podemos conocer. Para ello, analiza la Razón Pura en su obra Crítica de la Razón Pura.
Comienza examinando cómo es posible la ciencia, ya que para Kant, la ciencia implica un conocimiento seguro. Identifica dos condiciones para los juicios científicos:
- Empíricas
- Trascendentales o a priori
Se centra en estas últimas, que son anteriores a la experiencia y necesarias para todas las ciencias. Los juicios científicos son sintéticos a priori, que amplían nuestro conocimiento sin depender de la experiencia, siendo universales y necesarios.
Estudia las tres facultades de la Razón:
- Sensibilidad
- Entendimiento
- Razón
La Sensibilidad posibilita las intuiciones puras, como el espacio y el tiempo, que son condiciones para la percepción. El Entendimiento emplea las categorías puras, vacías de contenido empírico, para comprender lo percibido. Estas categorías posibilitan juicios sintéticos a priori en la física.
Kant distingue entre:
- El fenómeno: lo que percibimos y comprendemos
- El noúmeno: la cosa en sí que no podemos conocer
La ciencia se limita a los fenómenos, mientras que el noúmeno es incognoscible.
Finalmente, Kant estudia la Razón y la posibilidad de la Metafísica como ciencia. Reconoce la tendencia de la Razón a buscar un saber incondicionado más allá de la experiencia, pero señala que aplicar las intuiciones y categorías sobre objetos no empíricos conduce a contradicciones. Las ideas metafísicas como Dios, alma y mundo expresan el ideal de la razón, aunque son inalcanzables.
Kant distingue entre dos tipos de sistemas éticos:
- Las éticas materiales
- La ética formal
Critica las éticas materiales por ser empíricas, basadas en la experiencia, estableciendo un Bien dependiendo de algún fin externo, lo que conlleva una moral heterónoma. En contraste, defiende la ética formal, que es a priori y universal, sin depender de la experiencia, con preceptos categóricos y una moral autónoma, determinada por la razón del sujeto.
Según Kant, la ética debe basarse en el deber establecido por la razón de forma a priori y universal. La buena voluntad, que implica realizar el deber por el puro deber, es fundamental para la moralidad de una acción. El imperativo categórico establece la forma de establecer normas morales, siendo imperativo por su carácter obligatorio y categórico por ser independiente de cualquier condición.
Kant formula varias versiones del imperativo categórico, destacando dos:
- La formulación de la ley universal
- La formulación del respeto por la humanidad como fin en sí misma
Cumplir con el imperativo categórico construiría el Reino de los Fines, donde cada individuo es tratado como un fin en sí mismo.
Además, Kant postula tres supuestos de la razón práctica:
- La libertad
- La inmortalidad del alma
- La existencia de Dios
La libertad es necesaria para vencer nuestras inclinaciones y actuar por deber. La inmortalidad del alma es necesaria para cumplir constantemente con el deber moral. Y la existencia de Dios garantiza la conexión entre virtud y felicidad, que no se da en esta vida.
Friedrich Nietzsche: La Crítica a la Metafísica y la Moral
Nietzsche critica la filosofía griega por su intento de hacer tolerable la dura realidad de la existencia, representada por Dionisos, a través de la creación de un mundo ilusorio de belleza, simbolizado por Apolo. Sostiene que Sócrates y Platón interrumpieron esta síntesis entre lo apolíneo y lo dionisiaco al exaltar excesivamente la razón. Platón, al idear un mundo de ideas verdaderas opuesto al mundo sensible, contribuyó a esta distorsión al considerar el lenguaje y la razón como entidades autónomas, en lugar de herramientas al servicio de la vida.
Este error condujo al surgimiento de la metafísica y la ciencia, que, según Nietzsche, son saberes vacíos que han sofocado la espontaneidad de la vida con abstracciones formales. También critica la moral antinatural de Sócrates y Platón, que reprimía el cuerpo, las pasiones y los instintos en favor de la razón exclusivamente. Además, señala que el cristianismo acentuó la división entre razón y vida al proyectar valores en un Dios trascendente, negando así al hombre y a la naturaleza.
Nietzsche sostiene que mientras la moral antigua era una moral de señores, basada en la nobleza y la aristocracia, el cristianismo impuso una moral de esclavos, caracterizada por el resentimiento hacia lo fuerte y elevado, promoviendo la obediencia, el sacrificio y la sumisión. Finalmente, critica a Kant por su ética del deber, que, según él, aplastó la sensibilidad bajo una ley formal y abstracta.
Nietzsche critica la metafísica tradicional, especialmente arraigada desde Platón, que considera como verdadera realidad a las esencias, concibiendo la realidad como algo estático e inmutable. Este enfoque surge del resentimiento y temor hacia la vida, donde los filósofos rechazan la realidad tal como es y buscan refugio en un mundo superior de esencias. Este impulso, llamado “Voluntad de Verdad”, utiliza la razón para afirmar la supremacía de las esencias y lo estático, vengándose así del devenir de la realidad y la vida.
En contraposición, Nietzsche defiende la realidad como un devenir sin finalidad ni meta, una realidad cambiante y múltiple que se presenta a través de perspectivas individuales. No existe una perspectiva verdadera, y la búsqueda de una verdad absoluta es falsa. En cambio, propone la “Voluntad de Poder”, que implica enfrentarse a la realidad cambiante y asumir una perspectiva individual para vivir plenamente.
Nietzsche sostiene que los conceptos son meras metáforas que nos alejan de la realidad individual. Estas metáforas se convierten en conceptos a través de un proceso que distorsiona la realidad, dando lugar a una multiplicidad de realidades cambiantes. La filosofía, al tratar con conceptos abstractos, llama “verdad” a lo más alejado de la realidad, mientras que las ciencias positivas son criticadas por su enfoque cuantitativo que ignora las diferencias cualitativas.
Para Nietzsche, no existe una verdad absoluta, y la verdad se define en términos de favorecer la vida. El criterio de verdad es la “Voluntad de Poder”, que asume y justifica el error necesario para vivir. Nietzsche exalta el poder de la metáfora como una perspectiva que ayuda a interpretar la realidad sin identificarse completamente con ella, reconociendo su naturaleza como una herramienta para vivir plenamente.
Jean-Jacques Rousseau: El Contrato Social y la Búsqueda de la Felicidad
Según Rousseau, hay una diferencia fundamental entre el hombre natural y el hombre social.
- El hombre natural vive en el estado de naturaleza, una época hipotética donde se desarrolla el mito del buen salvaje. En este estado, el hombre es bueno, feliz e independiente, con un egoísmo no negativo que no busca el mal hacia los demás. Mantiene sentimientos puros y una relación directa con la naturaleza.
- Por otro lado, el hombre social vive en la sociedad, donde se ve influenciado por un egoísmo malsano que lo lleva a buscar su propio interés en detrimento de los demás. En este estado, la cultura y el progreso no hacen al hombre más feliz ni mejor, sino que lo vuelven más desigual, injusto e infeliz. Rousseau argumenta que la cultura y el progreso no actúan como elementos emancipadores, sino que corrompen a los individuos dentro de la sociedad.
Rousseau reconoce que la sociedad corrompe al hombre, pero no aboga por un retorno a un estado primitivo que ni siquiera se puede demostrar que existió. En cambio, propone analizar la sociedad actual para identificar la causa de la infelicidad y el egoísmo, y luego proponer reformas para transformarla en una comunidad que haga felices a los hombres.
Identifica la desigualdad como el origen del mal social, producto de la propiedad privada que generó privilegios para algunos y enfrentamientos sociales permanentes basados en el egoísmo y la codicia. Para reformar la sociedad, Rousseau propone un Contrato Social, donde el pueblo soberano establece las bases de una sociedad justa que armoniza libertad, igualdad y poder político.
En este contrato social, la soberanía popular se expresa en la voluntad general, que busca el interés social común por encima de los intereses egoístas individuales. Los individuos renuncian a sus egoísmos personales en favor del bien común, asegurando la igualdad y la libertad de todos los ciudadanos.
Rousseau también enfatiza la importancia de la educación en la creación de esta nueva sociedad, proponiendo una educación que fomente la libertad, la curiosidad y el contacto con la naturaleza para formar buenos ciudadanos comprometidos con el interés común.