Filosofía y Ética: Una Exploración de las Ideas Fundamentales

1. El Materialismo Histórico

El materialismo histórico, la teoría social e histórica de Karl Marx, se distingue del materialismo dialéctico de Friedrich Engels, enfocado en la ontología. Según Marx, la realidad histórica y social es dialéctica, en constante cambio y resultado de las fuerzas y relaciones de producción, es decir, de la materia. Cada sociedad se compone de tres niveles interrelacionados: la infraestructura, que abarca los bienes de producción, la fuerza de trabajo, la tecnología y el capital; la estructura, conformada por las instituciones sociales como la familia, la educación y la judicatura; y la superestructura, que incluye la cultura, las normas morales, la religión y el arte.

Una premisa fundamental de Marx es que «no es la conciencia (superestructura) la que determina la vida, sino la vida (infraestructura) la que determina la conciencia». Marx quiso explicar que nuestra forma de ser o de pensar no es lo que determina nuestra situación en la vida, sino nuestro poder adquisitivo, situación económica, la infraestructura. Las condiciones materiales son las que mueven el mundo.  El motor de la historia es la lucha de clases entre los opresores, quienes poseen los medios de producción, y los oprimidos, quienes solo tienen su fuerza de trabajo para vender. Marx identifica varias etapas históricas, como el comunismo primitivo, sociedad esclavista, feudalismo, capitalismo y comunismo.

2. La Teoría de la Alienación

La teoría de la alienación, derivada del término «alienus» que denota extrañamiento o deshumanización, comprende tres dimensiones principales: económica, social y religiosa, siendo la económica la más relevante.

En la alienación económica, el trabajo, inicialmente humanizador al garantizar la subsistencia y transformar la naturaleza, en la sociedad capitalista deshumaniza y aliena al trabajador. Este fenómeno se manifiesta en tres aspectos. Para empezar, el producto no le pertenece al trabajador, por lo que se transforma en un instrumento de explotación. Luego tendríamos el acto de trabajar que se lleva a cabo en condiciones infrahumanas, con horarios impuestos y el trabajador se siente como una pieza más. La plusvalía, diferencia entre el salario justo y el recibido por el obrero, representa la base de la explotación capitalista, donde el capitalista estafa al trabajador. Marx aboga por la propiedad pública de los medios de producción como solución.

La alienación social se deriva de la económica, donde los ricos disfrutan de privilegios sociales inexistentes para los obreros, por lo que los proletarios  sufren penurias económicas y no se les reconoce su dignidad, siendo considerados ciudadanos de segunda categoría.

La alienación religiosa, según Marx, utiliza la religión como herramienta para mantener oprimidos a los desfavorecidos, prometiendo una vida futura que los haga resignarse ante las injusticias presentes, lo que lleva a Marx a afirmar que «la religión es el opio del pueblo».

3. El Comunismo y el Fin de la Historia

3.1

Marx pronostica la llegada del comunismo basándose en la inevitabilidad histórica determinada por la dialéctica. Considera que el capitalismo es insostenible debido a sus contradicciones internas, como la sobreproducción, la explotación laboral y las crisis económicas cíclicas. Las cuales conducirán a tres fases: el capitalismo mismo, seguido de una revolución que instaurará la dictadura del proletariado y finalmente el comunismo. La revolución, surgida cuando se den las condiciones materiales adecuadas, dará lugar a la dictadura del proletariado, una etapa transitoria que progresivamente eliminará la propiedad privada y pondrá los medios de producción al servicio público. Marx vislumbra en el comunismo la desaparición de la lucha de clases, lo que conlleva al fin de la historia.

3.2

Características de la sociedad comunista incluyen la abolición de la propiedad privada, la desaparición de las divisiones de clases y la socialización de los medios de producción  lo que garantiza una distribución más equitativa de la riqueza y el poder.. La sociedad comunista se fundamenta en principios de paz, igualdad y libertad, remontándose a las aspiraciones de la Revolución francesa. Se busca aplicar el principio de «cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad», reflejando una distribución equitativa de recursos y bienestar.

Nietzsche

1. Lo Apolíneo y lo Dionisíaco

En la primera obra de Nietzsche,»El origen de la tragedia»,  Él afirma que la tragedia clásica griega nos muestra los dos principios que componen la realidad. El espíritu dionisiaco (del dios Dionisio)encarna la vitalidad, el instinto y la pasión, simbolizando la conexión con la naturaleza y la fecundidad. Por otro lado, el espíritu apolíneo (del dios Apolo) representa la luz, la serenidad y la racionalidad, buscando el equilibrio y la proporción. En la tragedia había un equilibrio, pero Nietzsche argumenta que con el advenimiento de Sócrates y Platón, comenzó un declive hacia la predominancia de lo racional.

Este cambio marca la decadencia de la cultura occidental, donde la vida real queda tapada por una visión lógica y racionalista. Sin embargo, Nietzsche enfatiza que la vida implica tanto dolor como destrucción, y sostiene que es necesario abrazarla en su totalidad. Para Nietzsche, el arte, en lugar de la lógica y la razón, ofrece la mejor representación de la vida, ya que permite la expresión de las complejidades y contradicciones humanas de manera más auténtica. Así, Nietzsche aboga por una visión más trágica y vitalista de la existencia, que reconozca la multiplicidad de experiencias y emociones que constituyen la realidad humana.

2. La Transmutación de los Valores

La cultura en la que vivimos nos impone una moral que se acepta como válida, establecida por la tradición occidental grecorromana y judeocristiana. Sin embargo, Nietzsche sostiene que el valor de una moral depende del reconocimiento de la vida. Él distingue entre dos tipos de moral: la del señor, que propone él mismo, y la del esclavo, que considera predominante en nuestra sociedad.

La moral del señor se caracteriza por valores como la nobleza, la individualidad, el poder y la belleza, asociados con la felicidad y la afirmación de la vida. En contraste, la moral del esclavo hace más hincapié en la mediocridad, la debilidad y la venganza contra la vida, expresada en la fealdad, la enfermedad y la pobreza, impulsada por un sentimiento de resentimiento.

Al principio, predominaba la moral del señor, pero la rebelión de los esclavos, especialmente los judíos y cristianos, invirtió los valores, promoviendo la docilidad, la compasión y la humildad. Nietzsche aboga por una vuelta a los valores aristocráticos de la moral del señor mediante una transmutación de los valores impuestos.

3. La Muerte de Dios

Nietzsche anuncia la muerte de Dios con su famosa afirmación: “Dios ha muerto, nosotros lo hemos matado”. Esta declaración trasciende la desaparición de las religiones para implicar el fin de todas las verdades absolutas. Según Nietzsche, las ideas sobre lo suprasensible y lo trascendente son meras ilusiones que buscan encontrar sentido más allá del mundo. La muerte de Dios representa el colapso de la civilización occidental, cuyos cimientos filosóficos se remontan a figuras como Platón y el judeocristianismo. Ante esta crisis de valores, Nietzsche plantea la necesidad de “Hay que encender linternas a mediodía”, es decir, buscar la luz en medio de la oscuridad, de la incertidumbre y de la falta de sentido. Sin embargo, al decir “He venido demasiado pronto” reconoce que su llegada ha sido prematura en relación con el estado de la sociedad contemporánea. Así mismo, Nietzsche propone que la humanidad debe aspirar a » Hemos de convertirnos en dioses», asumiendo la responsabilidad de crear sus propios valores y significados en ausencia de una autoridad divina. 

4. La Aparición del Superhombre

La muerte de Dios, proclamada por Nietzsche, marca el inicio/strong>, marca el inicio de una nueva era en la que solo puede haber  dos tipos de personas: el último hombre y el superhombre, también conocido como Übermensch. El último hombre encarna el pesimismo (vive el triste final) y el nihilismo pasivo característicos de una civilización que ha perdido sus objetivos y valores. Este individuo carece de la fuerza necesaria para trascender su situación y superarse a sí mismo. En contraste, el superhombre representa el nihilismo activo, capaz de crear nuevos valores y significados en un mundo sin absolutos. Elimina cualquier resto de absoluto está a la altura de la muerte de Dios, se convierte en el dios terrenal.

La transformación hacia el estado de superhombre implica un proceso de metamorfosis que abarca tres etapas: el camello, el león y el niño. En la etapa del camello, el individuo carga con las cargas morales y sociales impuestas por la sociedad. Luego, en la etapa del león, se rebela contra estas imposiciones y busca la libertad para crear sus propios valores. Finalmente, en la etapa del niño, el individuo alcanza la inocencia y la espontaneidad, liberado de las constricciones morales y sociales, capaz de crear su propio destino y abrazar plenamente la vida.

El superhombre representa un ideal aspiracional para Nietzsche, un ser humano capaz de trascender las limitaciones de la moral tradicional y de crear un nuevo sentido de significado y valor en un mundo sin Dios. En última instancia, el superhombre simboliza el potencial humano para la autotransformación y la creación de un futuro más elevado y significativo.


5. EL ETERNO RETORNO 

Nietzsche introduce la idea del eterno retorno, sugiriendo que los ciclos temporales se repiten infinitamente, lo que implica que cada persona experimenta los mismos acontecimientos una y otra vez de forma eterna. Esta noción no sólo refleja la repetición en la naturaleza, sino que también abarca la totalidad de la existencia humana. Para Nietzsche, la intuición del eterno retorno no solo era una teoría, sino que también le proporcionaba alegría y consuelo, ya que implicaba la idea de que cada momento de la vida tiene un valor infinito al repetirse infinitamente.

La frase «El medio está en todas partes. Curva es la senda de la eternidad» resalta la idea de que el eterno retorno implica la aceptación total de la vida en su totalidad, incluyendo tanto los momentos de felicidad como los de sufrimiento. Se trata de una voluntad de aceptar y abrazar la totalidad de la experiencia humana, sin rechazar ninguna parte de ella, es decir, es la voluntad de aceptarse y de repetirse eternamente.


El eterno retorno implica una actitud de amor fati, que se traduce como el amor al destino o la aceptación de lo necesario. Nietzsche aboga por amar no solo lo que nos gusta, sino también lo que es inevitable en nuestras vidas. Esta aceptación radical del destino es fundamental para vivir de manera auténtica y plena, ya que nos libera del sufrimiento causado por la resistencia a lo que no podemos cambiar.


6. LA VOLUNTAD DE PODER 

La Voluntad de Poder, concepto central en la filosofía de Nietzsche, se diferencia de ideas como el darwinismo social, el nazismo y el darwinismo convencional. Contrariamente al darwinismo social, la Voluntad de Poder no postula la superioridad biológica de unas clases sociales sobre otras, ni justifica el dominio de una élite o etnia sobre el resto de la sociedad, como propugna el nazismo. Además, va más allá de la simple selección natural y supervivencia de la especie.

Nietzsche afirma que la Voluntad de Poder es anterior (primaria) respecto a la «voluntad de vivir» de Schopenhauer, considerándola la fuerza interna fundamental  (la “esencia” )de la naturaleza. Se trata de un proceso continuo de expansión, energía, espontaneidad y creatividad. En el superhombre, la Voluntad de Poder se manifiesta como el poder de los creadores. Por ejemplo, el artista se distingue por su capacidad de adueñarse de la situación, siendo admirado por su dominio, lo que refleja su «poder».

Este concepto se opone a la igualdad, ya que implica una jerarquía de poder en la que algunos individuos se destacan como mejores. Lo original y excepcional no debe reducirse a lo ordinario y mediocre. Por consiguiente, Nietzsche se enfrenta a movimientos como la revolución francesa, el socialismo, las democracias y el cristianismo, que promueven valores igualitarios que él considera contrarios a la naturaleza jerárquica y creativa de la Voluntad de Poder.

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