Primer punto. Los presocráticos
Se llama presocráticos a los filósofos griegos anteriores a Sócrates. Esta denominación tiene, por lo pronto, un valor cronológico: son los pensadores que viven desde fines del siglo VII hasta acabar el siglo V antes de Jesucristo. Por ser pre-socráticos, por anunciar y preparar una madurez filosófica, son ya filósofos los primeros pensadores de Jonia y de la Magna Grecia (ver mapa adjunto).
Las afirmaciones concretas de los más viejos pensadores indios o chinos se aproximan con frecuencia a algunos de los griegos; pero la diferencia capital está en que después de los presocráticos ha venido Sócrates, mientras que a la balbuciente especulación oriental no siguió una plenitud filosófica en el sentido que esta palabra tomó en Occidente. Ésta es la razón de la radical diferencia con que se nos presenta el pensamiento inicial de los helenos y el de los orientales.
Los últimos presocráticos no son anteriores a Sócrates, sino contemporáneos suyos, en la segunda mitad del siglo V. Pero quedan incorporados al grupo que le antecede por el tema y el carácter de su especulación. En toda la primera etapa de la filosofía se trata de la naturaleza (physis, Φύσις). La physis hay que entenderla no sólo como la estructura o constitución de una cosa, sino como algo anterior a cualquier cosa. La physis también es principio de producción y constancia, principio de ser y de devenir, o, desde otra perspectiva, lo que garantiza el orden, la unidad que hay en toda pluralidad. En resumen, physis es:
- El conjunto de todo lo que existe.
- Aquello de lo que brotan, naturalmente, todas las cosas.
- El principio de las modificaciones de los seres naturales.
- Aquello que permanece a pesar de las modificaciones como sustrato.
Aristóteles llama a estos pensadores físicos. Los filósofos presocráticos, a diferencia del poeta o mentalidad mítica, se enfrentan con la naturaleza con una pregunta teórica: pretenden decir qué es. Lo que define primariamente la filosofía es la pregunta que la moviliza: ¿qué es todo esto? A esta pregunta no puede contestarse con un mito, sino con una filosofía. Es el tránsito del mito al logos.
El Asombro y el Movimiento
Ahora bien, ¿cuál es la raíz del asombro que movió por vez primera a los griegos a filosofar? El griego se extraña del movimiento (kínesis, κίνησις). ‘Movimiento’ tiene en griego un sentido más amplio que en nuestras lenguas; equivale a cambio o variación; lo que nosotros llamamos movimiento es solo una forma particular de kínesis. Los griegos distinguieron cuatro clases de movimiento:
- El movimiento local, el cambio de lugar.
- El movimiento cuantitativo, es decir, el aumento y la disminución.
- El movimiento cualitativo o alteración.
- El movimiento sustancial, es decir, la generación y la corrupción.
Todos estos movimientos, y sobre todo el último, que es el más profundo y radical, perturban e inquietan al hombre griego, porque le hacen problemático el ser de las cosas, lo sumen en la incertidumbre, de tal modo que no sabe a qué atenerse respecto a ellas. Si las cosas cambian, ¿qué son de verdad? Si una cosa pasa de ser blanca a ser verde, es y no es blanca; si algo que era deja de ser, resulta que la misma cosa es y no es. La multiplicidad y la contradicción penetran en el ser mismo de las cosas; el griego se pregunta entonces qué son las cosas de verdad, es decir, siempre, por detrás de sus múltiples apariencias. Apela de la multitud de aspectos de las cosas a su raíz permanente e inmutable, superior a esa multitud y capaz de dar razón de ella. Por esto, lo verdaderamente interesante es la pregunta inicial de la filosofía: ¿qué es la naturaleza o principio de donde emerge todo? Las diversas respuestas que se van dando a esta pregunta constituyen la historia de la filosofía griega.
La Búsqueda de lo Permanente y la Verdad
En resumen, la experiencia inmediata de la realidad de la phýsis es el continuo fluir, el devenir. Pero esta experiencia inmediata del devenir, de la pluralidad, se corresponde en el hombre griego -probablemente en cualquier hombre- en el deseo de encontrar lo permanente. Los griegos lo llamaron ser. Es algo que sobrevive al cambio, que subyace siempre al continuo fluir y que garantiza la continuidad de la misma naturaleza. Los presocráticos buscaron por ello algo que diera unidad a la pluralidad y pensaron que era esa unidad lo aprehensible por el lógos. Todo está sometido a nomos, a ley, a orden. Los sentidos sólo son capaces de mostrarnos el cambio, la multiplicidad, pero son incapaces de aprehender la unidad como sí puede hacer el lógos, la razón.
Por eso, la pluralidad será declarada por los griegos como simple apariencia, objeto de opinión. Sólo lo que permanece puede haber ciencia. La palabra griega que designa la verdad es “alétheia”, que significa literalmente des-velar, des-cubrir. Este fue el presupuesto básico de la filosofía presocrática: afirmar que todo lo que es resulta inteligible y que la razón está capacitada para descubrir, tras los velos de la multiplicidad y la apariencia, aquello que es, o sea, la verdad.
Segundo punto. Origen geográfico, grupos, filósofos y principio filosófico
A nivel geográfico, la filosofía tiene un origen excéntrico. La filosofía nace en las ciudades griegas de Asia Menor y de la Magna Grecia (sur de Italia y Sicilia) en los primeros años del siglo VI antes de Cristo, tal vez a finales del siglo VII; sólo tardíamente, en el siglo V, aparece la especulación filosófica en la Grecia propia. Se suele citar cuatro grupos de presocráticos:
1. Los milesios
En Asia Menor, los milesios investigan el principio o arché (ἀρχή) de la naturaleza, poniéndolo Tales de Mileto en el agua, Anaximandro en lo indeterminado (todos son determinaciones de un apéiron, de algo infinito) y Anaxímenes en el aire.
2. Los formalistas
En la Magna Grecia, Pitágoras y sus discípulos, los pitagóricos, hacen el descubrimiento de un tipo de entes – los números y las figuras geométricas – que no son corporales, pero que tienen realidad; esto hace pensar que no puede identificarse sin más el ser con el ser corporal, lo cual obliga a una decisiva ampliación de la noción de ente. Los pitagóricos, arrastrados por su propio descubrimiento, hacen una nueva identificación: el ser va a coincidir para ellos con el ser de los objetos matemáticos. Los números y las figuras son la esencia de las cosas. Por otro lado, defendían también la inmortalidad del alma.
3. Los premetafísicos
Heráclito, Parménides y Anaxágoras. Son los presocráticos que preanuncian lo que será la metafísica. Heráclito subraya el cambio continuo de toda la realidad (panta rei, todo fluye), aunque sometido a la ley del logos. Parménides, descubre el ente (el ente es y el no ente no es) y niega el cambio. Anaxágoras introduce el nous (la inteligencia), como el principio rector del cosmos.
4. Los pluralistas
Empédocles y los atomistas Leucipo y Demócrito. Empédocles elaboró la teoría de los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego) diciendo que son las raíces de todas las cosas. Los atomistas hacen la última división del ente de Parménides; llegan al átomo (ἄτομον, ‘que no se puede cortar’, ‘indivisible’). Los átomos son las partes indivisibles, que no se pueden dividir ya del ente. Los átomos se mueven en torbellinos y se engarzan de diversas formas, produciendo así las cosas.