¿Existe Alguna Finalidad o Propósito en la Evolución?
Una pregunta de mayor amplitud que la anterior es la que concierne a los fines de la evolución. ¿Puede explicarse la evolución meramente por un proceso mecánico de azar? ¿O bien podemos interpretar que existe una finalidad en esta evolución? O dicho de otra forma, ¿por qué narices ha aparecido el ser humano en este planeta en lugar de no hacerlo?
Perspectivas Contrapuestas
Ante esto, hay dos respuestas principales:
1. Finalismo
El finalismo insiste en que existiría un plan preconcebido por algún elemento externo a esa evolución, un dios creador, que incluso aprovechándose de esos mecanismos evolutivos, trazaría un plan para la aparición de una especie considerada como fin evolutivo.
La evolución tiene por tanto un plan y dios interviene en dicho plan de formas distintas según distintas interpretaciones teológicas. El hombre es el punto y final de la evolución, su máxima aspiración.
La versión más actual es el intelligent design: el universo y los seres vivos producidos en la historia de la evolución, somos tan sumamente particulares que es casi imposible que hayamos sido creados por azar y por una mera combinación de la materia. Los seres vivos difícilmente podrían haber aparecido en la historia de no haber sido por una especie de «diseño previo» o plan preconcebido que estuviera presente en una inteligencia no material.
2. Mecanicismo
El mecanicismo explica el proceso evolutivo a partir de las causas o factores mecánicos que lo han producido; causas o factores que han de ser constatados empíricamente o deducidos racionalmente de los hechos empíricos. El mecanicismo niega cualquier finalidad en el proceso de evolución. En el cosmos, en la naturaleza, nada se origina o produce por o para un destino o finalidad, sino que todo se debe o bien al azar y la necesidad. Si el ser humano vive en la tierra, por ejemplo, es fruto de un meteorito que chocó con la tierra y extinguió los dinosaurios, permitiendo a los mamíferos ocupar su nicho ecológico.
La teoría materialista de la evolución es más sencilla que su adversaria, ya que funciona perfectamente sin necesidad de involucrar un Dios creador ni un principio ordenador espiritual de todas las cosas.
Interpretaciones de la Evolución: Darwinismo Social y Sociobiología
Darwinismo Social
La evolución fue concebida en su origen como una teoría destinada a explicar los cambios en la naturaleza. Sin embargo, desde los comienzos del darwinismo muchos sociólogos y economistas intentaron llevar la explicación de Darwin a los cambios que aparecían en las sociedades humanas. Según estos autores, el comportamiento de los hombres dentro de una sociedad se rige también por la selección natural y la lucha para la supervivencia. El medio ambiente es hostil (no hay por ejemplo, riqueza para todo el mundo) y solo los más aptos son los destinados a sobrevivir. El ser humano se entiende así como un individuo que lucha contra sus semejantes para perpetuarse y lograr el éxito. En el mercado económico, cada uno lucha por su máximo beneficio a expensas del otro (hay ganadores y perdedores) y estos ganadores son los que permiten que la economía crezca, puesto que, son también los más innovadores y creativos. Esta teoría sigue teniendo muchos seguidores en EEUU o Inglaterra, países muy individualistas y competitivos.
A esto tendríamos que contestar con lo siguiente:
- La selección natural en la evolución se da fundamentalmente entre distintas especies y no entre individuos de una misma especie.
- Casi todos los animales trabajan en cooperación para ser evolutivamente más avanzados. El ser humano no es una excepción. Aunque aparentemente algunas facetas de la vida sean una lucha, el ser humano es un animal social.
Sociobiología
Esta corriente es una mezcla de etología y genética e intenta explicar por qué en el comportamiento de los animales predomina el altruismo frente a la competitividad y el egoísmo. Tiene que sobrevivir el genotipo, la supervivencia de los genes. Nosotros y los animales simplemente seríamos portadores de genes.
Para Wilson los individuos no cuentan para nada: lo que importa es la capacidad que tienen nuestros genes para poder replicarse adecuadamente y así mantener la especie. Por ello, estaríamos «determinados biológicamente» para sacrificar nuestro fenotipo en vistas a conservar nuestro genotipo. Esto explicaría, por ejemplo, la fuerza de la familia en la sociedad humana y el espíritu de sacrificio de los progenitores por preservar la siguiente generación, o incluso la universalidad de la prohibición del incesto en casi todas las culturas humanas.
Esta teoría ha sido no obstante muy criticada, pues reduciría el comportamiento del hombre a una mera cuestión biológica sin importarles para nada su carga cultural o su importancia como individuo que decide libremente. Nuestros comportamientos son tan complejos que no se pueden reducir a una explicación única, y hoy en día los defensores de la sociobiología defienden que nuestra carga genética puede condicionar nuestros comportamientos, pero no de forma absoluta.