Fragmentación Moral en la Cultura Moderna: Perspectiva de Alasdair MacIntyre
Según MacIntyre, la discusión ética en la cultura moderna parece no tener fin debido a una serie de factores que impiden llegar a un acuerdo racional. La raíz del problema reside en la fragmentación del pensamiento moral moderno. En lugar de un sistema coherente, las creencias y prácticas morales son un conjunto heterogéneo de ideas fragmentadas, heredadas de diversas corrientes de pensamiento.
Características de la Fragmentación Moral
MacIntyre identifica tres características principales que explican esta situación:
- Inconmensurabilidad de las premisas: Los argumentos morales se basan en premisas que son inconmensurables, lo que significa que no existe un método racional para determinar cuál de los puntos de partida propuestos es el apropiado. Por ejemplo, en el debate sobre el aborto, los provida parten del carácter sagrado de la vida, mientras que los defensores del derecho a decidir se basan en la autonomía personal. Ambos argumentos pueden ser válidos dentro de sus propias premisas, pero no hay forma de compararlas objetivamente.
- Pretensión de racionalidad impersonal: A pesar de la inconmensurabilidad de las premisas, las partes en un debate moral pretenden que sus argumentos son racionales y se basan en criterios impersonales. Cada parte considera que su posición es la única racional y que la otra parte debería aceptarla.
- Heterogeneidad del bagaje intelectual: Las premisas invocadas en los debates morales provienen de orígenes muy diferentes. Algunas se basan en la filosofía de la Ilustración, mientras que otras tienen sus raíces en la filosofía griega o escolástica. Esta diversidad de fuentes morales contribuye a la confusión y la dificultad para llegar a un consenso.
Causas de la Fragmentación Moral
MacIntyre explica esta situación señalando que la moral en el mundo moderno está constituida por fragmentos de diferentes tradiciones morales. La gente puede pensar con categorías kantianas por la mañana, con esquemas utilitaristas por la tarde y con ideas aristotélico-tomistas al final del día. Esta mezcla de ideas inconexas impide que haya una base común para el debate moral.
MacIntyre rechaza la explicación emotivista que reduce los juicios morales a expresiones de preferencias personales. Aunque reconoce que vivimos en una cultura emotivista que no reconoce ninguna autoridad externa que limite las preferencias personales, sostiene que los juicios morales pretenden tener un carácter racional e impersonal, lo que contradice el relativismo moral.
El Fracaso del Proyecto de la Ilustración
Desde una perspectiva histórica, MacIntyre sostiene que el fracaso del proyecto de la Ilustración es la causa principal de esta deriva moral. El proyecto ilustrado de justificar racionalmente la moral a partir de la naturaleza humana estaba destinado al fracaso. Según MacIntyre, los pensadores de la Ilustración, como Hume y Kant, utilizaron fragmentos incoherentes del esquema aristotélico de la moral.
El Esquema Aristotélico de la Moral
El esquema aristotélico, que se basa en la idea de que la moral tiene un fin o télos hacia el cual se dirige la naturaleza humana, se compone de tres elementos:
- El hombre tal como es.
- El hombre tal como podría ser si realizara su naturaleza esencial.
- Un conjunto de reglas morales para pasar del primer estado al segundo.
Este esquema tripartito se vio afectado en el siglo XVII debido a la concepción protestante y jansenista de la razón, que afirmaba que el pecado original había corrompido la razón, privándola de su poder para comprender el fin del hombre. Asimismo, la nueva filosofía científica rechazó la idea de que los cambios físicos se debían a la actualización de las potencialidades de un objeto hacia su causa final. La razón se redujo al cálculo instrumental, que solo puede hablar de medios y no de fines.
Consecuencias del Fracaso
Como resultado, la estructura tripartita de la moral aristotélica se vio truncada. Los filósofos de la Ilustración se vieron obligados a fundamentar su moral sobre ficciones, como la maximización del placer en el caso de Hume, o los imperativos categóricos de la razón práctica en el caso de Kant. Este fracaso dio lugar a Nietzsche y al irracionalismo posmoderno, que sostienen que la moral es una racionalización que oculta actos irracionales de la voluntad.
Conclusión: Nietzsche o Aristóteles
En resumen, según MacIntyre, la discusión ética en la cultura moderna no tiene fin debido a la fragmentación del pensamiento moral, la inconmensurabilidad de las premisas, la pretensión de racionalidad impersonal y la heterogeneidad del bagaje intelectual. Históricamente, el fracaso del proyecto de la Ilustración y el rechazo del esquema aristotélico de la moral han llevado a esta situación, donde la razón ha perdido su capacidad para guiar la vida moral.
MacIntyre considera que, tras este diagnóstico, la alternativa es entre Nietzsche o Aristóteles. Para MacIntyre, la ética de Aristóteles es capaz de responder de manera satisfactoria a las críticas de las concepciones morales rivales, priorizando las virtudes a las reglas morales, entendiendo que la moral busca adquirir buenos hábitos que nos hacen más humanos. MacIntyre también señala que las reglas morales solo son inteligibles si se derivan de una concepción de la vida buena representada por las virtudes.
La Propuesta de MacIntyre: Una Moral de las Virtudes
El autor busca demostrar que es posible recuperar una moral de las virtudes conforme a la tradición aristotélica, por eso se propone hacer una exposición histórica de la tradición de las virtudes, aunque con modificaciones en su propio pensamiento que lo llevaran a rechazar la teleología aristotélica fundada sobre la biología metafísica y a situar las virtudes en un contexto social constituido por las prácticas humanas, la unidad de la vida humana y las tradiciones en que se enraízan nuestras vidas, tal como reconoce él mismo en su obra Animales racionales y dependientes.