Friedrich Nietzsche: Crítica a la Moral y el Nihilismo

Friedrich Nietzsche fue un filósofo alemán del siglo XIX nacido en Röcken. Su vida estuvo marcada por la muerte de su padre y de su hermano, lo que condujo a una infancia rodeada de mujeres que esperaban que se convirtiera en pastor protestante. No obstante, Nietzsche optó por el camino de la filología clásica y la teología en Bonn. Tras unos primeros años algo descentrado, Friedrich afianzó sus estudios en griego, lo que le valió una cátedra en Basilea a los 25 años. Además de los estudios, la música y el arte eran su gran pasión, y a lo largo de su vida desarrolló una importante amistad con el compositor Wagner, y con los intelectuales Lou Andreas-Salomé y Paul Rée, entre otros.

Nietzsche fue uno de los filósofos más críticos del siglo XIX, influenciado por el vitalismo de Schopenhauer y el existencialismo de Kierkegaard, de quienes se consideraba gran admirador. Esto le llevó a convertirse en uno de los filósofos de la sospecha, junto a Marx y Freud, que criticaba, entre otros, al positivismo de Comte y al evolucionismo de Darwin, teoría que tendrá gran peso en la teoría racista de la hermana de Nietzsche, Elisabet, al igual que el nacionalismo y colonialismo alemán que se encontraban en auge en aquel momento. Esto será muy importante puesto que hacia el final de su vida, Nietzsche desarrolló un estado de locura que le impedía continuar sus estudios, por lo que fue su hermana quien revisó y editó lo que él decía.

Entre sus obras más importantes se encuentran: “El nacimiento de la tragedia”, “Aurora”, “Más allá del bien y del mal en un sentido extramoral” y “Así habló Zaratustra”.

La Crítica a la Moral Tradicional

Nietzsche desarrolla la mayor parte de su ética en “El nacimiento de la tragedia”, obra en la que critica duramente a Platón (cuyas ideas fueron recogidas por el cristianismo), concretamente a su idea de trascendencia que lo único que consigue es que el pueblo se oponga a los instintos de la vida. Además, lo critica, tanto a él como a Sócrates, por rechazar la tragedia, que realmente representa la vida, e intentar representar una racionalidad imposible, pues la vida es irracional. Pues bien, en esta obra Nietzsche nos presenta la contraposición de dos principios: el espíritu apolíneo y el espíritu dionisiaco.

  • Apolo, dios de la belleza, era uno de los dioses más venerados por los griegos, pero según Nietzsche expresa mucho más; representa el equilibrio, la luminosidad, la racionalidad.
  • Frente a él se encuentra Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas presididas por el exceso. Este dios, según Nietzsche, representa el mundo de la confusión, el caos, la noche y la irracionalidad. Este dios era el que “reinaba” en el mundo griego arcaico; sin embargo Sócrates y Platón intentaron ocultar esta faceta, despreciando el mundo corporal, identificando al dionisiaco con lo negativo, mientras que a lo apolíneo con lo positivo, lo cual es motivo de crítica.

Además de la filosofía occidental, la religión judeocristiana va a ser duramente criticada por Nietzsche. El filósofo cree que la idea de moral de estas religiones promueve un odio a lo natural, es decir, se desdeñan los instintos naturales pues es la moral de los esclavos (la apolínea) la que va a triunfar, frente a la moral de los señores (dionisiaco).

  • La moral del esclavo consiste en la servidumbre, la humildad.
  • Mientras que la bondad de los señores es aquella en la que prima la soberbia, no someterse a más voluntad que la suya propia.

Esto sucede a raíz de que los señores han tratado a los esclavos como un rebaño, los han sometido a sus órdenes, lo cual ha generado un sentimiento de odio produciendo el triunfo de una sociedad de mediocridad y resentimiento, una moral que niega la vida y que está en el origen del nihilismo y la decadencia de occidente.

El Nihilismo y la Muerte de Dios

El nihilismo del que habla Nietzsche es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, y nace a raíz de esa cultura que cree en la existencia de una realidad absoluta, como es el caso del cristianismo, donde esa realidad absoluta reside en la idea de Dios. En “Así habló Zaratustra”, Nietzsche afirma que “Dios ha muerto”, lo cual no significa que Dios haya existido, sino que la creencia en él es lo que ha muerto, dando paso al ateísmo y a la creación del superhombre.

Pero antes de llegar al superhombre hay que pasar por dos fases que solo podemos entender si comprendemos los tipos de nihilismo.

  • Una vez reconocemos la inexistencia de Dios, se produce en nosotros un vacío existencial que reconocemos como nihilismo pasivo, ya no se cree en ningún valor pues solo son posibles si Dios existe y ya no existe, de modo que se pierde el sentido de vivir si no existe aquello que se lo aporta.
  • Tras él surge el nihilismo activo, en el que los valores se destruyen y se sustituyen por unos completamente nuevos (“transmutación de los valores”) reencontrando el sentido en el mundo terrenal, adoptando una moral basada en la afirmación de la vida y la voluntad del ser.

El Superhombre y el Eterno Retorno

Estas fases son las que se deben seguir para llegar al superhombre y se corresponden con la figura del camello (creencia de Dios), la del león y la del niño. Una vez alcanzada la fase de niño hay que preservar la voluntad de poder, perseverar en la existencia, disfrutando de la vida con todo lo que esta conlleva, se trata de una filosofía vitalista. Tras esto, Nietzsche plantea un eterno retorno que consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente. Por último, la filosofía de Marx es perspectivista, pues bien, toda realidad y toda tesis es relativa al mundo y está influida por el sujeto. Idea que varias décadas después defenderá Ortega y Gasset.

Conclusión

En conclusión, Nietzsche se opone a la moral que aleja al hombre del mundo terrenal y los placeres del cuerpo y propone una transmutación de los valores.

La Distinción entre el Mal Radical y el Mal Banal

La distinción entre el mal radical y el mal banal de Arendt debe ser entendido como el criterio que no es el contenido del acto en sí, sino la reflexión previa.

  • El mal radical es deliberado, se produce cuando, aun habiendo reflexión y sintiendo la contradicción interior, el individuo actúa haciendo caso omiso de esta y con plena conciencia de su acción.
  • El mal banal se da cuando la persona no reflexiona sobre el acto a realizar ni sus consecuencias. Ocurre cuando el mal, se deja de pensar como una acción valorable moralmente y se considera un acto cotidiano, normalizado, sobre el que el sujeto se niega a reflexionar huyendo de la contradicción. Para Arendt, paradigma de esta banalidad del mal es Adolf Eichmann, alto cargo de la SS nazi y partícipe de la solución final, que solo juzga sus actos desde la eficacia productiva y no moralmente.

El mal banal sería aquel que se realiza sin criterio y el mal radical sería aquel que aun considerando la maldad de la acción omite esta consecuencia.

Asunto de Interés

A lo largo de la historia de la ética, el pensamiento filosófico siempre se ha cuestionado la bondad y la búsqueda del bien en el ser y en la sociedad. Tan solo Hobbes había considerado la maldad humana desde la perspectiva del egoísmo. Comparando que si en Hobbes la solución era que existiese un monarca absoluto que controlara esa maldad desde las normas impuestas por él, en la solución de Arendt ese individuo no sería adecuado, en la medida de que este respondería a la personificación del mal radical.

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