Contexto Histórico y Filosófico
Friedrich Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken (Alemania). Fue profesor de filología clásica en la Universidad de Basilea. En 1889, padeció un ataque de esquizofrenia del que no se recuperaría, falleciendo en 1900.
Durante la unificación, Alemania se consolidó como una gran potencia. Con el aumento de la población y la explotación de nuevas colonias, se desarrolló la Segunda Revolución Industrial. En este contexto, surgió un sentimiento nacionalista, se impuso un Estado liberal con una constitución democrática, y emergieron movimientos obreros que reivindicaban sus derechos frente a la burguesía. Nietzsche se manifestó en contra del nacionalismo, orientando su pensamiento hacia la creatividad y el desarrollo individual, oponiéndose a los movimientos igualitarios.
La ciencia se convirtió en el saber más prestigioso, extendiéndose la convicción de que su desarrollo conduciría a una vida mejor. Los conceptos de energía y evolución (Darwin) articularon la ciencia del momento. Frente al romanticismo, surgió el realismo, que convirtió el arte en un instrumento de denuncia social.
Richard Wagner y su visión estética influyeron en el periodo romántico de Nietzsche. Inicialmente, lo consideró un regenerador del espíritu trágico griego, pero más tarde lo entendió como una modulación de la tradición platónico-cristiana. En filosofía, los excesos del idealismo alemán provocaron un giro hacia el materialismo. El positivismo de Comte estudió los fenómenos sociales, mientras que el materialismo histórico de Marx explicó el desarrollo histórico de la sociedad a partir de la realidad económica. El utilitarismo de J. Stuart Mill también influyó en Alemania, compartiendo con Nietzsche el rechazo a la metafísica tradicional. Se encontraron especulaciones metafísicas neoescolásticas de Bretano y Bolzano, así como el individualismo radical de Feuerbach y Stirner. Destaca la filosofía de Schopenhauer, que identificó la cosa en sí kantiana con la voluntad de vivir. Nietzsche compartiría el irracionalismo ontológico de Schopenhauer, pero no su espíritu de renuncia.
Influencias en Nietzsche
Como filólogo, Nietzsche analizó a los clásicos, recibiendo la influencia de Homero y los trágicos griegos. Entre los pensadores de la antigüedad, destaca la influencia de Heráclito, con su concepción de la realidad como un continuo devenir y la idea del eterno retorno. También le influyeron los sofistas, con su concepción relativista del conocimiento y la idea de Gorgias, Trasímaco y Calicles de que la moral vigente es fruto de la lucha de intereses. Poetas como Schiller y Goethe compartieron con él una visión humanista de la antigüedad clásica, mientras que Heine anticipó la muerte de Dios. De los ilustrados, Voltaire influyó por su crítica a la religión, y Hume y Kant por su crítica a la metafísica. Nietzsche rechazó la ética del deber kantiana. Al igual que Stirner y Feuerbach, revalorizó al individuo y rechazó la religión. La influencia más poderosa fue la del voluntarismo irracionalista y la metafísica del arte de Schopenhauer y Wagner. De Schopenhauer, tomó la concepción del mundo como voluntad, manifestación de un fondo irracional. De Wagner, admiró el proyecto de arte total y la libertad que expresaba su música.
Repercusión de Nietzsche
El vitalismo de Nietzsche concibió la vida como una potencia creadora, inspirando a importantes corrientes artísticas. Richard Strauss compuso su poema sinfónico Así habló Zaratustra, y Gustav Mahler pretendió titular su Tercera Sinfonía La Gaya Ciencia. Influyó en autores españoles como Pío Baroja y Blasco Ibáñez, y en el filósofo Ortega y Gasset. Freud confesó haber evitado los escritos de Nietzsche, pero su discípulo Adler identificó los impulsos del subconsciente con la voluntad de poder. Nietzsche comenzó a ser aceptado a través de Heidegger. Ambos criticaron el idealismo y afirmaron que el destino presente comenzó con Platón y Sócrates. Adorno y Horkheimer afirmaron, como Nietzsche, que la voluntad de poder subyace a la voluntad de verdad. Su pensamiento sigue vigente en la posmodernidad.
La Filosofía de Nietzsche
Paul Ricoeur considera a Nietzsche, Marx y Freud como filósofos de la sospecha. Los tres muestran la insuficiencia del sujeto pensante y sospechan que algo se oculta tras la conciencia: en Marx, la realidad material; en Freud, los contenidos pulsionales del inconsciente; y en Nietzsche, la voluntad de poder. Nietzsche se enmarca dentro del vitalismo. En su obra, la vida es la categoría metafísica fundamental, caracterizada como voluntad de poder, donde conviven dos fuerzas: las fuerzas activas (positivas), que fomentan el impulso creador, y las fuerzas reactivas (negativas), que representan la decadencia. Desde esta perspectiva, realiza una inversión de los valores tradicionales y reivindica los menospreciados. Su filosofía es una crítica radical a los fundamentos de la cultura occidental y una propuesta de superación.
Periodo Romántico: Filosofía de la Noche (1871-1878)
En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche afirma que en la tragedia griega se conjugan dos elementos: lo dionisiaco, que expresa lo irracional, exuberante y dinámico, y lo apolíneo, que representa lo racional, la contención y la permanencia. Como Schopenhauer, asocia lo apolíneo a la representación y lo dionisiaco a la voluntad ciega. Considera que en la cultura occidental, a partir de Sócrates, se ha impuesto lo apolíneo. Sócrates es el hombre teórico que impone el optimismo de la ciencia. Platón, siguiendo a su maestro, inventa el mundo de las Ideas. El mundo real y los valores vitales son negados o rebajados en la jerarquía que se establece desde ese mundo ideal ilusorio. Esta visión se convierte en la metafísica cristiana.
Periodo Crítico: Filosofía de la Mañana (1878-1883) y del Atardecer (1886-1889)
En ambos periodos, Nietzsche desarrolla la crítica de los ideales de la cultura occidental. El primero se centra en la metafísica, la religión y el arte, desde una perspectiva ilustrada. El segundo se extiende a la moral y la ciencia, radicalizando la crítica en la filosofía del martillo. En la crítica de la tradición cultural platónico-cristiana, encontramos el motivo, el método y el diagnóstico. La metafísica, tanto en el ámbito ontológico como epistemológico, es la elaboración de una fábula que expresa un resentimiento hacia la vida. En el ámbito ontológico, la contraposición entre mundo aparente y mundo verdadero implica que el mundo sensible es una ilusión. Nietzsche niega la existencia de un mundo trascendente. En el ámbito epistemológico, la metafísica ha pretendido conocer la realidad a través de conceptos y categorías estables, olvidando la naturaleza metafórica del lenguaje. A esta concepción de la verdad en sí, Nietzsche opone el perspectivismo. El hombre solo puede considerar el mundo desde su propia perspectiva, una valoración que nace de la voluntad de poder. El valor pragmático es el único criterio de verdad. La fe en la ciencia hereda la fe en la metafísica. La ciencia parte del error de que podemos conocer la realidad con instrumentos lógicos. Este error se manifiesta en su pretensión de cuantificar lo real. Nietzsche propone al hombre intuitivo que, a través del arte, puede comprender mejor la vida. Nietzsche critica la moral tradicional por ir en contra de la vida, prefiriendo la inhibición a la exuberancia. Distingue la moral de los señores, activa y amante de la vida y el poder, de la moral de los esclavos, pasiva y resentida. Identifica la moral de los esclavos con la servidumbre religiosa y los movimientos igualitarios que pretenden imponer valores universales. Su base filosófica está en el mundo de las Ideas platónico y el más allá cristiano. Nietzsche considera al cristianismo la máquina de fabricar culpabilidad, haciendo al hombre libre para hacerle responsable del sufrimiento, y la máquina de multiplicar dolor, porque la vida se redime a través del dolor.
El Mensaje de Zaratustra: Filosofía del Mediodía (1883-1885)
Nietzsche anuncia la muerte de Dios, sintetizando la disolución del fundamento suprasensible de la tradición occidental. Esta situación abre diversas alternativas: el último hombre, utilitarista y confortable; el hombre superior, nihilista que conoce la cultura occidental; y el superhombre, que asume el nihilismo y reconoce que los valores tradicionales son una ilusión, no sometiéndose a ningún valor superior al de la propia vida, que es voluntad de poder. En su concepción de superhombre, enlaza antropología y ontología. La voluntad de poder es la esencia del hombre y del mundo. La imagen del superhombre es la del niño que dice sí a la vida. La fórmula suprema de esta afirmación de la vida es la creencia en el eterno retorno. Nietzsche critica la concepción lineal y teleológica del universo. No hay más mundo que este, y debemos vivir cada instante como si fuese eterno.