Fundamentación de la moral en Kant: Contexto, influencias y actualidad

Contexto histórico-cultural

En la Fundamentación, Kant dirige su atención a la moral. Defiende que si la razón no es autónoma, no hay acción moral.

Kant describió su tiempo como la época de la Ilustración. Según él, consiste en la liberación del ser humano de su culpable incapacidad para servirse de su razón sin la guía de otro. Los pensamientos de esta época se centran en la necesidad de conquistar la autonomía. Sin ella, la Ilustración es imposible.

La Ilustración nace en Inglaterra y, a lo largo del siglo XVIII, llega a Francia, desde donde se difunde por casi todo el continente. Los estados alemanes soportan una economía atrasada, por eso la Ilustración se convirtió en un proceso elitista.

La Ilustración comienza con Federico II el Grande, quien, haciendo suya la idea de progreso, continuó el desarrollo económico y militar iniciado por su padre. Lo más característico fueron las medidas propias del despotismo ilustrado: suprimió la tortura, se preocupó por la administración de justicia y garantizó la libertad religiosa. Instauró la enseñanza obligatoria hasta los 13 años y potenció la secundaria. Fundó la Academia de las Ciencias.

Contexto filosófico

La Ilustración alemana fue racionalista. Los dos autores del contexto anglo-francés más influyentes en Kant fueron Hume y Rousseau.

Durante un tiempo, Kant se ocupó de buscar las condiciones que hacen posible el conocimiento universal y necesario, y analizó las condiciones que hacen posible una moral también universal y necesaria: la Fundamentación.

Newton, junto a Locke, había descrito un mundo determinado por leyes físicas, en el que no cabe la libertad. Kant había confirmado esa descripción en la Crítica de la razón pura.

Hume había denunciado lo que se ha llamado la falacia naturalista: el intento de los filósofos por fundar la moral (cómo deben ser las cosas) en el ser (en cómo son). Hay cosas que nos producen sentimientos agradables (buenas) y otras que nos desagradan (malas). La moral es la emoción, por lo tanto, la existencia de leyes prácticas universales era imposible.

La influencia del determinismo calvinista defiende a un ser humano al que solo le queda averiguar cuál es el destino que Dios le ha prefijado. Kant se revelaba contra esa predeterminación.

La Fundamentación supone el esfuerzo de Kant por salir al paso de estas amenazas para la libertad. Pretende reducir la física newtoniana y demostrar la capacidad de autodeterminación del ser humano. Frente a Hume, intenta demostrar que la universalidad se da también en las leyes morales y, frente al calvinismo, explica cómo es que la libertad es posible.

Relación con la ley natural de Tomás de Aquino

Para este autor, lo moral es lo que se ajusta a los preceptos de la ley natural, que se deducen del análisis de las tendencias o inclinaciones naturales. El orden de los preceptos morales es paralelo al orden de las inclinaciones naturales. Según el Aquinate, lo bueno es lo que se ajusta a aquello a lo que el ser humano tiende naturalmente. El deber ser se deduce del ser natural.

Desde la perspectiva kantiana, si la razón propone como deber lo que responde a las tendencias naturales, el resultado será una acción que no es ni libre ni autónoma, y es una moral heterónoma. Hay tres diferencias entre ambos autores:

  • La naturaleza humana de la que habla Tomás de Aquino es un hecho. Kant la llama «dones de la naturaleza». Estos no pueden ser el fundamento de la moral porque no son ni buenos ni malos. El Aquinate establece que uno de los preceptos de la moral es la conservación de la propia existencia, pero tal precepto no es universal, pues dar la vida por defender la fe, la patria u otra persona puede ser moralmente bueno. Se pondría así de manifiesto el carácter particular y contingente de la ley natural y el distanciamiento de su posición respecto al filósofo alemán, quien defiende la universalidad y necesidad de la ley moral.
  • Desde la posición kantiana, si los preceptos morales se basan en la naturaleza humana, el ser humano no sería libre, estaría sometido a la necesidad de su naturaleza. Kant insiste en no fundar la moral en ningún hecho, sino en la mera razón.
  • La ética tomista sería para Kant una ética heterónoma porque la razón no se da a sí misma la ley moral, sino que la deduce de la naturaleza, por eso el ser humano no sería libre ni autónomo.

Relación con el emotivismo moral de Hume

Hume dice que lo único que hallamos en la experiencia son hechos: la bondad o maldad no aparecen por ningún sitio. Hay cosas que nos producen sentimientos agradables (buenas) y otras que nos desagradan (malas).

La moral se basa en nuestros sentimientos o emociones. Se pueden construir dos críticas de este emotivismo:

  • Kant sostiene que la ley moral tiene que ser objetiva y universal, como cualquier ley de la naturaleza. Esto es imposible en el emotivismo defendido por el filósofo empirista, dado que los sentimientos son subjetivos. La única posibilidad válida para todos es una moral basada en lo universal: la razón.
  • Kant critica al emotivismo humeano. Esta ética sostiene que las emociones que nos causan las acciones se apoyan en un sentimiento de simpatía universal. Nos encontraríamos con una moral heterónoma, pues dicho sentimiento nos impone sus propias leyes, restándonos libertad y autonomía.

Relativismo frente a universalismo (actualidad)

En nuestra sociedad se producen polémicas en torno al aborto o la eutanasia. En ocasiones, asistimos a argumentaciones que defienden o atacan las que Kant ofrece. Todavía hay quienes consideran que existen leyes y principios inviolables, válidos para toda época y sociedad, y quienes piensan que todo puede ser alterado. En la primera posición estaría la consideración kantiana de que existe un principio moral universal.

La eutanasia es un ejemplo claro. Los que defienden que la vida es un valor absoluto piensan que está por encima de las decisiones humanas. Para otros, la vida no es algo absoluto, sino que depende de las circunstancias, por eso el ser humano podría decidir cuándo y cómo aceptar la vida.

El diálogo como medio para superar los conflictos culturales

Hoy día seguimos asistiendo al enfrentamiento entre civilizaciones, especialmente entre las culturas occidentales de tradición judeocristiana y las de Oriente Próximo y Medio, dominadas por posiciones musulmanas. La moral kantiana contiene un proyecto que permitiría superar los conflictos.

Kant propone la razón como fuente de moralidad. Habría un espacio en el que dirimir las disputas, un espacio más allá de las diferencias culturales, políticas o religiosas: el ámbito de la razón. Existe una condición para alcanzar valor moral: su posible universalización. Actuar con los demás como quiero que actúen conmigo, ese puede ser el inicio.

La libertad frente a la uniformidad

Vivimos un momento regido por un igualitarismo que unifica las formas de ocio, de consumo y de los proyectos vitales. Estamos sometidos a lo que se ha llamado «pensamiento único». Habría que releer la autonomía moral kantiana para encontrar nuestro propio espacio.

Kant nos invita a una moral que nace de nuestra libertad. La única condición moral es formal: la posibilidad de universalización de mi máxima. Kant nos exige valentía. Esta máxima ilustrada sigue siendo necesaria en nuestra sociedad, en la que las normas son teledirigidas desde los medios de comunicación. Hay ciudadanos irresponsables, siempre hay un factor externo al que echarle la culpa de nuestros actos. La ética kantiana apuesta por la responsabilidad que nos hace ser verdaderos adultos.

El comodín del público como norma moral

La proliferación de libros de autoayuda o de programas de radio o TV donde se acude para someter las decisiones y problemas a juicio público y encontrarles solución, nos muestra la heteronomía en la que se tiende a vivir. Difícilmente podríamos encontrar un planteamiento más claro de la disposición moral que Kant tanto critica. Una moralidad de este tipo acaba con lo que hace ser al ser humano: su capacidad de autodeterminación.

El ser humano como fin

Las formas de explotación sexual o comercial del menor, de la mujer, del emigrante, son distintos modos de no tomar al otro como un fin, sino como un medio. Cuando se golpea a un compañero en el instituto y se graba con el móvil, también se usa como medio. Pero podemos ir más allá: Kant deja claro que quien así actúa, se deshumaniza, se está utilizando a sí mismo como instrumento al servicio de sus inclinaciones. Las palabras de Kant son: «nunca usar la humanidad como medio, sino como un fin».

Las éticas dialógicas

Hunden sus raíces en la moral kantiana. El filósofo alemán pensaba que la razón es común a todos. Estas nuevas éticas tienen en cuenta que los intereses de cada uno son diferentes y antagónicos, lo que hace que la razón pueda llevarlos a distintas soluciones. Estas éticas se fundan en lo que las distintas razones hayan consensuado mediante un diálogo racional. El fundamento de la moral sigue siendo la razón. Se trata de éticas inspiradas en Kant y que se basan en el cumplimiento del deber, aunque es buscado de manera colectiva y no individual.

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