Fundamentos de la Moralidad: Actos Humanos, Normas y Conciencia

Los actos llevados a cabo por el ser humano se dividen en dos grupos: los realizados con conocimiento y libertad, y los carentes de tales atributos. Estos últimos son actos del hombre, pero no actos humanos. La actividad humana puede realizar o abstenerse de realizar determinados actos, como no calumniar o respetar la vida. Estos son llamados Actos Morales.

¿Por qué evitar los actos moralmente malos?

¿Qué significa bueno o malo? ¿Cuál es el principio regulador de la conducta humana? ¿Cómo ha de conducirse el hombre respecto a Dios, a sí mismo y a su prójimo? La ética responde a estas preguntas investigando normas o reglas desde el punto de vista de su condición de norma y, en su parte especial, de manera más correcta: aplicadas a las diversas situaciones.

El Acto Moral

La apreciación universal de los hombres llama acto moral al que posee aquella propiedad que lo hace bueno o malo. Esta propiedad le adviene por su conformidad o disconformidad con una norma de vida que afecta al sujeto por su condición de hombre. Tal norma viene concebida como obligatoria. Lo bueno o malo no se muestra simplemente como algo conforme o disconforme, sino también como prescrito. El acto aparece como producto del sujeto con libertad y advertencia de la conformidad o disconformidad con la norma. Actos de un niño o de un demente no son actos morales.

La Norma Moral

Si el acto es bueno cuando se ajusta a la norma directiva de la conducta humana, incumbe a la ética investigar esa norma. El hedonismo, profesado por Demócrito y Epicuro, y el materialismo creen encontrarla en el placer, la satisfacción sensorial o el espiritual de las tendencias. Lo que contribuye al placer es bueno, lo que lo impide es malo. El bien dista mucho de ser una sublimación del placer.

Utilitarismo

La norma moral es igual a la utilidad. Lo útil es bueno. Pero olvidan que lo útil carece de valor en sí mismo. Lo útil es tal porque sirve para algo. Si ese fin es malo, lo será también el medio. De la utilidad misma no cabe inferir si el fin es malo o bueno. Según Kant, “obra de tal modo, que la máxima pueda valerse siempre como principio de una legislación universal”. Una acción es buena cuando puede amoldarse al principio enunciado. Su bondad o malicia le vendrá de si puede o no recibir la forma de dicho principio. La mentira es ilícita porque no puede erguirse en norma universal. Esta doctrina es el formalismo moral. Su insuficiencia es evidente, pues desligando la ley moral de los objetos buenos o malos en sí mismos, resulta imposible juzgar la bondad o malicia de una acción. En última instancia, lo decisivo es la materia y no el principio formal. Algo constituye un bien para un sujeto cuando le es conveniente y le perfecciona. La salud es un bien porque perfecciona el organismo humano. La norma moral está constituida por la naturaleza humana tomada íntegramente. La acción moral acrecienta el ser del hombre, y la acción mala daña al hombre entero. Restringirla equivale a destruirla. El hombre es un ente creado compuesto de espíritu y materia. El aspecto religioso tiene la primacía sobre todo lo demás. Lo espiritual es superior a lo corpóreo. Cuando esté en juego la relación entre individuo y comunidad, será inmoral lo que perjudique a la sociedad. También será inmoral una preeminencia de la comunidad que anule fundamentalmente al individuo. Con la norma de moralidad hallamos la existencia de acciones intrínsecamente buenas y malas. Hay acciones que niegan de manera implícita algo propio de la naturaleza humana. La existencia de acciones intrínsecamente buenas o malas no se opone a que haya acciones extrínsecamente buenas o malas. La posición del positivismo moral, negando la existencia de acciones buenas o malas por naturaleza, pone la moralidad del acto en algo exterior a él. El fundamento último de la moralidad se basa en la naturaleza humana íntegramente tomada y, a través de ella, en la esencia de Dios. Dios es el fundamento último del orden moral. El primer principio moral: la ley natural contiene diversos preceptos, reducidos a uno solo: “hay que hacer el bien y evitar el mal”.

La Ley Natural

Se lo nombra primer principio moral porque goza de la máxima evidencia y es universalmente admitido. Propiedades de la ley natural: tiene bajo su dominio a todos los hombres, es universal y posee inmutabilidad. La ley natural es cognoscible para todo hombre, pues la evidencia máxima de tales procesos garantiza la posibilidad de su universal conocimiento. Por lo que respecta a las conclusiones más remotas de los primeros principios morales, puede darse el caso de hombres que por sí mismos no lleguen a alcanzarlas.

La Conciencia Moral

La ley moral es abstracta; las resoluciones que hay que tomar son concretas. ¿Puedo hacer esto? He aquí la función de la conciencia moral, que cabe definir como el juicio práctico del entendimiento sobre la bondad o malicia de una acción. El arrepentimiento moral es cuando el hombre detesta la mala acción cometida. También existe la conciencia errónea, que está exenta de culpa si juzga con error invencible, pero que resulta culpable si el error es vencible. Podemos encontrar la conciencia laxa, la escrupulosa y la dudosa. Se debe seguir siempre el dictamen de la conciencia cierta, aun cuando sea errónea, pues para el sujeto constituye la expresión de la ley. Un acto objetivamente malo, llevado a cabo con conciencia errónea que lo juzga ciertamente bueno, no es una falta moral para el sujeto cuya intención es buena. El error debe ser invencible. Si la conciencia, pudiendo salir de él, no lo hiciera, el error sería culpable e imputable al sujeto. No es lícito jamás obrar con duda respecto a la licitud de una acción, porque la voluntad está en tal caso dispuesta tanto para abrazar el bien como el mal. Es menester poner todos los medios para salir de la duda. Pero cabe que no sea posible llegar a la certeza teórica sobre la licitud o ilicitud de la acción debido a la discrepancia existente entre los especialistas. El tuciorismo exige siempre el camino más seguro de la ley. El probabiliorismo permite el acto cuando es más probable que la contraria. Cabe seguir el parecer permisivo cuando goza de igual probabilidad que el opuesto. El probabilismo enseña que puede seguirse la opinión favorable a la licitud del acto, si esta asistida por razones sólidas y serias, aunque el parecer opuesto cuente también con razones de peso, pues una ley verdaderamente dudosa no puede obligar. Con ayuda de este principio puede formarse una conciencia sobre la licitud de un acto y, en consecuencia, obrar moralmente.

Factores de la Moralidad de un Acto

La moralidad de un acto depende ante todo de su objeto, aquello a que la voluntad tiende inmediatamente. Debe realizarse en unas circunstancias y con un fin o intención que puede modificar su moralidad. Por ejemplo, dar limosnas por vanidad, el acto bueno en sí queda afectado por la malicia o desorden del fin. Para que un acto sea moralmente bueno, deben serlo el objeto, el fin y las circunstancias. He aquí por qué el fin no justifica los medios. Si bien, en abstracto, caben actos humanos moralmente indiferentes (por ejemplo, hablar).

Condición del Acto Moral, Mérito, Imputabilidad, Responsabilidad

Un acto humano solo es moral cuando se realiza con libertad y con conocimiento de la bondad o malicia de la acción. Las causas modificativas de estas condiciones influirán en la moralidad del acto: la ignorancia (ignorancia no culpable que no es debida a falta de diligencia en informarse), el miedo, que amengua la libertad aunque no la suprime del todo, las pasiones y los hábitos que atenúan la libertad sin hacerla desaparecer. Cuando el acto se realiza en las condiciones dichas, adquiere mérito o demérito. De la libertad del acto moral se sigue su imputabilidad. Correlativa a la imputabilidad es la responsabilidad, en cuya virtud el autor del acto debe dar cuenta de él ante su conciencia, sus semejantes o ante Dios, y aceptar las consecuencias de su conducta.

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