Fundamentos de la Sociedad y el Liberalismo: Un Enfoque Filosófico

La política, desde su empirismo, va a analizar los hechos, la realidad social, lo que pasa en los estados y en su análisis va a encontrar en el concepto de utilidad el fundamento de las leyes de la sociedad. Hobbes va a criticar todas las teorías del contrato social imperantes en su época. Según estas, al principio de los tiempos, el hombre se encontraba en un estado natural en el que no existía la ley y cada uno obraba según sus deseos sin seguir ninguna norma. Entonces, surge el contrato social, un pacto mediante el cual todos los hombres ceden su poder natural a la figura del soberano con el fin de que este garantice la paz social. Hobbes va a negar la existencia de este estado natural previo a la sociedad. No tenemos evidencia empírica de nada por el estilo, no hay pruebas de que tal estado haya existido alguna vez. Para Hobbes el ser social es algo natural al hombre, el hombre siempre ha sido social pues para existir necesita de una familia y esa es el primer núcleo de la sociedad. Y de este primer núcleo surgen nuevos vínculos en función de la utilidad de la asociación que van agrandando la sociedad hasta llegar a nuestras sociedades actuales. Pero esto no quiere decir que las normas que rigen la sociedad sean fruto de la naturaleza humana, ya que las leyes o instituciones son productos artificiales fruto del acuerdo entre hombres en función de los beneficios que les reportan. El origen del gobierno y su poder coactivo se debe a que los hombres desean aumentar sus riquezas y posesiones. Para que esto ocurra hace falta una institución que imparta justicia para proteger la propiedad privada. El gobierno me es útil en función de mis intereses. En resumen, el Estado, la sociedad y sus normas no surgen de ninguna ley natural o divina que rija todo, ni de un contrato originario entre todos los hombres que nos saca de nuestro estado natural, sino de la utilidad que nos proporciona el hecho de que existan.

El Liberalismo de Locke

El liberalismo de Locke. Locke fue un filósofo empirista considerado el padre del liberalismo moderno, influyó de forma determinante en las ideas de la Revolución Gloriosa y la Declaración de Derechos Británica. El pensamiento político de Locke es coherente con el lugar central que la filosofía moderna asigna al sujeto, pues afirma la necesidad de respetar los derechos individuales naturales a la vida, la libertad, la propiedad y la felicidad, unos derechos humanos innatos anteriores a cualquier ordenamiento político y a la constitución de cualquier sociedad. Su empirismo le llevará a negar las ideas innatas en el conocimiento, su liberalismo le lleva a afirmar que el hombre sí nace con unos derechos humanos innatos. Cualquier estado tendrá como misión proteger esos derechos y libertades individuales del ciudadano. El gobierno deberá estar constituido por un rey y un Parlamento, en el cual se exprese la voluntad popular y donde se elaboren las leyes que todos tendrán que cumplir, tanto el rey como el pueblo. Por eso puede señalarse a Locke como el padre del parlamentarismo moderno y de las monarquías parlamentarias que hoy existen en Europa. Según Locke, el poder del gobierno emana del pueblo y no debería ser absoluto, sino que siempre debería respetar los derechos humanos naturales y las leyes en que estos se expresan. Se considera a Locke un representante del iusnaturalismo, opinión según la cual existen una serie de derechos en la naturaleza humana, independientemente de que los códigos legales los reconozcan o no. Antes de Montesquieu, en quien Locke influyó, aconseja la separación entre los poderes legislativo y judicial, para su mutuo control y para evitar que todo el poder se concentre en unas pocas manos. En una sociedad así organizada, existiría una pluralidad dirimiendo los inevitables conflictos entre los ciudadanos siempre con el objetivo de respetar esos derechos. Existen diferentes vías para llegar a la felicidad, y el Estado solo debe vigilar para que esas vías no interfieran entre sí. Pero la búsqueda de la felicidad, así como las creencias religiosas, deberán ser una cuestión puramente individual y privada, en la cual el Estado no debe intervenir a no ser que se vulneren los derechos naturales. Es fundamental la tolerancia entre las diversas creencias religiosas, pues lo contrario es el motivo más frecuente de las guerras. El estado deberá estar separado de la Iglesia y la religión debe ser un asunto privado. Dentro de la tradición moderna de imaginar un «estado de naturaleza» previo a cualquier sociedad con leyes, Locke cree que en ese estado los hombres vivirán en paz y siguiendo su propio sentido común racional. Pero para asegurar mejor sus derechos naturales, los hombres habrían acordado un contrato social por el cual, delegan su poder en una autoridad central que imparta justicia. Por tanto, el poder emana del pueblo para Locke, no de Dios o de la tradición. La autoridad pública solo será legítima si vela por el respeto a los derechos naturales individuales.

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