Fundamentos del Conocimiento y la Ética en Hume: Impresiones, Ideas y Sentimiento Moral

Hume: Fundamentos del Conocimiento y la Ética

Conocimiento: Impresiones e Ideas

Hume denomina percepción a los elementos del conocimiento, a todo aquello que está presente en nuestro entendimiento. Las percepciones son impresiones o ideas. Las impresiones son los conocimientos que recibimos de los sentidos y pueden ser de sensación o de reflexión. Las ideas son copias de las impresiones y proceden de ellas.

La distinción se basa en la fuerza con la que se presentan: las impresiones son más intensas y las ideas más débiles.

Hume distingue entre percepciones simples y compuestas. Las simples son aquellas que no admiten distinción o separación interna, mientras que las compuestas sí la admiten.

Las impresiones son todos los materiales con los que cuenta nuestro conocimiento, son su origen y su límite en extensión y certeza. No hay ideas innatas, todas se originan en las impresiones. La validez de nuestras ideas depende de las impresiones en las que se originan. El conocimiento no puede extenderse más allá del límite de las impresiones.

Relaciones de Ideas y Cuestiones de Hecho

Todo aquello que conocemos es una relación de ideas o una cuestión de hecho. Las relaciones de ideas son conocimientos que expresamos mediante proposiciones necesarias, regidas por el principio de contradicción. Ejemplos de este conocimiento son las proposiciones de la matemática y la lógica.

Las cuestiones de hecho son todo aquello que no puede ser averiguado del mismo modo, pues lo contrario a lo que afirman es igualmente posible y dependen de las impresiones.

Todas las ideas se originan en las impresiones.

Una relación de ideas se puede resolver por una operación del pensamiento. Pero una cuestión de hecho depende de las impresiones, tanto por el origen de las ideas que en ella aparecen como por la forma en que podemos decidir su verdad.

La Justificación del Conocimiento

Las evidencias acerca de las relaciones de ideas no plantean dificultad de justificación, pues lo contrario a lo que afirman es imposible. Nuestro pretendido conocimiento de hechos habitualmente implica cierto conocimiento que excede la experiencia que realmente hemos tenido.

Estas evidencias se basan en una conexión necesaria entre causa y efecto. Hume propone revisar el fundamento de la evidencia que nos proporciona la relación causal, análisis que sigue estos pasos:

  1. La relación que se establece entre causa y efecto, en ningún caso puede llegarse mediante un razonamiento a priori.
  2. El conocimiento de que tal relación se ha producido en el pasado no es conocimiento de que exista una conexión necesaria entre los dos hechos que justifique su aplicación a la experiencia que aún no hemos obtenido.
  3. La aplicación de ese argumento se basa en la semejanza con los casos precedentes y la presunción indemostrable de que la naturaleza se porta de un modo regular. La evidencia se fundamenta en la costumbre, que produce una conexión de la causa y el efecto en nuestro pensamiento.
  4. El resultado no es una certeza racional, sino una creencia.

Las consecuencias de este análisis llevan su filosofía al escepticismo y al fenomenismo. Solo contamos con las impresiones, pero no podemos saber de dónde proceden: son los fenómenos conocidos en las impresiones, y no la cosa que soporta los fenómenos.

Aquellos conocimientos que son relaciones de ideas no plantean problemas de justificación. Pero no ocurre lo mismo con las cuestiones de hecho.

La aplicación del razonamiento causal es especialmente inaceptable cuando pretendemos pasar de impresiones a aquello de lo que la experiencia no es posible, como es el caso de Dios, el mundo o el yo.

Ética: El Sentimiento Moral

Hume realiza una crítica a toda la ética anterior a él. Según su teoría, nuestros juicios morales no son producidos por la razón.

Hume señala que las éticas anteriores incurren en la falacia naturalista: tratan de deducir lo que debería ser de la observación de la realidad. Además, si bien el razonamiento puede ayudarnos a clarificar la utilidad de las acciones humanas, nunca puede impulsarnos a realizarlas. Así, según Hume, la moral no surgirá de nuestra razón. Hume defiende el emotivismo moral: el fundamento de la moral será el sentimiento moral del individuo. Este sentimiento moral es una emoción o “gusto” interior que surge en el sujeto y que muestra agrado o desagrado ante las acciones, siendo universal a todos los hombres. Este sentimiento moral se funda en dos principios: la utilidad y la simpatía. La utilidad nos permite conocer la expectativa del placer que una acción puede hacernos conseguir. Así, aquellas acciones que más placer nos vayan a procurar, incluyendo un cálculo sobre sus consecuencias futuras, son aquellas que tenderemos a calificar como buenas. Por ello, la calificación moral de las acciones humanas no se basa en el altruismo o amor a la humanidad, sino en criterios pragmáticos. En segundo lugar, está la simpatía, que es la inclinación que todos los hombres poseen a participar de los sentimientos y de las inclinaciones de los otros seres humanos y que nos lleva a obrar moralmente. De esta forma, se garantiza que el sentimiento moral no sea individual y que la moral no sea meramente convencional, sino que se funde en un sentimiento moral característico de la propia humanidad y sea, por tanto, universal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *