El materialismo histórico de Marx
El materialismo de Marx es materialismo en la medida en que niega cualquier tipo de realidad no material (Dios, alma…) y es histórico porque considera que la base material o estructura económica es el fundamento de todo, y porque esa base material cambia a lo largo de la historia en un proceso dialéctico.
Para Marx, la realidad radical que fundamenta las demás realidades es la actividad productiva o trabajo, verdadera naturaleza o esencia del hombre. Mediante el trabajo el hombre entra en relación con la naturaleza para transformarla y obtener o producir los medios necesarios que satisfagan sus necesidades. La forma o modo en que se organiza esta producción da lugar a los distintos modos de producción (la combinación específica de fuerzas productivas y relaciones de producción que caracteriza una época histórica) que se han sucedido a lo largo de la historia.
En cada modo de producción, Marx diferencia la infraestructura o estructura económica —compuesta, a su vez, por las fuerzas productivas (medios de producción y trabajadores) y las relaciones de producción (las que se establecen entre los propietarios de los medios de producción y los trabajadores o desposeídos)— y la superestructura o estructura ideológica, la organización política del Estado y el sistema jurídico. La infraestructura es dominante, condiciona y determina a la superestructura. No es la conciencia la que determina el ser, sino la realidad social la que determina la conciencia.
A lo largo de la historia han ido apareciendo, de forma dialéctica, distintos modos de producción coincidentes con las grandes épocas históricas:
- Comunismo primitivo
- Modo de producción esclavista
- Modo de producción feudal
- Modo de producción capitalista
Decir que aparecen de forma dialéctica quiere decir que la historia avanza a base de contradicciones y luchas; es decir, en cada modo de producción existe un enfrentamiento entre estamentos o clases sociales. El conflicto culmina en una revolución que origina la aparición de un nuevo modo de producción, por eso afirma Marx que la lucha de clases es el motor de la historia. La división social en clases o estamentos surge con la propiedad privada de los medios de producción, en el momento en que una clase o estamento se apropia, privatiza y usa en beneficio propio la tierra, las fábricas, las máquinas, el dinero… Esto acontece por primera vez en el modo de producción esclavista: desde entonces las sociedades quedan divididas en dos grupos antagónicos: los propietarios de los medios de producción y los desposeídos.
La propiedad privada es causa y consecuencia de la alienación del trabajo, porque el trabajador pierde la propiedad, no sólo de los bienes que produce, sino de su propia fuerza o capacidad de trabajo, que vende al propietario capitalista a cambio de un salario. El propietario obtiene el beneficio de la plusvalía.
En el modo de producción capitalista, se espera que los trabajadores se rebelen contra el sistema explotador, culminando en una revolución que acabe con la propiedad privada e instaure una sociedad comunista sin clases, fundada en una absoluta igualdad. En esta sociedad comunista los trabajadores tendrán el control y la gestión de los medios de producción y de la producción misma, y cada uno recibirá en base a su trabajo y sus necesidades. Según Marx, este proceso revolucionario sería acelerado por la propia inercia del sistema capitalista y sus contradicciones internas.
El comunismo implica la desaparición no sólo de la propiedad privada; también es el fin del Estado (ya no es instrumento al servicio de la clase dominante, porque no hay clases) y de la historia misma, pues el conflicto de clases deja de ser el motor que la mueve.
Comentario de texto de Marx
a) Contexto del autor
Marx es un filósofo alemán del siglo XIX, época de la consolidación del capitalismo industrial y de la agitación social. Es artífice del socialismo científico, cuya base teórica es el materialismo histórico, doctrina que sitúa la lucha de clases como motor de la historia.
b) Ideas principales sobre la alienación
- Cuando el trabajo es alienado, no pertenece al trabajador, quien no es feliz y se siente rechazado.
- El trabajo alienado se realiza de forma forzada; el trabajador se siente rechazado, ya que el trabajo carece de valor intrínseco y es solo un medio para satisfacer necesidades externas a él.
- El trabajo alienado no pertenece al trabajador, sino a otro (el capitalista).
- Existe un paralelismo entre la alienación laboral y la religiosa, donde las creaciones de la imaginación actúan como algo extraño y ajeno.
c) Análisis del concepto de alienación
El fragmento pertenece a los Manuscritos de Economía y Filosofía, una importante obra de la etapa de juventud de Marx.
La alienación designa la situación en la que el sujeto se objetiva o exterioriza desprendiéndose o siendo desposeído de algo que le pertenece, de forma que ese algo ya separado adquiere realidad y el sujeto lo vive, lo experimenta como algo ajeno, extraño, que no le pertenece y a lo que se enfrenta e incluso se somete.
Frente a Hegel, el interés de Marx es estudiar las circunstancias y causas reales, históricas y socioeconómicas que provocan la alienación, motivo por el que considera la alienación económica como la fundamental y el fundamento del resto de alienaciones que se dan a nivel de la superestructura: la religiosa, la política. La alienación económica es común a toda infraestructura que descanse en la propiedad privada de los medios de producción.
Las consecuencias negativas de la alienación del trabajo incluyen la privatización del producto del trabajo en beneficio del propietario, provocando una escisión social entre propietarios y trabajadores. El trabajador se ve obligado a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
En la alienación religiosa, según Marx, el rasgo esencial es la proyección de cualidades humanas en un ser imaginario (Dios), que luego se percibe como algo extraño y superior al hombre.
d) ¿Consideras que en el mundo actual el trabajo asalariado es un trabajo enajenado?
Sí, se podría argumentar que el trabajo asalariado actual conserva elementos de alienación. A menudo, se trabaja principalmente como un medio para obtener un salario y satisfacer necesidades básicas, no como una actividad intrínsecamente satisfactoria o autorrealizadora. El trabajador vende su fuerza de trabajo, y el producto de ese trabajo pertenece al empleador, lo que puede generar una sensación de separación o extrañamiento respecto a la propia actividad y su resultado.
NIETZSCHE (Crítica de la cultura occidental)
El vitalismo trágico
La visión trágica del mundo de Nietzsche se observa desde su primera etapa romántica. Bajo la influencia de Schopenhauer, descubre el componente trágico inherente a la existencia: dolor, contradicción, desgracia, sufrimiento… Observa que estas contradicciones se recogen en el simbolismo de las figuras de Apolo y Dionisos. La fuerza creadora está simbolizada en Dionisos. La vida, tal como la entiende Nietzsche, está representada en Dionisos, dios griego del frenesí, de las pasiones, de los placeres, de la desmesura, de los instintos, de la música, de la danza, de la sexualidad y la embriaguez. La vida tiene un inevitable componente de dolor, de tragedia, que hay que asumir positivamente. En cambio, Apolo es el dios de la razón, de la claridad, del orden. El mundo es el resultado del conflicto entre Apolo y Dionisos. El equilibrio entre ambos símbolos fue el rasgo definitorio de la cultura griega antigua hasta la llegada de Sócrates, filósofo con el que se inicia la decadencia y corrupción de la cultura occidental basada en el predominio de Apolo sobre Dionisos, el predominio de lo racional y conceptual frente a lo pasional, a la vida. Con Platón se consuma la traición a la vida al dividir la realidad en mundo sensible y mundo inteligible, situando el verdadero ser en este último e infravalorando el mundo sensible que es el único existente. Este dualismo será asumido y consagrado por el Cristianismo.
La concepción trágica del mundo interpreta la realidad como un perpetuo enfrentamiento de contrarios sin posibilidad de reconciliación.