Fundamentos del Pensamiento Kantiano: Conocimiento, Ética y la Razón Pura

Kant afirma la necesidad de ejecutar un juicio de la razón. Este juicio es necesario porque, según él, la especie humana se encuentra en una situación de minoría de edad con respecto a su propia libertad. El ser humano no piensa por sí mismo, por eso puede afirmar Kant que, a pesar de ser la época una época de Ilustración, no es una época ilustrada. La razón pura tiene que abarcar fundamentalmente tres campos de la naturaleza humana y ha de ser capaz de responder a tres preguntas: ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer? y ¿qué me cabe esperar?. Según Kant, estas tres preguntas se pueden resumir en una sola: ¿qué es el hombre?. Ahora bien, según Kant la razón pura tiene dos usos: un uso teórico y un uso práctico. Si la Filosofía tiene que ejecutar una crítica de la razón pura tendrá que hacerla sobre cada uno de los dos usos que ésta tiene. Kant va a desarrollar su juicio sobre el uso teórico de la razón en su obra Crítica de la Razón Pura. La idea central de Kant en esta obra es que el conocimiento es una síntesis entre la sensibilidad y el entendimiento. El conocimiento más privilegiado es el conocimiento científico, por lo que Kant, al investigar las condiciones que hacen posible y justifican el conocimiento, va a preguntarse por las condiciones de posibilidad del conocimiento científico.

El Conocimiento y los Juicios Sintéticos a Priori

El conocimiento se expresa a través de juicios y los juicios científicos tienen una forma nueva que hasta ahora no había sido determinada: son juicios sintéticos a priori. Lo que es a priori en la sensibilidad son las condiciones trascendentales de la sensibilidad, es decir, aquellas condiciones que el sujeto pone para hacer posible la experiencia sensible y que por lo tanto son previas a ésta y la posibilitan. Las condiciones trascendentales de la sensibilidad, para Kant, van a ser intuiciones puras y son dos: el espacio y el tiempo.

Las Condiciones Trascendentales del Entendimiento

También en el entendimiento, el otro polo del conocimiento, Kant va a determinar cuáles son las condiciones trascendentales que posibilitan su aplicación. Según Kant, las condiciones trascendentales del conocimiento son los doce conceptos puros o categorías. De la misma forma que la sensibilidad va a producir intuiciones, el entendimiento va a producir conceptos. Para poder conocer, el sujeto tiene que poner en el fenómeno algo, a saber, las condiciones trascendentales, tanto de la sensibilidad como del entendimiento. Si el sujeto no interviniera en los fenómenos éstos no podrían ser conocidos. Esto significa que el objeto de conocimiento es siempre construido por el sujeto que transforma el fenómeno en ese objeto a través de las condiciones trascendentales que pone en aquél. Es el sujeto el que proporciona las condiciones de posibilidad de conocimiento del objeto o, lo que es lo mismo, sin sujeto no hay objeto, puesto que éste es una construcción de aquél. Esta doctrina es conocida con el nombre de “idealismo trascendental”.

Fenómeno y Noúmeno: Los Límites del Conocimiento

El fenómeno es lo que se aparece a la sensibilidad. Ahora bien, si hay algo que aparece a la sensibilidad eso significa que tiene que haber algo que no se aparece y que sirve de soporte al fenómeno. Ese algo, que al no aparecer a la sensibilidad es por lo tanto incognoscible, es a lo que Kant llama “noúmeno” o cosa en sí. De esta forma vemos que la realidad se compone de fenómenos, lo que podemos captar por medio de los sentidos, y noúmenos, aquello que no es captable por medio de los sentidos. Ahora bien, el noúmeno, aunque no pueda ser conocido, sí puede ser pensado. Esto es lo que ha hecho la Filosofía tradicionalmente: pensar los noúmenos. Y este pensar los noúmenos, es decir, este aplicarles los conceptos del entendimiento, que es lo que impide el conocimiento, es justamente la máxima aspiración de la razón. La razón aspira a ir siempre más allá de los fenómenos hasta alcanzar lo incondicionado: el Yo, Dios y el Mundo.

La Ética Kantiana y el Imperativo Categórico

Esta aspiración de la razón de alcanzar lo incondicionado, que no puede ser satisfecha en el uso teórico de la razón, lo es en el uso práctico, donde se demuestra la existencia de aquellos noúmenos, que no pueden ser, empero, conocidos. En la Ética racional Kant va a tratar de encontrar cuáles son los principios de la voluntad pura o las condiciones trascendentales que hacen posible el conocimiento moral. Kant parte de la idea de que lo único que puede considerarse bueno a priori es la buena voluntad. Ahora bien, ¿qué es la buena voluntad?. Lo que hace buena a la voluntad es el deber. Una acción, sin embargo, se puede realizar por deber o conforme al deber, y tanto en una como en otra tendríamos que hablar de un cumplimiento del deber. Kant nos va a decir que las únicas acciones realmente morales son aquellas que se hacen por deber, independientemente de cualquier otra motivación egoísta o de otro signo.

El Principio A Priori de la Voluntad y la Ley Moral

El realizar acciones por deber es el principio a priori de la voluntad que estaba buscando, o la condición trascendental a priori del comportamiento moral. ¿Dónde viene expresado este principio a priori de la voluntad?. Según Kant en una Ley Moral que la Razón le da a aquélla. Ahora bien, esta ley moral ha de ser una ley formal que sólo sea la forma de una norma o de la ley moral. Los imperativos categóricos solamente exigen el cumplimiento del deber o la necesidad de cumplir con un deber que tiene como base o fundamento la libertad, puesto que si no existiera la libertad no podría hablarse de deber. El deber es siempre libremente escogido. Es decir, la voluntad tiene que ser autónoma, tiene que guiarse única y exclusivamente por la razón haciendo uso de su libertad y no obedecer a mandatos externos a ella misma. Los imperativos categóricos expresan así el reino del deber ser, del ideal de la voluntad, de cómo deberían de ser las cosas, y no el reino del ser, de cómo son en realidad las cosas.

Dios como Postulado de la Razón Práctica

En el uso teórico de la razón Dios va a quedar demostrado como un postulado de la razón práctica, puesto que, aunque el comportamiento moral debe ser desinteresado, una vida moral no puede quedar sin recompensa. Es Dios es el que garantiza esta recompensa.

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