Las doctrinas éticas elaboradas por la filosofía siempre se han presentado como sistemas absolutos, universales y suprahistóricos, válidos en todos los tiempos y países. Derribando también en ello los esquemas tradicionales, Nietzsche afronta el problema ético a través de una genealogía – es decir, de un relato del nacimiento y el desarrollo histórico-psicológico – de las doctrinas morales. La ética de la clase aristocrática dominante en la antigua Grecia se fundaba en el valor del individuo, en su calidad como persona, prescindiendo de las conductas asumidas. En ese entonces se consideraban virtudes la salud, la juventud, la sexualidad, el orgullo en la propia fuerza y el deseo de dominar expresado sin falsos pudores. Pero esta vital alegría de vivir decayó junto con la aristocracia caballeresca que la había inventado, siendo sustituida por la moral de los esclavos (las éticas filosóficas) y después por el cristianismo. La principal enfermedad psíquica del hombre occidental. Los nuevos valores que se impusieron son los mismos en los que estamos educados: el pudor respecto del cuerpo, la vergüenza sobre la sexualidad, la humildad, el amor a la pobreza, la renuncia vivir en plenitud, el deseo de muerte (Extracto de Más allá del bien y del mal ).
Vagando entre las más refinadas y las más toscas morales que hasta ahora han reinado en la Tierra y que reinan aún, he encontrado de manera regular determinados rasgos recurrentes y relacionados entre sí, hasta que por último se me revelaron dos tipos básicos con una diferencia radical. | Todas las concepciones morales pueden ser reducidas a dos modelos fundamentales. |
Hay una moral de los amos y otra de los esclavos; agrego de inmediato que en todas las culturas superiores y más mixtas se presentan asimismo intentos de mediación entre ambas morales y, más a menudo, incluso la confusión entre las dos y mutuos equívocos (además de su duro paralelismo, en ocasiones incluso en un mismo individuo y en el seno de una misma alma). | La moral de los amos y la de los esclavos, pese a contraponerse, pueden coexistir en un mismo periodo histórico e incluso en un mismo individuo. |
Las diferenciaciones morales de los valores han nacido bien bajo una especie dominante – que tomaba conciencia con placer de sus diferencias respecto a sus súbditos – o bien bajo los súbditos – los esclavos y los sometidos de cualquier tipo -. En el primer caso, cuando son los dominadores quienes determinan el concepto de bueno, se perciben como distintivos y determinantes los estados elevados e intrépidos del alma. El hombre noble separa de sí a las criaturas en las que se manifiesta lo contario de similares estados elevados e intrépidos: los desprecia. | La moral de los amor valoriza sus propios valores personales, la ferocidad y el coraje individual, mientras tanto desdeña todo aquello que es diferente. |
Nótese que en esa primera moral el contraste bueno y no bueno significa noble y despreciable: el contraste bueno y malo tiene otro origen. Se desprecia al vil, al temeroso, al mezquino, a aquel que piensa en la limitada utilidad; del mismo modo el desconfiado, con su mirada taimada, aquel que se humilla, la especie de los seres-humanos-perros que se dejan maltratar, el adulador mendigo, sobre todo el mentiroso: fe basilar de todos los aristócratas es la de que el pueblo vil miente. Nosotros los auténticos, así es como se llamaban a sí mismos los nobles en la antigua Grecia. | Para el noble dominante, bueno es lo que es fuerte y malo lo que es débil. |
Es sabido que, en todas partes, la definiciones de valor moral fueron primero atribuidas a los seres humanos y sólo más tarde a las acciones, motivo por el cual es un grave error que los historiadores de la moral inicien el camino a partir de interrogantes tales como: ¿por qué ha sido alabada la acción compasiva? | Las primeras concepciones éticas colocaban en el centro la calidad del individuo, y no sus acciones. |
La especie de los hombres nobles se siente a sí misma como determinante de valores: no necesita hacerse llamar buena, ella piensa que lo que me condena es de por sí condenable, sabe que es el elemento que confiere el primer valor a las cosas, es creadora de valores. Honra todo lo que sabe de sí: una moral de este tipo es autoglorificación. | En la moral de los amos, el individuo es la fuente de valores. |
En el fondo existen la sensación de plenitud, de poder que quiere desbordarse, la felicidad de la máxima tensión, la conciencia de una riqueza que querría dar y reponer: también el noble ayuda al infeliz, pero no – o casi no – por compasión, sino más bien por un impulso generado por la sobreabundancia del poder… | La ética del amo también puede ser compasiva y filantrópica. |
Muy distintas son las cosas con el segundo tipo de moral: la moral de los esclavos. Puesto que los violentados, los oprimidos, los que sufren, los inseguros y los agotados hacen moral ¿Cuál será el elementos común a sus valoraciones morales? Probablemente hallará expresión una sospecha pesimista hacia la situación humana en su conjunto, quizá una condena del ser humano y de su situación. Los esclavos no ven con buenos ojos las virtudes de los poderosos: su mirada es escéptica y desconfiada, posee una sutil desconfianza hacia todo bien venerado en el mundo de los poderosos, quisiera convencerse de que, allí, incluso la felicidad es falsa. | La moral de los esclavos es pesimista, escéptica, sometida. |
Se ponen en evidencia y se iluminan, por el contrario, las carácterísticas que sirven para facilitar la existencia de los que sufren: he aquí que se exaltan la compasión, la mano generosa y dispuesta a ayudar, el corazón tierno, la paciencia, la laboriosidad, la humildad, la cordialidad, ya que en este caso son las carácterísticas más útiles y casi el único remedio para soportar la opresión de la existencia. | Piedad y compasión son los valores de la ética servil. |
La moral de los esclavos es, esencialmente, una moral utilitaria. Aquí reside el centro de radiación de esos famosos contrarios, bueno y malo: en el mal se siente el poder y la peligrosidad, un cierto espanto, sutileza y fuerza que no consienten que aflore el desprecio. | La moral de los esclavos prescribe acciones buenas y malas. Concierne a las conductas, no a los individuos. |
Genealogía de la moral
Las doctrinas éticas del pasado siempre habían visto en los valores morales un sistema absoluto y universal, independientemente del periodo histórico y del lugar geográfica. La hipótesis genealógica de Nietzsche sugiere en cambio la posibilidad de desarrollar una historia de los valores morales percibiendo su nacimiento en determinadas condiciones histórico-sociales. El efecto es, obviamente, una relativización de los valores mismos que desvela el contenido humano (demasiado humano, según Nietzsche) que está en la base.
Muerte de Dios
El anuncio de la muerte de Dios, en núcleo de la reflexión de Nietzsche, indica el progresivo declive en la cultura del hombre moderno de todas aquellas filosofías, religiones e ideologías, que en el pasado cumplían la tarea de ilusionarlo y consolarlo. El Superhombre, el hombre que es capaz de resistir psicológicamente este hecho, ya no tiene necesidad de ilusiones tranquilizadoras porque acepta la vida con espíritu dionisíaco * en su intrínseco caos y ausencia de sentido.
Superhombre
Sintetizando la ambigua exposición de Nietzsche, el Superhombre es aquel que: 1) acepta la muerte de Dios, 2) conduce su existencia con espíritu dionisíaco, 3) supera la angustia del curso del tiempo viviendo una vida bajo la enseña del eterno retorno, 4) se sitúa frente al mundo en una actitud de voluntad de poder – es decir, no se deja determinar por objetividad alguna, sino que asigna a los objetivos el significado que más le agrada-.
Tomado de: Biosca, Anna; Murugarren, Plácido; Tomás, Javier (editores) (s.F.). Atlas Universal de Filosofía: Manual didáctico de autores, textos, escuelas y conceptos Filosóficos. Editorial Océano: España.