Grandes Pensadores de la Ética

Hannah Arendt

Hannah Arendt explica que dentro de la condición humana están: la labor, la acción y el trabajo. La acción es irreversible e impredecible. Dentro de nuestra libertad podemos elegir dos tipos de males:

Bien banal: En la banalidad del mal se exige un diálogo con uno mismo. Es la capacidad de decidir. Realizas el mal pero quitas importancia o lo normalizas porque lo has hecho por una orden.

Mal radical: Es el que realizamos conscientemente. Si llega a su extremo se considera un mal absoluto. Eichmann fue un nazi acusado de deportaciones masivas de judíos que eran llevados directamente a la muerte y que en su juicio dijo que no sentía remordimiento ni culpa porque lo hizo por orden de su superior y por eso era un mal banal.

Platón

Discípulo de Sócrates. Dice que el verdadero mundo es el de las ideas, que son únicas. El mundo de las ideas está organizado en:

  1. Bien
  2. Ideas éticas y estéticas
  3. Ideas matemáticas
  4. Ideas del mundo sensible

Para ser moralmente bueno hay que llegar al tercer nivel. Tiene 4 virtudes que tiene el ser humano según el alma que predomina en él:

  • Alma racional: prudencia y sabiduría.
  • Alma irascible: fortaleza.
  • Alma concupiscible: moderación.
  • Justicia: unión de las otras tres.

Para Platón el hombre perfecto es justo.

Aristóteles

Filósofo griego del siglo IV a.C. Discípulo de Platón. Representante de la ética teleológica y eudemonista. Tiene una visión muy realista del ser humano y dice que todos actuamos para conseguir
algo. Las cuestiones que se plantean en su teoría son ¿qué es lo que me hace feliz? y ¿cómo alcanzar esa felicidad? Por esto su ética es una ética material. Siguiendo con su ética teleológica, Aristóteles defiende que todos buscamos un fin que es la felicidad y se le denomina fin supremo, ya que identifica que lo que es bueno para el individuo es lo que le hace feliz.

Hedonismo y Utilitarismo

Identifican la felicidad con el placer. El hedonismo busca el placer individual y el utilitarismo busca un placer social. Ambos distinguen entre placer del cuerpo, que son efímeros y temporales, y placeres del alma, que son duraderos y pueden evitar dolores del cuerpo.

Hedonismo

Cuando hablamos de hedonismo hablamos de la teoría de Epicuro, filósofo griego del siglo III a.C. Este sostuvo que la felicidad consiste en la ausencia de dolor corporal y perturbación del alma, y el placer es el camino para lograr esto. Todos buscamos el placer y evitamos el dolor, y este se realiza mediante la aritmética de los placeres. Para él existen dos tipos de placeres:

  • Estables: Son los superiores porque no proporcionan dolor ni en el cuerpo ni en el alma.
  • Positivos.

Distingue 3 tipos de placer según su origen:

  1. Placeres naturales y necesarios: Sirven para la supervivencia del sujeto, hay que satisfacerlos sin límites.
  2. Placeres naturales y no necesarios: Derivan de los anteriores, son nuestros gustos personales y se tienen que poner límites.
  3. Placeres no naturales ni necesarios: Sirven para alimentar la vanidad de los seres humanos y los tenemos que evitar.

Epicuro recomendó satisfacer sin límite alguno los primeros, disfrutar con medida de los segundos y evitar los terceros.

Utilitarismo

Nació en el siglo XIX y defiende la mayor felicidad para el mayor número de personas. Sus representantes son:

  • John Stuart Mill: Valora la calidad de los placeres y distingue entre placeres inferiores, que son las que satisfacen las necesidades básicas, y placeres superiores, que son los propios del ser humano, que son morales, moral bueno e intelectual. John saca la siguiente conclusión: «Más vale ser un Sócrates insatisfecho que un cerdo satisfecho».
  • Jeremy Bentham: Defiende que todos los placeres son iguales en calidad, por lo tanto, hay que valorar la cantidad. La cantidad que él valora es: intensidad (fuerza con la que se vive una acción, más intensidad es igual a más placer), proximidad (más proximidad es igual a más placer), seguridad (más seguridad es igual a más placer) y duración (más duración es igual a más placer). Este criterio determina la cantidad de placer que me proporciona una acción o una persona.

El fin supremo está subordinado a otros fines que son instrumentos para conseguir algo, ya que, Aristóteles dice que todos actuamos para algo. Siguiendo con su ética materialista, Aristóteles nos dice que debemos nacer para ser felices: el individuo debe desarrollar su naturaleza o esencia porque el fin supremo es la perfección de este. Para desarrollarle hacemos uso de la razón, porque solo esta nos lleva a ser prudentes y a la felicidad. Además, la razón nos guía al conocimiento y a la verdad y, por tanto, a la felicidad. El individuo debe alcanzar la virtud porque esta es la excelencia dentro de las capacidades de uno mismo y se consigue realizando el bien de forma habitual. Aristóteles critica el intelectualismo socrático, que dice que siempre que el individuo conozca el bien, lo hará. La virtud para Aristóteles es el término medio. Este tiene un carácter particular, se llega a él mediante el uso de la razón y nos permite ser prudentes.

Hay tres tipos de virtudes:

  1. La valentía: Es el término medio entre la cobardía y la temeridad.
  2. La generosidad: Es el término medio entre la tacañería y la prodigalidad.
  3. La moderación: Es el término medio entre la apatía y la lujuria.

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