Introducción a la hermenéutica de Gadamer
Franz Gadamer, nacido en Breslau (Alemania), realizó sus estudios en Marburgo, donde conoció a Heidegger. Es considerado el fundador de la hermenéutica filosófica contemporánea y uno de los filósofos más influyentes del pensamiento actual. Para muchos, Verdad y método, la obra que comentaremos, es la obra más significativa de la filosofía del siglo XX, después de Ser y tiempo.
La gran aportación de Gadamer es haber dado un nuevo enfoque a una cuestión tan antigua como la hermenéutica, es decir, la disciplina que desde la antigüedad se ha encargado de la interpretación de los textos, especialmente los bíblicos. Para Gadamer, más que un método, la hermenéutica designa una capacidad natural del ser humano que lo define ontológicamente. La hermenéutica encierra una pretensión de verdad, no reducible a la ciencia ni verificable con los medios de la metodología científica. La hermenéutica de Gadamer pretende sobrepasar la abstracción que es la ciencia, así como la reducción de la comprensión hermenéutica a la metodología de las ciencias del espíritu. La comprensión y el acuerdo al que aspira son la forma efectiva de la realización de la vida social, cuya formalidad última es ser una comunidad de diálogo, de cuyo debate no está excluida ninguna experiencia del mundo. Por eso, la hermenéutica es la matriz de toda forma de vida y de experiencia.
La verdad más allá del método científico
En su obra principal, Gadamer se esfuerza por sacar a la luz y analizar experiencias de la verdad que se hallan fuera del control de las ciencias naturales. De ahí el título del libro: contra el predominio del método científico, el cual se presenta como único válido para acceder a la realidad, Gadamer nos propone que hay otros accesos a la verdad de las cosas. Hay una verdad más allá del método de las ciencias y a la cual solo podemos llegar desde las ciencias del espíritu y desde la experiencia del arte. El libro se divide en dos partes:
- La primera, en la cual se trata la cuestión de la verdad desde la experiencia del arte.
- Una segunda parte, que expande la cuestión de la verdad a la comprensión dentro del ámbito de las ciencias del espíritu.
El giro hermenéutico de Heidegger y la influencia en Gadamer
Ya en Ser y tiempo, Heidegger lleva a cabo lo que se ha denominado giro hermenéutico. El acceso al ser solo se da desde la comprensión; comprender no es simplemente una actividad humana entre otras, sino la estructura ontológica fundamental del hombre. Comprender es la sustancia de toda manifestación humana. Así, la existencia es concebida, en su carácter radicalmente lingüístico, como hermenéutica: el modo propio de ser del hombre es existir como intérprete o desvelador del ser. En Heidegger, la hermenéutica, más allá de una metodología de la interpretación, se convierte en una realidad ontológica desvelada por el análisis fenomenológico de la autocomprensión del ser. Existir es comprender o interpretarse en el mundo.
El giro hermenéutico es el punto de partida de Gadamer. Pero mientras que para Heidegger existe una estructura de anticipación que pertenece a nuestro modo de ser o comprensión, Gadamer atribuirá este sentido de anticipación al concepto de prejuicio, reivindicando un sentido positivo como posibilitador de la comprensión, es decir, se puede comprender en la medida en que se establece una estructura de anticipación. Una obra o texto solo exhiben su sentido cuando se leen o contemplan con cierta perspectiva, anticipación de una totalidad en la que cobran sentido los elementos como parte de la misma. No se trata de aceptar cualquier prejuicio como hecho ineluctable, sino de reconocer que el hilo conductor del discurso humano se desarrolla siempre desde la tradición, que debe ser puesta en juego continuamente en la medida en que el discurso se desarrolla siempre de modo abierto y nuevo hacia el futuro.
El diálogo, el lenguaje y la fusión de horizontes
Es en el discurso con los otros y con nosotros mismos donde acontece la fusión de horizontes en la que consiste el comprender, y que tiene un carácter de mayor alcance que el de un proceso puramente psicológico o epistemológico. De este modo, desde el diálogo y desde el lenguaje, el mundo no se presenta como objeto, sino que revela su sentido en un proceso que es, a la vez, hermenéutico e histórico. En este sentido, el proceso hermenéutico es el único y constante correctivo con el que el pensamiento se sustrae al dominio de la estructura lingüística. La hermenéutica tiene sentido solo si es ya ella misma el proceso en el que se manifiesta la verdad y no una simple y extrínseca vía de acceso a ella.