Hobbes, Locke y Montesquieu: Filosofía Política y Origen del Estado

Thomas Hobbes (1588 – 1679)

En 1628, Thomas Hobbes publicó una traducción de Tucídides, obra en la que critica el sistema democrático y sus peligros desde una perspectiva conservadora. En 1637, el rey y el parlamento mantenían una acalorada disputa, motivo por el cual Hobbes hizo circular secretamente un manuscrito titulado Elementos del derecho, donde defendía la necesidad de la soberanía absoluta frente al parlamentarismo. El Leviatán es una teoría sobre la soberanía en la que se muestra como un defensor implacable del absolutismo. Su filosofía constituye la más completa doctrina materialista del siglo XVII. El universo es concebido como una gran máquina corpórea, donde todo sigue las estrictas leyes del mecanicismo, según las cuales cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de elementos meramente cuantitativos: la materia (extensión), el movimiento y los choques de materia en el espacio.

El Leviatán: La Política de Thomas Hobbes

La filosofía política y la teoría social de Hobbes representan una evidente reacción contra las ideas descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad ideológica y de conciencia que proponía la Reforma. En ella, él avistaba el peligro de conducir inevitablemente a la anarquía, el caos y la revolución, de forma que para él fue necesario justificar y fundamentar la necesidad del absolutismo como política ideal con la que soslayar dichos «males». Es inevitable instaurar una autoridad absoluta cuya ley sea la jerarquía máxima y tenga que ser obedecida por todos sin excepción. El Estado es un «artificio» que surge para remediar un hipotético estado de naturaleza en el que los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la ley del más fuerte (la ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz y la armonía. Sin un Estado o autoridad fuerte sobrevendría el caos y la destrucción (la anarquía), convirtiéndose el hombre en un lobo para los otros hombres, según la célebre frase de Hobbes: «homo hominis, lupus«. La propia naturaleza nos otorga una razón que nos provee de ciertas «leyes naturales» que son como «dictados de la recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o evitadas para preservar nuestra vida y miembros en el mismo estado que gozamos«. Por ello, el hombre encuentra dentro de sí la necesidad de establecer unas leyes que le permitan vivir en paz y en orden; necesidad que se realiza mediante un pacto o contrato social mediante el cual, los poderes individuales se transfieren a «un solo hombre» o a «una asamblea de hombres»: el Estado o Leviatán que, como el monstruo bíblico, se convierte en el soberano absoluto y cuyo poder aúna todos los poderes individuales. El Estado se presenta así como algo artificial, opuesto a la naturaleza humana, pero susceptible de garantizar la supervivencia de todos a costa de la pérdida de su autonomía y libertad. Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad religiosa e ideológica y favoreció el proceso de secularización de Europa, no obstante, defendió el poder absoluto y casi autófago del Estado, a cuyos intereses ha de subordinarse toda minoría. Hobbes representa el orden propio del conservadurismo, en el cual, el todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar cualquier acción u apetencia individual. Como forma óptima de gobierno, defendió la monarquía, desaconsejando cualquier reparto entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. La época de Hobbes se caracteriza por una gran división política la cual confrontaba dos bandos bien definidos:

  • Monárquicos: defendían la monarquía absoluta aduciendo que la legitimidad de esta venía directamente de Dios.
  • Parlamentarios: afirmaban que la soberanía debía estar compartida entre el rey y el pueblo.

Hobbes se mantenía en una postura neutra entre ambos bandos, ya que si bien afirmaba que la soberanía está en el rey, su poder no provenía de Dios.

También dice que el hombre está regido por las leyes del Universo. Según Hobbes, el hombre se mueve continuamente para alcanzar sus deseos. Así, dice que la sociedad está siempre en movimiento. Escribió Leviatán, un manual sobre la naturaleza humana y cómo se organiza la sociedad. Partiendo de la definición de hombre y de sus características, explica la aparición del Derecho y de los distintos tipos de gobierno que son necesarios para la convivencia en la sociedad. El origen del Estado es el pacto que realizan todos los hombres entre sí, subordinándose desde ese momento a un gobernante, el cual procura por el bien de todos los súbditos y de él mismo. De esa forma se conforma la organización social. Según este filósofo inglés, en la condición de estado de naturaleza todos los hombres son libres, y sin embargo viven en el perpetuo peligro de que acontezca una guerra de todos contra todos (bellum erga omnes). Desde el momento en que la sumisión por contrato de un pueblo al dominio de un soberano abre una posibilidad de paz, no la verdad, sino el principio de autoridad (en tanto que sea garante de la paz) constituye el fundamento del derecho. Su visión del estado de naturaleza anterior a la organización social es la «guerra de todos contra todos». Cuando el hombre se da cuenta de que no puede seguir viviendo en un estado de guerra civil continua, surge la ley de naturaleza, que limita al hombre a no realizar ningún acto que atente contra su vida o la de los otros. De esto se deriva la segunda ley de naturaleza, en la cual cada hombre renuncia o transfiere su derecho a un poder absoluto que le garantice el estado de paz. Así surge el contrato social en Hobbes. Junto con los Dos Tratados sobre el Gobierno Civil de John Locke y El contrato social de Rousseau, el Leviatán es una de las primeras obras de entidad que abordan el origen de la sociedad.

John Locke (1632 – 1704)

El Estado de Naturaleza según Locke

Según Locke, el estado de naturaleza podría ser pacífico. El pacto se da por consentimiento entre los ciudadanos y el pueblo. El consenso solamente lo admite como vía. A diferencia de Hobbes, que decía que todos los hombres son unos lobos, afirma que no todos los hombres son malvados, hay hombres buenos y hombres malos. Ambos ponen como ejemplos las tribus de América. Aporta una ley que es fija y conocida, para generar una previsibilidad. La falta de un juez público imparcial y la persona agredida, al aplicar de una forma comedida la justicia, esa no es una forma. La falta de un poder ejecutivo para que se ejecute la ley debidamente, y respalde la sentencia, utilizando la fuerza coercitiva.

¿Por qué renuncia el hombre al estado de naturaleza?

El Estado tiene que ser creado mediante consenso o acuerdo mutuo de la comunidad. Los individuos renuncian a su parte de libertad, y se la entregan en la misma proporción individual a la sociedad, para que regule la convivencia. Según Hobbes, es un contrato social eterno. Al contrario que Locke, piensa que la libertad del individuo es un peligro para los demás. Hay una igualdad en el trato. El poder es soberano. Respalda el derecho a la rebelión contra la opresión del poder político por el incumplimiento del contrato social con el individuo. Justificación moral del derecho a la rebelión por parte de los súbditos contra el monarca.

Corrientes de Pensamiento

Locke es un continuador del iusnaturalismo, con un contenido racionalista pero asociado todavía a un creacionismo divino. El iusnaturalismo es un enfoque filosófico del derecho que postula la existencia de un cuerpo de Derechos del Hombre universales, independientes del ordenamiento jurídico positivo, fundados en la naturaleza humana. Locke tiene un enfoque empirista del conocimiento. Niega la existencia de ideas innatas en la mente de los individuos y afirma que todo el conocimiento proviene de los sentidos (de la experiencia) y del uso de razonamiento analógico (en el que se basa la lógica formal). El conocimiento humano alcanza solo a las relaciones entre los hechos, no se llega a conocer su causa, es decir podemos llegar a saber cómo pero no el por qué.

Visión del Hombre

El hombre es el portador de derechos innatos absolutos. Es un ser libre y racional. Su motivación fundamental es la autopreservación y su acción es impulsada por las pasiones reducibles al placer y al dolor. Los individuos se mueven por egoísmo, lo cual provoca conflicto, pero ya que son criaturas racionales, son capaces de establecer una convivencia en una sociedad civil. Ya que el motivo de la autopreservación del individuo se identifica con el objetivo de autopreservación de todos los hombres.

La Religión

Defiende el derecho que tienen los hombres para elegir individualmente sus propios caminos a la salvación eterna. Es partidario de la separación de la religión de la vida política. Aunque a principios de los años 60 (del s.XVII) en sus escritos, Locke se situaba a favor de la postura del clero anglicano y de reforzar la represión contra los disconformistas. Entre todo, la colaboración con el conde de Shaftesbury (a partir de 1667) le hizo cambiar su postura situándose a favor de la tolerancia religiosa. Locke niega que la libertad de culto degenere en libertinaje y rebelión, afirmando que mucho peores son las consecuencias que conlleva la persecución religiosa.

El Mundo

Locke tiene una visión racionalista y mecanicista del mundo, en el cual cree percibir una armonía global que se apoya en la existencia de:

  • Un Dios creador, un ser eterno y todopoderoso, la existencia del que es intuitiva.
  • Una ley universal de la naturaleza como manifiesto de la voluntad divina que impone la armonía global.
  • Una racionalidad humana que guía las conductas individuales.

De la Propiedad y del Trabajo

Bajo el nombre de la propiedad, Locke entiende: la vida, la libertad y las posesiones de un individuo. Aunque todo lo creado por la naturaleza es un bien común de todos los hombres, una vez apropiada una cosa por un hombre, nadie más tiene derecho a ella. Es decir, el hecho de que un hombre invierte su esfuerzo (trabajo) en algo, lo hace el propietario del producto. Locke añade que la naturaleza ha dejado claramente los límites de la propiedad, diciendo que solo es legítimo que un hombre se apropie lo que es capaz de trabajar. Ya que ningún trabajo humano es capaz de apropiárselo todo, cada uno se queda con una pequeña parte.

El Estado de Naturaleza

La libertad de un hombre es ilimitada, el hombre puede obrar libremente para satisfacer sus necesidades. Cada hombre es igual a los demás. Aunque haya aquella limitación impuesta por la naturaleza de que cada hombre puede poseer solamente lo que le es posible usar, hay hombres degenerados los que no guardan la palabra y suponen el peligro para el resto de individuos. El peligro de que les quiten lo que es de su propiedad. Cada uno tiene el derecho de juzgar y castigar al que viole alguna ley natural. Esto implica injusticia. En el estado de naturaleza faltan:

  • Una ley establecida, fija y conocida, que hubiese sido aceptada por consentimiento común, como norma de lo bueno y de lo malo. Aunque exista una ley natural, hay hombres que no la siguen cuando se refiere a sus casos particulares.
  • Un juez público e imparcial, que resuelva los conflictos según la ley establecida.
  • Un poder que respalde la sentencia cuando es justa para que se ejecute debidamente.

Sociedad y Estado

El Estado es creado mediante consenso. Los hombres se reúnen y se entienden para definir el poder público encargado de realizar al derecho natural, delimitándose así mismo la libertad de obrar de cada uno por su parte. El poder elegido es soberano. Los que lo han instituido, mientras obre según sus fines, están obligados a obedecerlo y a prestarle apoyo. Señala que: aunque los hombres, al entrar en sociedad, renuncian a la igualdad, a la libertad y al poder ejecutivo del que gozan en el estado de naturaleza, poniendo todo esto en manos de la sociedad para que el poder legislativo disponga de ello según lo requiera el bien de la sociedad, esa renuncia es hecha por cada uno con la intención de preservar su libertad y su propiedad mejor.

Influencia

La obra política de John Locke tiene una considerable influencia sobre la intelligentsia europea. Voltaire será un ardiente propagandista de la misma. Las dos declaraciones de los derechos del hombre, la americana de 1787 y la francesa de 1789, se inspiran directamente en ella.

Barón de Montesquieu (1689 – 1755)

Pensador francés perteneciente a una familia de la nobleza de toga. Montesquieu siguió la tradición familiar al estudiar Derecho y hacerse consejero del Parlamento de Burdeos. Vendió el cargo y se dedicó durante cuatro años a viajar por Europa observando las instituciones y costumbres de cada país; se sintió especialmente atraído por el modelo político británico, en cuyas virtudes halló argumentos adicionales para criticar la monarquía absoluta que reinaba en la Francia de su tiempo. Conocido como uno de los tres philosophes del siglo XVIII, junto con Voltaire y Jean-Jacques Rousseau. Fue uno de los máximos exponentes de la Ilustración, formando parte de los enciclopedistas que colaboraron con Diderot en el proyecto filosófico más importante del momento. Este movimiento cultural transmitió y popularizó las ideas de Descartes, Locke y Newton, entre otros. Transmitió la filosofía de la ley natural y del derecho natural. Si el siglo XVII fue el ‘Siglo de la Razón’, el siglo XVIII es el ‘Siglo de las Luces’. Esta fue una época crítica con la tradición, y entregada a la razón y a la ciencia. Antropocentrismo: es en el hombre donde se albergan las esperanzas de todo progreso. La Ilustración no fue cosa, únicamente, de intelectuales, ya que en él también participaron políticos y gobernantes. Estos monarcas fueron conocidos como “déspotas ilustrados”. El despotismo ilustrado combina el sistema político absolutista con las ideas ilustradas. Las principales ideas políticas de Montesquieu fueron desarrolladas en la obra El espíritu de las leyes:

  • La primera afirmaba que las formas de gobierno variaban según el clima, las costumbres, la religión y otra serie de circunstancias. Así, mientras que el despotismo sólo era adecuado para grandes imperios en climas calientes, los sistemas democráticos sólo eran posibles en pequeñas ciudades-estado. En este sentido, Montesquieu distingue diversos tipos de gobierno: el gobierno republicano (tanto democrático como aristocrático); el gobierno monárquico (apoyado en leyes y nobles) y el gobierno despótico (fundamentado en el miedo).
  • La segunda idea es la de la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Esta división es necesaria para garantizar la libertad política, de manera que cada poder (residente en el parlamento, el monarca y el cuerpo de jueces, respectivamente) controla a los otros dos.

Para Montesquieu, el hombre es bueno y pacífico en estado natural, pero se corrompe cuando se relaciona con los demás. Por eso es necesario recurrir a la unificación de los hombres en el Estado, que controla a las masas, por sí solas, irracionales.

Montesquieu ya se había hecho célebre con la publicación de sus Cartas persas (1721), una crítica sarcástica de la sociedad del momento, que le valió la entrada en la Academia Francesa (1727). En 1748 publicó su obra principal, Del espíritu de las Leyes, obra de gran impacto. Hay que enmarcar su pensamiento en el espíritu crítico de la Ilustración francesa, con el que compartió los principios de tolerancia religiosa, aspiración a la libertad y denuncia de viejas instituciones inhumanas como la tortura o la esclavitud; pero Montesquieu se alejó del racionalismo abstracto y del método deductivo de otros filósofos ilustrados para buscar un conocimiento más concreto, empírico, relativista y escéptico. En El espíritu de las Leyes, Montesquieu elaboró una teoría sociológica del gobierno y del derecho, mostrando que la estructura de ambos depende de las condiciones en las que vive cada pueblo: en consecuencia, para crear un sistema político estable había que tener en cuenta el desarrollo económico del país, sus costumbres y tradiciones, e incluso los determinantes geográficos y climáticos. De los diversos modelos políticos que definió, Montesquieu asimiló la Francia de Luis XV -una vez eliminados los parlamentos- al despotismo, que descansaba sobre el temor de los súbditos; alabó en cambio la república, edificada sobre la virtud cívica del pueblo, que él identificaba con una imagen idealizada de la Roma republicana; pero, equidistante de ambas, definió la monarquía como un régimen en el que también era posible la libertad, pero no como resultado de una virtud ciudadana difícilmente alcanzable, sino de la división de poderes y de la existencia de poderes intermedios -como el clero y la nobleza- que limitaran las ambiciones del príncipe. Fue ese modelo, que identificó con el de Inglaterra, el que Montesquieu deseó aplicar en Francia, por entenderlo adecuado a sus circunstancias nacionales. La clave del mismo sería la división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, estableciendo entre ellos un sistema de equilibrios que impidiera que ninguno pudiera degenerar hacia el despotismo. Desde que la Constitución de los Estados Unidos plasmó por escrito tales principios, la obra de Montesquieu ejerció una influencia decisiva sobre los liberales que protagonizaron la Revolución francesa de 1789 y la posterior construcción de regímenes constitucionales en toda Europa, convirtiéndose en un dogma del Derecho Constitucional que ha llegado hasta nuestros días. Pero, junto a este componente innovador, no puede olvidarse el carácter conservador de la monarquía limitada que proponía Montesquieu, en la que procuró salvaguardar el declinante poder de los grupos privilegiados (como la nobleza, a la que él mismo pertenecía), aconsejando, por ejemplo, su representación exclusiva en una de las dos cámaras del Parlamento.

El Espíritu de las Leyes

Montesquieu recrea en El espíritu de las leyes el modelo político inglés –tomado, a su vez, de los germanos- de separación de poderes y monarquía constitucional, al cual considera el mejor en su tipo como garantía contra el despotismo. Según el autor ilustrado, el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial no deben concentrarse en las mismas manos. Esa es una teoría de contrapesos, donde un poder equilibra al otro.

Hay quien quiere ver en dicha teoría una relación entre ideas políticas e ideas sociales: su imagen de la sociedad sería la de tres fuerzas sociales -rey, pueblo y aristocracia-, a la que les corresponden tres fuerzas políticas. El modelo es tomado del sistema político de Inglaterra, donde hay monarquía (el Rey es la cabeza del Poder ejecutivo), hay aristocracia (en la Cámara de los Lores, que es legislativa) y hay representación popular (en la Cámara de los Comunes, que también es legislativa). Si es ejemplo de representación, no lo es de separación de poderes ya que, en ocasiones, la Cámara de los Lores funciona como Tribunal Supremo. Según él, en la monarquía, los poderes intermedios –nobleza, clero, parlamentos- actúan como equilibradores que impiden excesos del poder del monarca como también del poder del pueblo. A su vez, esos poderes intermedios se equilibran entre sí. Es notable el modo en que la idea de combinación equilibrada se relaciona con la imagen del universo de Newton, donde los elementos se atraen sin perder su identidad.

Jean-Jacques Rousseau (1712 – 1778)

RESUMEN: El hombre no puede estar en un estado en el cual hay obstáculos que por sí mismo no puede superar, por lo que necesita unir su fuerza a la de los demás y pactar un contrato social para preservar así su libertad y sus propiedades.

ANÁLISIS: En este texto de Rousseau, nos habla de tres estados: el estado de naturaleza, el estado de civilización y el estado del contrato social.

  • En el estado de naturaleza, el hombre es bueno, feliz, auténtico, es un estado en el que el hombre no tiene conciencia ni del bien ni del mal, pero en este estado, como nos dice Rousseau en el texto, aparecen obstáculos que el hombre por sí solo no puede superar, por lo cual necesita unir sus fuerzas a otro, así se llega al segundo estado.
  • Estado de civilización (unión): es el estado en el que el hombre vive en una sociedad «moderna», en la cual la relación entre estado y ciudadanos debe ser óptima para que se pueda tener una vida armónica y provechosa para todos. En este estado hay injusticia, opresión y no hay libertad, es un estado inmoral, en el que el hombre se ha vuelto malo, es egoísta y codicioso. Pero este estado, tiene solución, ya que lo malo no proviene del hombre (buen salvaje). La solución está en el pacto social, con el cual se llega al tercer estado.
  • El estado de contrato social: En este estado el hombre renuncia a parte de sus derechos individuales, a cambio de seguridad. En este estado, aparece el mito del «hombre nuevo», que busca una libertad individual, y las características de una convivencia en la sociedad civil. Aquí el hombre renuncia a la voluntad particular y pierde los derechos del estado de naturaleza. Este pacto social, logra: un cuerpo moral, la justicia social, la libertad ciudadana y la individualidad civil.

Para Rousseau, el hombre necesita formarse pedagógicamente tanto teórica como prácticamente, para poder entrar en una nueva sociedad. Se recurre, pues, a la educación; esta es necesaria por dos razones: la razón, sin sentimientos ni pasiones es estéril y académica. Los sentimientos y pasiones, sin razón, forman un caos. Respeta la religión, respeta individualmente la forma de cada uno de seguir su luz interior, se distinguen dos dimensiones:

  • Del hombre, dimensión particular; cree en Dios y en la inmortalidad del alma.
  • Del ciudadano; dimensión social, se basa en la sociabilidad y en las leyes del contrato social y tolera las religiones que son tolerantes con los demás.

Rousseau critica el estado de naturaleza de Hobbes al señalar que «al ser el estado de naturaleza aquel en el cual el cuidado de nuestra conservación es el menos perjudicial para la del otro, este estado era en consecuencia el más adecuado para la paz y el más conveniente para el género humano». Rousseau también está en desacuerdo con el supuesto carácter violento del hombre en estado de naturaleza que atribuye Hobbes.

Considera Rousseau que «Hobbes pretende que el hombre es naturalmente intrépido y no busca otra cosa que atacar y combatir». Rousseau plantea que el hombre en estado de naturaleza es tímido. Rousseau precisa que por naturaleza el hombre, que no ha sido alcanzado por la civilización, es bueno y sociable. Rousseau defiende ardorosamente la sociabilidad y voluntad general, que es la que tiene que decidir la actuación.

Según el autor, la máxima del gobierno legítimo y popular que persigue el bien del pueblo es guiarse por la voluntad general, «el cuerpo político es también un ser moral dotado de voluntad. Esa voluntad general, tendente siempre a la conservación y bienestar del todo y de cada parte, es el origen de las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado, en relación con éste y con aquéllos». Rousseau señala que es la necesidad de proteger la propiedad lo que da nacimiento a la sociedad. Rousseau plantea la necesidad de regresar a las pequeñas agrupaciones sociales, es decir, reivindica el regreso a la Ciudad-Estado. Consideraba que el pueblo soberano no puede estar representado, que no puede delegar su autoridad ni sus derechos a gobernarse. El pueblo debe gobernar por sí mismo y directamente y, como supone que tal cosa sólo puede lograrse en una sociedad lo bastante pequeña para que todo el pueblo pueda concurrir a la Asamblea, vuelve otra vez a la Ciudad-Estado como la única forma en que los términos del contrato social pueden ser cumplidos cabalmente. Para Rousseau el contrato es un órgano del pueblo, y está, por ende, desprovisto de poder independiente. El acto imaginario que da origen a una sociedad no es ni siquiera remotamente semejante a un contrato, ya que los derechos y libertades de los individuos carecen en absoluto de existencia excepto en la medida en que los hombres son ya miembros de un grupo. Todo el pensamiento de Rousseau se basa en el hecho de que una comunidad de ciudadanos es única. Es una asociación, no un agregado, una personalidad moral y colectiva. El orden social, según Rousseau, es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Para el autor la sociedad deviene debido a la necesidad de proteger la propiedad. La voluntad general representa un hecho único respecto a una comunidad. Esto es que la comunidad tiene un bien colectivo que no es lo mismo que los intereses privados de sus miembros.

Rousseau precisa que la máxima del gobierno legítimo y popular que tiene por objeto el bien del pueblo es guiarse por la voluntad general. Rousseau coincide con Locke en que no es el miedo sino la necesidad de proteger la propiedad lo que da nacimiento a la sociedad.

Diferencias entre Hobbes, Locke y Rousseau

  • HOBBES Y LOCKE: Disolución del estado como regreso al estado de naturaleza.
  • ROUSSEAU: Identifica al estado de naturaleza con estado histórico.

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