Hume: Causalidad, Fenomenismo y los Límites del Conocimiento Empirista

El Concepto de Causa y sus Orígenes

La idea de causa se hallaba ligada inicialmente a la de sustancia. Así tenemos la sustancia de Aristóteles como un ser u objeto determinado por cuatro causas:

  • Material
  • Formal
  • Eficiente
  • Final

En la filosofía moderna tienden a eliminarse las causas finales.

Para que un suceso sea considerado causa de otro se deben cumplir tres condiciones:

  • Que A suceda antes que B.
  • Que siempre que suceda A suceda B.
  • Que A y B estén próximos en el espacio y en el tiempo.

Hume hizo una crítica a la idea de causa. Según este filósofo, nunca hay observaciones suficientes para relacionar A con B; esta relación la establece nuestro sentido común por el hábito, pero no puede sostenerse desde los principios filosóficos.

Crítica de Hume a la Causalidad

La conexión causal es nuestra vía de acceso a la realidad: pensamos que nuestras impresiones tienen que tener una causa. Hume, al criticar la conexión causal, cuestiona nuestro conocimiento de las cuestiones de hecho.

Hume analiza críticamente la idea de causa, es decir, si esta idea se corresponde con impresiones de sensación. Hume afirma que para formar la idea de causa intervienen tres tipos de impresiones:

  1. La impresión de contigüidad entre causa y efecto.
  2. La impresión de sucesión: primero la causa y luego el efecto.
  3. La impresión de conexión necesaria entre la causa y el efecto. Sin embargo, esta conexión no existe realmente; es la costumbre la que nos hace tener la creencia de que el curso de la naturaleza siempre va a seguir igual.

Hume afirma que esta idea no se basa en impresiones de sensación, sino en una impresión de reflexión. Por tanto, la idea de conexión necesaria tiene su origen en el dinamismo asociativo de la imaginación que, siguiendo la Ley de la Contigüidad, asocia dos impresiones, llamando a la primera Causa y a la segunda Efecto.

Esta crítica a la causalidad condujo a Hume a un fenomenismo y escepticismo respecto al conocimiento de la realidad.

El Fenomenismo según Hume

Este término procede de “fenómeno”: lo que aparece o se muestra. Para esta teoría filosófica, no es posible el conocimiento de algo distinto a nuestras propias percepciones. Hume cree que es la única postura filosófica razonable, aunque entiende que es contraria al sentido común.

El conocimiento humano únicamente puede referirse a los fenómenos, quedando fuera de sus posibilidades el conocimiento de la realidad tal y como pueda ser en sí misma y, en general, toda realidad metafísica (Dios, alma…) en tanto que es distinta a la fenoménica.

El empirismo clásico defendió una tesis que, llevada hasta el final, conduce inevitablemente al fenomenismo: cuando percibimos, lo que verdaderamente percibimos no es algo exterior a nuestra mente, sino nuestras propias sensaciones.

Si aceptásemos la tesis empirista, tendríamos que admitir que es imposible el conocimiento de la realidad externa. Tendríamos que aceptar que la realidad es la suma de nuestras propias vivencias.

Hume fue quien llevó hasta el final este planteamiento y consideró que la posición fenomenista era la más coherente. Hume parece defender dos verdades:

  • La verdad de la filosofía: que es precisamente el fenomenismo.
  • La verdad del sentido común: no podemos demostrar la existencia de objetos externos a nuestras percepciones, pero no podemos dejar de creer en dichos objetos.

Hume afirma que nuestra creencia en los objetos exteriores a nuestra mente no se basa en la percepción misma. Además, algunas impresiones las referimos a objetos externos (colores, movimientos), pero otras no (dolores, placeres).

Crítica a la Metafísica

Hume hará una dura crítica a todas las ideas de la metafísica y, sobre todo, al concepto de sustancia en su triple vertiente: la extensa (mundo), la pensante (cogitans) y la infinita (Dios).

Las ideas de la metafísica no tienen su origen en ninguna impresión; por lo tanto, según Hume, son falsas.

Realidad Exterior

Cuando afirmamos que existe una realidad material exterior a nosotros, damos un salto ilegítimo desde las impresiones a una supuesta realidad exterior. El límite de nuestro conocimiento son las impresiones; más allá de ellas no es lícito afirmar nada, sino adoptar una postura escéptica.

La Idea de Dios

La inferencia causal tampoco puede demostrar la existencia de Dios. Damos un salto ilegítimo pasando de una impresión a algo que no es objeto de impresión alguna. El límite de nuestro conocimiento son las impresiones, y si alguna idea no tiene su origen en una impresión, es falsa.

La Idea del «Yo»

Respecto a la sustancia espiritual, cognoscente o «yo», ocurre lo mismo que con las anteriores: no tenemos impresión alguna de ella. No hay un sujeto distinto de sus actos, impresiones e ideas. No hay un «yo» que sea el sustrato; la unidad de nuestra existencia se explica a través de la memoria, gracias a la cual se unifica nuestra experiencia.

Impresiones en la Filosofía de Hume

Para Hume, las impresiones son los primeros datos de nuestra mente, cuyas modificaciones dan lugar al resto de percepciones que aparecen en ella. Son las sensaciones, pasiones y emociones que inciden con fuerza en nuestra mente. Son las percepciones o vivencias, fundamento de todo nuestro conocimiento.

Hume las divide de dos formas:

Impresiones de Reflexión

Son las pasiones y las emociones. Son consecuencia de la reflexión o capacidad de la mente para captarse o percibirse a sí misma.

Impresiones de Sensación

Son las sensaciones de dolor y placer y las impresiones sensoriales (lo que nosotros llamamos ahora sensaciones: las de calor, color, tacto, olor, sonidos, formas…). Hume nos dice que son consecuencia de la influencia del mundo físico sobre nuestros sentidos.

Y atendiendo a su complejidad:

Impresiones Simples

Son las que no se pueden descomponer en otras más básicas.

Impresiones Complejas

Son las que pueden descomponerse en percepciones o impresiones más simples.

Ideas en la Filosofía de Hume

Hume, con “Ideas”, se refiere al recuerdo de una impresión. Las ideas son imágenes débiles de las impresiones.

Se dividen en simples y compuestas. Las simples no pueden ser divididas; las compuestas, por el contrario, pueden dividirse en más partes.

No hay ideas innatas porque todas las ideas derivan de nuestras impresiones simples.

Las ideas proceden de las impresiones; una idea será verdadera si procede de alguna impresión. Finalmente, impresión e idea se corresponden.

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