Immanuel Kant: Metafísica y Conocimiento en la Crítica de la Razón Pura
A través del título se advierte cómo ciencia y filosofía quedan estrechamente ligadas. Esto es así porque, recordemos, Kant vivió la etapa de la conocida como “filosofía moderna”, en el siglo XVIII. En este período, no sólo es determinante para el filósofo la aparición de la Ilustración alemana, sino que se produce un gran desarrollo de la física, nacida en el siglo anterior. Personajes como Newton, Galileo y Copérnico, cuyos preceptos son aceptados por la comunidad científica contemporánea, serán determinantes para Kant. Así, en medio de un panorama dominado por la ciencia, aparece el problema de la metafísica, que constituirá la base argumental de su obra “Crítica de la razón pura”, a partir de la cual se irán abordando los demás temas -que se tratarán, aquí, más adelante-. La metafísica, entendida como la pretensión de resolver cuestiones que quedan más allá de la realidad en su concepción “tradicional”, suponía un punto de conflicto entre los empiristas, que la negaban por no tener soporte en la experiencia, y racionalistas, que establecían su punto de partida en principios estrictamente racionales. La radicalización de ambas corrientes derivará a posturas escépticas y dogmáticas, respectivamente.
La Metafísica como Ciencia
Kant querrá llegar, según lo explicado, a una conclusión determinante respecto a la posibilidad de la metafísica como ciencia. Esta preocupación implica, no obstante, otras cuestiones fundamentales. Cabe adelantar que el filósofo no dudará en ningún momento de la veracidad de la ciencia, a la que se le atribuyen las características de universalidad y necesidad. De este modo, para saber si la metafísica es posible, es necesario desentrañar, previamente, qué elementos hacen verdadera a la ciencia; esto es, cómo es posible la ciencia. Establecidos estos “requisitos” se procederá a compararlos con la metafísica. La tercera cuestión está orientada al ámbito de la razón práctica en su relación con la metafísica. Esta metodología, por el hecho de atacar en sentido global a diferentes corrientes, se conoce como “filosofía crítica” y tratará, en consonancia con el problema científico, de delimitar el conocimiento.
El Giro Copernicano
En su tarea, Kant abordará el tema del conocimiento desde una perspectiva rompedora. De este modo, propone lo que se conoce como “giro copernicano”, según el cual es el sujeto cognoscente quien impone las condiciones al conocimiento del objeto. Este hecho supone que el ser humano, por su propia naturaleza, no puede conocer el objeto en sí o “noúmeno”, sino que se queda en el “fenómeno” una vez impuestas las inevitables condiciones. Éstas, bajo la concepción kantiana, serán denominadas “a priori”, ya que su validez no depende de la experiencia. A partir de este punto, se desarrollan cada una de las partes de su obra.
Fases del Conocimiento
Se distinguen en el proceso de conocimiento dos partes: sensibilidad y entendimiento.
- Sensibilidad: La primera de ellas queda tratada en la “estética trascendental”. A la intuición del objeto, la naturaleza humana impone una serie de condiciones a priori que organizan las sensaciones y que son el espacio y el tiempo, dando como resultado el fenómeno.
- Entendimiento: La segunda fase, recogida en la “analítica trascendental”, trata de asociar el fenómeno con el establecimiento de los juicios universales de la ciencia. Así, si bien existen doce tipos distintos de juicios, el ser humano tiene la capacidad de enunciarlos. De este modo aparecen las “categorías”, que se corresponden con cada uno de los juicios, y que suponen las condiciones a priori que se imponen al fenómeno y capacitan para formar juicios universales y necesarios.
Estos juicios, deberán ser, además, sintéticos, ya que permiten el avance del conocimiento al no estar contenido el predicado en el sujeto; y a priori, porque, como ya ha quedado establecido, su validez no depende de la experiencia.
Síntesis Kantiana y la Dialéctica Trascendental
Todo lo contenido en las fases del conocimiento constituye el marco de la ciencia. Deriva de dicho análisis la célebre “síntesis kantiana” entre los preceptos racionalistas y los empiristas, ya que se determina que el conocimiento se origina con la experiencia, pero no depende sólo de ella, sino de lo que pone el sujeto, de forma que la experiencia es necesaria, pero no suficiente. Y, de aquí, la cita del filósofo: “pensamientos sin contenidos son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas”. Asimismo, en la última de las partes, la “dialéctica trascendental”, se da respuesta a la problemática inicial de la metafísica. Esta, de acuerdo con las características establecidas de la ciencia, no es posible como tal, ya que no se origina en la experiencia. Sería, por lo tanto, trascendente, pero ya no trascendental.
Conclusión
Analizando el título de la obra, “Crítica de la razón pura”, se puede concluir que, si bien la problemática inicial es la posibilidad de la metafísica como ciencia, se pretende determinar los límites de la razón y -nótese la influencia de Hume en este aspecto- llegar a un conjunción con las corrientes empiristas, rompiendo así con el dogmatismo de la “razón pura”; es decir, vacía de contenido empírico. La obra kantiana marcará un antes y un después en la filosofía a través de la síntesis y del papel del sujeto en el conocimiento.