Influencias Filosóficas en la Comprensión del Ser Humano: Freud, Darwin y Platón

Freud

Para abordar el problema de la libertad, es fundamental mencionar la influencia del psicoanálisis a principios del siglo XX, que cuestionó la preeminencia de la razón en la comprensión del ser humano. Aunque hoy en día la terapia psicoanalítica está desacreditada, su desarrollo fue crucial para el origen de la psicología como ciencia. Freud, su principal exponente, aportó significativamente a la filosofía al mostrar que muchos aspectos de nuestra personalidad y decisiones no dependen de nuestra racionalidad o voluntad, sino del inconsciente y el deseo.

Freud dividió la personalidad humana en tres instancias fundamentales:

  1. El ello: Es la parte más profunda y el inconsciente, dominado por el deseo. Se rige por el principio del placer, buscando satisfacer impulsos para evitar el dolor. No elegimos nuestros deseos; surgen como impulsos inherentes.
  2. El yo: Responsable de la toma de decisiones y la resolución de conflictos entre el ello y el mundo exterior. Es consciente y opera según el principio de la realidad, considerando factores sociales y culturales.
  3. El superyó: Internaliza las normas y valores morales y sociales, funcionando como la conciencia del individuo. Reprime los impulsos inmorales del ello, y esta represión puede causar trastornos y problemas. Se desarrolla a través de la socialización y la influencia de figuras de autoridad.

La estructura del psicoanálisis sugiere que nuestras decisiones y personalidad están basadas en impulsos, la búsqueda del placer y el deseo inconsciente. Una vez surge el deseo, lo racionalizamos y evaluamos sus posibilidades de satisfacción. Si el deseo entra en conflicto con nuestras convicciones morales, lo reprimimos, pero no podemos eliminarlo ni elegir su aparición.

Darwin

La teoría de la evolución biológica por medio de la selección natural, propuesta por Charles Darwin en 1859, es uno de los avances científicos más influyentes en la vida, cultura y sociedades humanas. Aunque la explicación darwiniana del origen de las especies no es obra de una sola persona, sino de una actividad colectiva, Darwin sintetizó los avances de su época, formando la base teórica y metodológica de la teoría.

Una vez formulada, la teoría darwiniana de la evolución biológica tuvo implicaciones significativas sobre la autocomprensión humana. Mostró que no es necesario recurrir a explicaciones sobrenaturales para explicar el origen del ser humano, desafiando el creacionismo y el diseño inteligente. Antes se pensaba que las especies eran fijas y perfectamente adaptadas a su ambiente, pero el evolucionismo sostiene que las adaptaciones son imperfectas, resultado de la variación de los organismos y la selección natural. Esto significa que las diferencias individuales y las presiones ambientales llevan a la supervivencia y reproducción diferencial de los organismos, transformando las especies a lo largo del tiempo.

El darwinismo y la teoría de la evolución impactaron profundamente la filosofía, originando teorías como el darwinismo social de Spencer. Esta controvertida teoría defendía que la lucha y confrontación llevaban a la evolución de sociedades y civilizaciones según la supervivencia del más apto. Aunque desacreditada hoy, sirvió para justificar el colonialismo y el racismo, afirmando la superioridad de las sociedades occidentales.

La teoría de la evolución biológica de Darwin sigue vigente, aunque ha sido modificada para incluir los desarrollos más recientes de la biología moderna. En contraste, las teorías del darwinismo social están totalmente desacreditadas.

Platón, creyente de la metafísica espiritual, introduce El mito de la caverna

El mito de la caverna es una alegoría presentada por Platón que explica la distinción entre apariencia y realidad. En la historia, unos prisioneros, atados desde niños en el interior de una caverna, solo pueden mirar a una pared. Detrás de ellos, un fuego y una mampara crean sombras en la pared que ellos consideran la auténtica realidad.

Platón usa esta alegoría para mostrar su visión dualista de la realidad, conocida como dualismo ontológico. Este concepto sostiene que la realidad está compuesta por dos niveles:

  1. El mundo de lo sensible: Es el mundo percibido por los sentidos, sujeto al cambio y lo perecedero. Platón considera este mundo como una ilusión, representada por el interior de la caverna.
  2. El mundo de las Ideas: Es la verdadera realidad, fuera de la caverna. Este mundo contiene las Ideas, que son inmutables y eternas, y solo pueden ser conocidas por la razón. Las Ideas son realidades extramentales, es decir, existen fuera de nuestras mentes.

En el mundo de las Ideas, hay una jerarquía con tres Ideas superiores:
– Idea de Verdad
– Idea de Belleza
– Idea de Bien: La más importante, identificada por Platón con el Sol, guía hacia la verdad, la belleza y la bondad. Es el principio fundamental de toda la realidad.

El mundo sensible existe porque participa del mundo de las Ideas. Por ejemplo, percibimos una perra, un gato o un río porque en el mundo de las Ideas existen las Ideas de perra, gato y río. Los objetos del mundo sensible son copias imperfectas de estas Ideas. Así, lo real para Platón son las Ideas, que son permanentes, inmutables y eternas. En contraste, lo aparente es todo lo que percibimos a través de los sentidos.

En resumen, el mito de la caverna ilustra que lo que percibimos en el mundo sensible es una sombra de la auténtica realidad, que reside en el mundo de las Ideas.

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