Influencias en el pensamiento de Platón
Cratilo, discípulo de Heráclito
Cratilo, como discípulo de Heráclito, compartía la creencia en el continuo movimiento y cambio de todas las cosas (devenir). Explicaba este movimiento a través de la lucha de contrarios que genera armonía. El cambio, según Cratilo, no es arbitrario, sino que se rige por un logos, la razón. Platón, influenciado por esta idea, consideraba el mundo sensible en constante movimiento. Para explicar la aparición de este mundo, Platón creó el mito del Demiurgo, que ordena la masa caótica (el mundo sensible) para convertirla en un cosmos, una copia del mundo inteligible.
Influencia de Parménides
Platón coincide con Parménides en que los sentidos nos llevan al error, mientras que la razón nos conduce a la verdad. Parménides despreciaba la experiencia sensible, percibida como engañosa, ya que mostraba el cambio constante, mientras él creía en el reposo. Si las cosas cambian continuamente, argumentaba, no se puede conocer la auténtica realidad, solo se puede tener una opinión. Platón comparte esta visión, priorizando la razón sobre los sentidos para alcanzar el conocimiento verdadero. Además, la Idea del Bien de Platón presenta similitudes con el ser de Parménides: ambos son la causa de todo lo existente, perfectos, eternos, sin principio ni fin.
Influencia de Heráclito
Heráclito, basándose en los sentidos, creía que todo cambiaba. Platón, de forma similar, consideraba los sentidos como la única forma de conocimiento en el mundo sensible. Heráclito también postulaba la existencia del logos o razón universal, y del logos infinito, que admitía el reposo, permitiendo hallar la realidad. Para Platón, el mundo inteligible, al estar en reposo, es cognoscible.
Influencia de Sócrates
Platón, como Sócrates, veía la filosofía como la búsqueda de la verdad. Para ambos, la filosofía era una ciencia que permitía estudiar todos los ámbitos del conocimiento. Sócrates utilizaba la ironía y la mayéutica para que cada individuo reconociera su propia ignorancia y descubriera la verdad por sí mismo. Platón, por su parte, creó el mito de la caverna, donde un prisionero, encadenado al mundo sensible (la ignorancia), se libera y asciende hacia la Idea del Bien a través de la dialéctica y el recuerdo. Ambos creían que quienes más alardeaban de sus conocimientos eran los más ignorantes, y que el recuerdo debía ser un proceso individual. Rechazaban el relativismo y el escepticismo sofista, y creían en un origen común y universal, cognoscible a través del aprendizaje. Para ambos, la sabiduría era una virtud esencial, que consistía en conocer la auténtica realidad. Creían en el hombre racional, capaz de alcanzar el conocimiento mediante la razón, sin dejarse engañar por los sentidos.
Teoría de las Ideas de Platón
Mundo Sensible
El mundo sensible es una copia imperfecta de la verdadera realidad, un mundo de apariencias en constante cambio. Se percibe a través de los sentidos, y el conocimiento que proporciona es mera opinión. En este mundo, las cosas son imitaciones de las Ideas del mundo inteligible. A este mundo pertenece el cuerpo.
Mundo Inteligible
El mundo inteligible es la verdadera realidad, eterna e inmutable, independiente del mundo físico. Desde un punto de vista lógico, se compone de conceptos generales; desde un punto de vista metafísico, es lo real. Se capta mediante la razón, con los «ojos de la mente». La Idea del Bien es el elemento central de este mundo, accesible solo para los filósofos a través del ascenso dialéctico. A este mundo pertenece el alma.
Dialéctica
La dialéctica es el camino para alcanzar las Ideas a través de la razón. Su objetivo es conocer la Idea del Bien, partiendo del mundo sensible y ascendiendo al mundo inteligible. Este proceso se representa en el mito de la caverna, cuando el prisionero escapa y asciende.
Idea del Bien
La Idea del Bien es la idea suprema, la más perfecta en la jerarquía del mundo inteligible. Es la causa de todo lo existente y de toda la belleza, y produce la verdad y el conocimiento. Quien conoce la Idea del Bien es virtuoso, tanto en la vida pública como en la privada. En el mito de la caverna, el Sol representa la Idea del Bien.
Ciencia
La ciencia, para Platón, es el conocimiento universal y necesario de las Ideas. Es universal porque abarca toda la realidad, y necesario porque no puede ser de otra manera. Es un proceso racional, propio de los filósofos, que son sabios y buenos. Esta concepción de la ciencia difiere de la actual.
Opinión
La opinión es el conocimiento del mundo sensible, de las cosas cambiantes. Se capta a través de los sentidos y, por lo tanto, no es un conocimiento verdadero. Se basa en imaginaciones y creencias.
Rey-filósofo
El rey-filósofo es el gobernante ideal en el estado de Platón. Su función es gobernar y educar a las demás clases sociales. Es el más sabio, conocedor de las Ideas. Posee las tres partes del alma en armonía y se ha liberado de las pasiones. Gobierna por obligación, ya que el estado le ha proporcionado la educación necesaria para alcanzar la Idea del Bien, y busca el bien común por encima del propio. Su formación requiere una larga educación para alcanzar la Idea del Bien y estar capacitado para gobernar.
Reminiscencia
La reminiscencia es el proceso de recordar las Ideas que ya poseemos. Conocer es recordar, y este proceso se inicia a partir del mundo sensible. Platón explica la reminiscencia a través de la preexistencia del alma, que ha contemplado las Ideas antes de encarnarse. La función de los maestros es ayudar a que las Ideas afloren. La reminiscencia implica un optimismo epistemológico, ya que todos son capaces de alcanzar la verdad.
Influencia de Pitágoras
Pitágoras creía que la realidad se podía comprender a través de las matemáticas. Platón comparte esta visión, considerando las matemáticas como una preparación para el conocimiento, ya que acostumbran a la mente a la abstracción y constituyen un conocimiento racional. Ambos vinculan la realidad con estructuras matemáticas, y Platón asocia los cinco poliedros regulares con la constitución del mundo. Además, Platón adopta la doctrina pitagórica de la transmigración del alma, creyendo en su inmortalidad y en la reencarnación hasta alcanzar el mundo inteligible.