Iusnaturalismo: La ley natural y la ética de Tomás de Aquino
La primera formulación sistemática del iusnaturalismo la encontramos en la propuesta ética de Tomás de Aquino. El ser humano se caracteriza por poseer una ley natural, un conjunto de inclinaciones que le constituyen como tal. Ejemplos de este tipo de inclinaciones pueden ser tanto el instinto de supervivencia como el deseo profundo de alcanzar la verdad. Estas inclinaciones dirigen y ordenan nuestras acciones para la adecuada realización (acción) y consecución de los bienes que nos son propios. Tomás de Aquino afirma que este conjunto de inclinaciones tiene su fundamento último en Dios. Dios, al crear, confiere a todo lo creado un orden por el que todo tiende hacia Él. Esta disposición divina recibe el nombre de ley eterna. La ley natural, en este sentido, es la concreción de esa ley eterna en el ser humano. Tomás de Aquino explicita el contenido de dicha ley natural en función de cómo queda afectado el ser humano por ella y en cuanto que es sustancia, animal y ser racional. Esta última afectación es específica del ser humano. IUSNATUALISMO
La ley natural en el ser humano
En cuanto sustancia: tendencia a conservar la existencia. Norma moral que se deduce, la propia conservación.
En cuanto animal: tendencia a procrear. Norma moral que se deduce, por ejemplo, el cuidado de la prole.
En cuanto ser racional: tendencia a conocer la verdad y vivir en sociedad. Normas morales que se deducen son la búsqueda de esa verdad y el ser justos con los demás. La ley natural, por tanto, se constituye como ley moral en cuanto que establece aquello que debe hacerse y evitarse proporcionando, al mismo tiempo, el criterio para tal discernimiento.
Emotivismo: El fundamento de los juicios morales en los sentimientos
El emotivismo, en un sentido genérico, sostiene que el fundamento de los juicios morales no reside en la razón, sino en los sentimientos. La propuesta ética de David Hume, conocida como emotivismo moral, es prototipo de este tipo de formulaciones. La tesis humeada representa, pues, una crítica a todo tipo de intelectualismo moral. En su obra Investigación sobre los principios de la moral, explicita los argumentos que avalan su propuesta. ¿Por qué la razón no puede afirmar ni negar nada sobre el hecho moral? La respuesta se desprende de las propias tesis epistemológicas de Hume y que ya han sido objeto de estudio en anteriores unidades. Sinteticemos lo esencial al hilo de dos ejemplos:
Ejemplos de emotivismo
EmotivismoEjemplos:
– Puedo ver cómo alguien roba a otra persona, pero la posible bondad o maldad de la acción no es percibida. En este sentido, Hume afirma que de los hechos (el ser) no se desprende ningún deber ser: falacia naturalista
– Por otra parte, la razón no puede proponer juicios morales universales. De ser así, deberíamos calificar como buenas o malas acciones propias de la naturaleza o de los animales, lo que constituye un absurdo. No se puede culpar a un terremoto de los daños provocados ni a un perro de robarle comida a otro. Solo queda, pues, encontrar el fundamento de los juicios morales en los sentimientos: agrado o desagrado, aprobación o desaprobación, que un hecho suscite en nosotros o en los demás. Este emotivismo no implica, según Hume, un relativismo moral. Dado que la naturaleza humana es igual en todos, el sentimiento humano estará regulado por unos mismos principios: principio de utilidad y principio de simpatía. La utilidad hace referencia a las expectativas de placer que una acción nos pueda proporcionar. A más placer, mayor bondad de la acción. La simpatía remite a la inclinación que tenemos para participar de los sentimientos de los demás.
Utilitarismo: Lo útil como fundamento de la moral
El utilitarismo es una corriente ética que sostiene que lo bueno es lo útil y que el valor moral de una conducta queda determinado por el carácter práctico de sus resultados. La formulación ética del economista y filósofo británico John Stuart Mill (1806-1873) es prototipo de este tipo de formulaciones, propuesta que se fundamenta en el denominado «principio de utilidad». Dicho principio queda formulado de la siguiente manera:
– Proporcionar el mayor bien posible al mayor número de personas posible.
– Una acción responde a ese principio de utilidad cuando la tendencia a aumentar la felicidad de la comunidad es mayor a la que tiende a disminuirlo. Por tanto, el utilitarismo sitúa la posible bondad o maldad de una acción en los efectos que pueda conferir en la comunidad. Esto debe cumplirse en todos los casos e incluso si una hipotética acción pudiera no beneficiarme. Dado que el ser humano se diferencia de los demás seres por su inteligencia y por sus sentimientos nobles, ese bienestar colectivo debe estar presidido por todo aquello que prime tanto lo intelectual como ese tipo de sentimientos. Lo útil, lo bueno y lo placentero se identifican en esta vertiente comunitaria propuesta por John Stuart Mill.