El Periodo Crítico de Kant
En la época de Kant, existían diversas interpretaciones de la razón. Por ello, su principal tarea fue analizar críticamente la razón, buscando resolver los conflictos entre estas ideas.
Los racionalistas creían que la razón era suficiente para conocerlo todo.
Los positivistas y escépticos valoraban solo lo comprobable, dejando de lado la razón.
Los irracionalistas despreciaban la razón, priorizando los sentimientos.
Para Kant, la crítica de la razón era esencial, ya que la gente vivía sin autonomía intelectual, en una “minoría de edad”, carente de verdadera libertad. Así, la crítica busca fomentar la libertad individual, tanto en lo social como en la conciencia.
La crítica de la razón tiene dos objetivos:
Evitar errores o usos incorrectos de la razón.
Concebir un nuevo estado de la humanidad, basado en la libertad.
Para lograrlo, Kant propone que la razón debe descubrir:
Las leyes que rigen nuestro conocimiento del mundo.
Las reglas que guían nuestras acciones y decisiones morales.
Los fines más profundos que buscamos como seres humanos y cómo alcanzarlos.
Desde esta perspectiva, la filosofía es la ciencia que conecta todo el conocimiento con los grandes objetivos de la razón humana. A esto lo denomina el concepto mundano de filosofía.
También existe un concepto académico, donde la filosofía se centra en organizar sus propios saberes como un sistema coherente.
El Planteamiento Kantiano: Fundamentos del Conocimiento
Kant considera que la filosofía debe enfocarse en comprender el conocimiento. Para ello, distingue dos formas de conocer: la sensibilidad, que es pasiva y recibe información del mundo a través de los sentidos, y el entendimiento, que es activo y organiza esa información utilizando ideas propias que no provienen de la experiencia. Influenciado por Hume, Kant concluye que no podemos conocer nada fuera de lo que experimentamos. Los conceptos del entendimiento solo son útiles cuando se aplican a experiencias o percepciones, por lo que no pueden usarse para hablar de conceptos como Dios o el alma sin experiencia sensible.
En la introducción de su Crítica de la Razón Pura, Kant se pregunta si es posible una ciencia que hable con certeza sobre Dios, la libertad o la inmortalidad. Para ello, primero hay que preguntarse cómo es posible la ciencia, investigando qué condiciones hacen posible el conocimiento seguro. Existen dos tipos de condiciones: las empíricas, que dependen de la experiencia y pueden cambiar, y las a priori, que preceden a toda experiencia, son inmutables y necesarias. A estas últimas las llama trascendentales, porque son las que hacen posible el conocimiento.
Juicios y Conocimiento: La Propuesta Kantiana
Para determinar qué tipo de conocimiento es posible, Kant analiza los juicios (frases del tipo “S es P”) y su relación con la experiencia. Antes de él, los juicios se clasificaban como analíticos (el predicado ya está contenido en el sujeto, no aportan información nueva, como “un triángulo tiene tres lados”) y sintéticos (el predicado añade algo nuevo, como “el sol calienta”). También se dividían en a priori (independientes de la experiencia, universales y necesarios) y a posteriori (basados en la experiencia, no son universales ni necesarios). Hume redujo todo a dos tipos: analíticos a priori y sintéticos a posteriori.
Kant no está de acuerdo con esta división, ya que considera que los juicios analíticos a priori son universales pero no aportan conocimiento nuevo, mientras que los sintéticos a posteriori sí aportan conocimiento, pero no son universales ni necesarios. Dado que la ciencia necesita ambas características: ser universal y necesaria, y aportar información nueva, Kant propone un tercer tipo de juicio: los juicios sintéticos a priori, que cumplen ambas condiciones.
En resumen, disciplinas como la matemática, la física y la metafísica aspiran a ser ciencias. Para ello, deben utilizar juicios que sean a la vez informativos y válidos para todos. Solo los juicios sintéticos a priori cumplen con esto. Por lo tanto, el verdadero problema del conocimiento para Kant es entender cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en estas ciencias. Esta es la base de su teoría del conocimiento.
Estética Trascendental: La Percepción Sensorial
La estética trascendental es la parte de la filosofía de Kant que analiza cómo funciona nuestra capacidad de percibir a través de los sentidos. La palabra «estética» proviene del griego aisthesis, que significa sensación. Y “trascendental” se refiere al conocimiento de cómo conocemos, es decir, al análisis de los elementos que usamos para entender la experiencia, pero que no vienen de ella.
Kant sostiene que espacio y tiempo no los aprendemos del mundo exterior, sino que son formas inherentes a nosotros, que usamos para organizar lo que percibimos. Es decir, son formas a priori de la sensibilidad. Aunque no provengan de la experiencia, sí se aplican a ella, y sin ellas no podríamos percibir nada. Todo lo que sentimos lo percibimos en un espacio y a lo largo del tiempo.
Estas formas no son cosas que veamos directamente, sino maneras de organizar las sensaciones. Por eso son intuiciones puras: están vacías, sin contenido propio, pero son necesarias para darle forma a lo que recibimos con los sentidos. Por ejemplo, cuando vemos un objeto, además del color o la textura, siempre lo vemos ocupando un lugar (espacio) y durante un momento determinado (tiempo). No podemos imaginar un objeto sin espacio ni una acción sin tiempo.
Sensibilidad, Materia y Forma: El Fenómeno Kantiano
Según Kant, la sensibilidad tiene dos componentes: la materia, que son las sensaciones que recibimos, y la forma, que son el espacio y el tiempo que usamos para organizarlas. Cuando ambas se combinan, surge lo que Kant llama fenómeno, es decir, el objeto tal como lo percibimos.
Con esta explicación, Kant demuestra cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas. La geometría, por ejemplo, estudia el espacio puro, sin importar de qué está hecha una figura, y establece leyes sobre su forma y tamaño. La aritmética estudia los números, que siguen una estructura de sucesión (1, 2, 3…), la misma estructura que tiene el tiempo, que también es una sucesión pura.
Dado que espacio y tiempo no provienen de la experiencia, las leyes que se descubren al analizarlos tampoco dependen de ella y son universales y necesarias. Pero como usamos espacio y tiempo para organizar lo que percibimos, esas leyes sí se aplican a la experiencia. Por eso las matemáticas son posibles como ciencia basada en juicios sintéticos a priori: nos dan información nueva y al mismo tiempo son válidas siempre.
Analítica Trascendental: El Entendimiento y los Conceptos
La analítica trascendental es la parte de la filosofía de Kant que estudia cómo el entendimiento funciona para conocer. La sensibilidad nos proporciona datos a través de los sentidos, pero para comprender esos datos necesitamos pensar, y eso lo hace el entendimiento. El entendimiento organiza y unifica las sensaciones mediante conceptos.
Kant distingue dos tipos de conceptos:
Conceptos empíricos: se obtienen a partir de la experiencia.
Conceptos puros o categorías: no provienen de la experiencia, sino que están en nosotros desde antes (a priori) y hacen posible que podamos pensar y conocer los fenómenos.
Las categorías son como estructuras mentales que el entendimiento usa para dar sentido a lo que percibimos. Sin ellas, no podríamos pensar ni hacer juicios. Pero también es cierto que las categorías solo sirven si se aplican a lo que nos muestran los sentidos, es decir, a los fenómenos. No se pueden usar para conocer cosas más allá de la experiencia (lo que Kant llama noúmeno o cosa en sí).
Las categorías se agrupan según los diferentes tipos de juicio que podemos hacer. Kant dice que hay 12 categorías, que corresponden a 4 grupos:
Cantidad: totalidad, pluralidad, unidad.
Cualidad: realidad, negación, limitación.
Relación: sustancia-accidente, causa-efecto, acción recíproca.
Modalidad: posibilidad, existencia, necesidad.
Principios del Entendimiento: Axiomas y Analogías
Kant explica que hay principios del entendimiento que indican cómo usar las categorías en la experiencia. Son como reglas:
1. Axiomas de la intuición (para la cantidad):
Todo lo que percibimos se presenta como magnitud (algo que ocupa espacio o dura en el tiempo).
2. Anticipaciones de la percepción (para la cualidad):
Todo lo real tiene una intensidad, un grado (por ejemplo, más o menos calor, más o menos luz).
3. Analogías de la experiencia (para la relación):
Son reglas que nos permiten conectar los fenómenos en el tiempo:
1ª: La sustancia permanece, aunque cambien sus estados.
2ª: Todo lo que ocurre tiene una causa. (Este es el principio de causalidad, y Kant lo usa para criticar a Hume).
3ª: Las cosas que existen al mismo tiempo están en relación recíproca (como un sistema).
Postulados del Pensamiento Empírico y Juicios Científicos
4. Postulados del pensamiento empírico (para la modalidad):
Explican cuándo algo puede considerarse posible, real o necesario:
Posible: lo que es compatible con las condiciones de la experiencia.
Real: lo que aparece en la experiencia.
Necesario: lo que debe darse siempre que se dan ciertas condiciones.
Juicios sintéticos a priori en la ciencia:
La ciencia, como la física, está basada en juicios que no provienen de la experiencia pero que se aplican a ella. Por ejemplo, el principio “todo lo que sucede tiene una causa” no es algo que veamos directamente en la experiencia (como decía Hume), sino que es una condición para que podamos entender cualquier suceso. Si vemos que el sol derrite la cera, la experiencia nos da los datos, pero solo gracias a la categoría de causalidad podemos pensar “el sol es la causa de que se derrita la cera”.
Por eso Kant dice que los principios de la física son juicios sintéticos a priori: amplían el conocimiento, son necesarios, y se aplican a toda la experiencia.
Dialéctica Trascendental: El Papel de la Razón
En la dialéctica trascendental, Kant aborda el papel de la razón. Esta no se limita a formular juicios aislados, sino que busca conectar unos con otros en razonamientos, siendo su forma más elemental el silogismo. Así, la razón se presenta como la facultad que persigue la suprema unificación del conocimiento, aunque no lo hace a partir de contenidos propios, sino que trata de reducir la diversidad del conocimiento elaborado por el entendimiento al menor número de principios posibles. Su meta es alcanzar la unidad total del saber, y para ello busca leyes y condiciones cada vez más generales que expliquen un mayor número de fenómenos. Esta tendencia hacia lo incondicionado empuja a la razón a traspasar los límites de la experiencia en busca de principios absolutos, que Kant llama conceptos puros de la razón o ideas trascendentales. Estas ideas son tres: Alma, Mundo y Dios. La idea de Alma unifica la experiencia interna; la de Mundo, la experiencia externa; y la de Dios busca unificar ambas en una única totalidad.
Sin embargo, estas ideas trascendentales no derivan de la experiencia ni pueden aplicarse a ella, ya que no tienen correlato fenoménico. No nos permiten conocer, sino únicamente pensar la totalidad de los fenómenos como si existiera una unidad última. Por ello, no tienen un uso constitutivo (no generan conocimiento), sino regulativo: negativamente, marcan los límites del conocimiento, indicando qué no se puede conocer; y positivamente, orientan la investigación, actuando como ideales que empujan a seguir indagando sin detenerse nunca. El error surge cuando la razón aplica las categorías del entendimiento más allá de los fenómenos, atribuyendo realidad a las ideas trascendentales; este error es lo que Kant llama ilusión trascendental. La razón debe mantenerse en el terreno de la experiencia fenoménica y usar estas ideas solo como guía, no como conocimiento de realidades en sí.
Errores de la Razón: Paralogismos y Antinomias
Cuando la razón se excede y trata de convertir las ideas trascendentales en objetos reales, incurre en errores sistemáticos, que Kant clasifica en paralogismos, antinomias e ideal de la razón pura. Los paralogismos son errores al razonar sobre el alma: se aplica indebidamente la categoría de sustancia al “yo pienso”, que no puede ser objeto de conocimiento porque es condición de posibilidad de toda experiencia, como lo son las categorías o las intuiciones puras. El alma no puede conocerse como cosa en sí, y al aplicarle el concepto de sustancia se incurre en un uso ilegítimo del entendimiento. Las antinomias, por su parte, surgen al aplicar las categorías al mundo como un todo: se formulan tesis y antítesis contradictorias, ambas aparentemente demostrables. Kant expone cuatro antinomias: la primera enfrenta la tesis de que el mundo tiene comienzo en el tiempo y límite en el espacio con la antítesis de que es infinito e ilimitado; la segunda, la idea de que las cosas están formadas por partes simples con la de que nada es simple; la tercera, que existe libertad con la de que todo está determinado por la causalidad natural; y la cuarta, que existe un ser necesario como parte o causa del mundo con la de que no hay tal ser. Kant resuelve las dos primeras mostrando que ambas posturas se equivocan por intentar aplicar categorías más allá de la experiencia. Las dos últimas las soluciona mostrando que ambas proposiciones pueden ser verdaderas si se distingue entre el ámbito fenoménico (donde rige la causalidad natural) y el noúmenico (donde puede hablarse de libertad o de un ser necesario, sin afirmarlos como objetos empíricos).
El Ideal de la Razón Pura y la Crítica a las Pruebas de la Existencia de Dios
El tercer tipo de error es el ideal de la razón pura, que se refiere a las pruebas tradicionales de la existencia de Dios. Kant analiza y critica tres: la prueba ontológica, que pretende derivar la existencia de Dios a partir de su concepto, cae en el error de confundir la esencia con la existencia y de considerar que el ser es una propiedad; la prueba cosmológica, que parte del hecho de que existen seres contingentes para concluir que debe haber un ser necesario, en realidad se basa implícitamente en la prueba ontológica y, además, aplica la categoría de causalidad fuera de la experiencia; por último, la prueba físico-teológica, que deduce la existencia de un diseñador inteligente a partir del orden del mundo, solo prueba un ordenador pero no un creador, y también cae en el mismo error de aplicar la causalidad más allá de lo fenoménico.
En conclusión, la razón es una facultad que unifica el conocimiento del entendimiento, pero no conoce nada por sí misma. Sus ideas no son objetos empíricos ni representan realidades, sino que sirven como guías regulativas del pensamiento. Por ello, Kant sostiene que no podemos conocer los noúmenos, es decir, las cosas en sí mismas como el alma, el mundo o Dios, ya que solo tenemos intuiciones sensibles y las categorías solo pueden aplicarse a los fenómenos. Así, la metafísica como ciencia del conocimiento de lo suprasensible es imposible, aunque como tendencia humana es inevitable, debido a la propia estructura de la razón. A pesar de no generar conocimiento, la metafísica puede tener un valor aclarador en el análisis de conceptos, pero nunca puede alcanzar la realidad.