Kant: Fundamentos de la Moralidad, Libertad y el Imperativo Categórico

La Moral

La Razón Práctica y sus Postulados

Para el pensador prusiano, la razón posee una finalidad práctica. En ese uso práctico, la razón aborda la pregunta acerca de qué es lo que se debe hacer.

En Crítica de la razón práctica (1788), Kant señala el fundamento del hecho moral y expone los postulados de la razón práctica. Estos se corresponden con las ideas trascendentales (objeto de la metafísica), pero se presentan como condición de posibilidad de la moral misma.

Los postulados de la razón práctica son las ideas de libertad, inmortalidad del alma y Dios.

  1. La libertad humana es esencial para que exista la acción moral. Esto significa que las personas tienen una voluntad libre que les permite tomar decisiones, lo cual es necesario para que algo sea considerado moral.
  2. La inmortalidad del alma se afirma porque el orden moral requiere un premio o castigo, que no se puede dar en esta vida. Esto solo se puede cumplir si el alma es inmortal.

    Por otro lado, debe existir el bien supremo que la persona está llamada a hacer. La realización de ese bien no puede tener término, por lo que el alma humana existirá eternamente.

  3. La existencia de Dios es necesaria como ser inteligente que ordena el universo y asegura que la virtud está relacionada con la felicidad.

    Para que el orden moral se cumpla, debe existir un ser supremo que relacione la moral con la felicidad. Así, el pensamiento de Kant lleva a una fe racional basada en los postulados.

Crítica a las Éticas Materiales

A lo largo de la historia, los diversos intentos de fundamentación de la moral pretendieron dar con el principio supremo de moralidad. Todas estas tentativas tienen en común el hecho de ser principios materiales, pues presuponen un objeto (materia) de la facultad del desear, que es el fundamento de la determinación de la voluntad.


Las éticas materiales son teleológicas porque buscan un objetivo concreto, como la felicidad, que está fuera del sujeto. Cómo se enfocan en un fin específico, sus reglas no tienen validez universal.

Son, además, éticas heterónomas, puesto que los preceptos morales que imponen no provienen del sujeto, sino de algo ajeno a él y hacen depender la acción de una norma externa a la propia autonomía. Así, se rigen por imperativos hipotéticos, los cuales no son universales ni necesarios, y, por tanto, no pueden ser realmente expresión de la moralidad.

Frente a estos intentos, Kant centra su atención en la noción de autonomía y aspira a formular una ética formal cuya finalidad sea la voluntad humana.

Este pensador califica su ética como formal, porque no establece ningún fin o bien específico que deba realizar. Se centra en determinar la forma que ha de tener la obligatoriedad moral.

Kant centró su atención en la forma pura de la razón, de modo que la ley moral quedará aislada de toda referencia a la naturaleza humana. Frente a las éticas materiales anteriores, la ética kantiana presenta las siguientes características:

  • Es apriorística y formal, dado que se apoya únicamente en los imperativos que derivan de la razón pura. No se basa en una finalidad concreta. La ley moral es buena, porque es ley: su bondad reside en la formalidad, no en su contenido.
  • Es autónoma, porque la ley no se entiende como una imposición exterior al sujeto a la que este se deba someter, sino que tiene su principio en la propia voluntad.
  • Es desinteresada, pues la fórmula del deber no tiene en cuenta intereses particulares, condicionados ni empíricos.

Los preceptos tienen carácter de universalidad y necesidad, puesto que son independientes de toda condición empírica y pertenecen a la autonomía de la razón pura.


La Buena Voluntad

Aunque los seres humanos vivimos bajo leyes que dependen de nuestra experiencia y son necesarias, también tenemos una capacidad de tomar decisiones basada en nuestra razón, que no depende de esas experiencias. Esa capacidad está relacionada con la libertad y la autonomía de nuestra razón.

La razón práctica es la capacidad del ser humano de decidir y actuar según principios que él mismo elige. Esto muestra que las personas tienen una voluntad libre.

En la razón práctica se da, por tanto, algo que no aparece en la razón teórica: la capacidad de libertad. Mientras que la razón teórica se dirige al conocimiento de los fenómenos, la razón práctica se orienta a la acción libre.

Esta libertad es lo que permite el juicio moral. Si el ser humano no tuviera libertad para seguir o no las leyes morales, carecería de sentido la disquisición acerca del deber ser o la moralidad.

Kant argumenta que lo verdaderamente bueno es la voluntad que se legisla a sí misma. Así pues, la moralidad de una acción no se determina por el contenido de esta, sino por la forma en que se haya llevado a cabo, es decir, atendiendo a la voluntad con la que se ha obrado.

Según Kant, la buena voluntad es un bien en sí, sin referencia a ninguna otra cosa. La buena voluntad lo es por su valor intrínseco y no por su relación con la producción de algún fin, como puede ser la felicidad.

Kant explica que el adjetivo «bueno» aplicado a la voluntad tiene que ver con el concepto de «deber». El deber se refiere a las leyes o imperativos que la voluntad, utilizando la razón, se impone a sí misma. Según cómo actúe frente a estas leyes, hay tres formas diferentes de actuar, lo que determina el tipo de voluntad que se tiene.

  1. Actuar de manera contraria al deber.
  2. Actuar conforme al deber, pero con intención de perseguir una finalidad interesada. En este caso, se actúa por inclinación y se trata de una voluntad egoísta.
  3. Actuar conforme al deber y por el deber. Se corresponde con la buena voluntad.


El Deber y el Imperativo Categórico

Según Kant, la persona que actúa moralmente lo hace porque sigue las leyes que su propia razón le dicta. Por eso, se considera que es un ser libre y autónomo.

Esto muestra que existe un tipo de causalidad basada en la libertad, que está por encima de lo que sentimos. Así, la razón práctica (la que guía nuestras acciones) no es lo mismo que la razón de las ciencias, y su base es la libertad.

Junto al conocimiento especulativo se halla el conocimiento práctico. El primero versa sobre el mundo empírico (fenoménico); el segundo se ocupa del mundo inteligible (nouménico). En este último se encuentra el yo, determinado por las leyes de la moralidad.

Para Kant, es un hecho que el ser humano actúa desde una conciencia moral. Este postulado, aunque no es demostrable en la razón teórica, se impone como hecho (Faktum) de la razón, como proposición sintética a priori.

Así, la universalidad y la necesidad de la moralidad proceden de una forma a priori, que en Kant se denomina ley pura y se basa en la autonomía de la voluntad.

Kant sostiene que la ley no es algo impuesto desde fuera, sino que surge de la voluntad del propio sujeto. La voluntad de cada ser racional crea una ley universal. Así, el deber se entiende como la necesidad de actuar por respeto a esa ley.

La ley es un principio práctico objetivo cuya necesidad y universalidad proceden de la determinación de la voluntad pura. Es solo formal. Se abstrae de fundamentarse en cualquier determinación material, en cualquier objeto del querer.

Kant dice que existen juicios prácticos llamados «máximas», que son subjetivos y dependen de cada persona. Estas guían la voluntad, pero no tienen validez universal, sólo son válidas para una persona en un momento específico.

Kant señaló que la adecuación de la voluntad al deber implica cierta constricción, porque el ser humano experimenta impulsos no racionales. Por ello, consideró que el deber se expresa siempre en forma de imperativo. Distinguió dos tipos de imperativos: hipotéticos y categóricos.


  • Hipotéticos. Son los que prescriben como buena una acción considerada sólo como medio para un determinado fin, es decir, condicionalmente.
  • Categóricos. Son aquellos que prescriben una acción como buena en sí misma, de modo absoluto.

El imperativo categórico se basa en la autonomía de la voluntad y tiene que ordenar acciones, no como medios de un fin, sino por ser buenas en sí mismas. Este imperativo declara que una acción es objetivamente necesaria en sí misma sin referencia a una finalidad exterior. De este modo, no concierne a la materia de la acción ni a lo que debe resultar de ella, sino sólo a la forma y al principio del que resulta esa acción.

Las formulaciones del imperativo categórico que aportó Kant son estas:

  1. Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer, siempre y al mismo tiempo, como principio de legislación universal.
  2. Obra de tal modo que nunca tomes a la humanidad, ni en ti ni en otros, como medio, sino siempre como fin.

El imperativo categórico tiene la fuerza de un deber y se nos impone como un hecho de la razón. Además, es un principio formal que se erige en ley suprema de la moralidad.


La Filosofía Política

En Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) y Sobre la paz perpetua (1795), el pensador prusiano abordó las cuestiones relativas a la relación de los individuos entre sí, las leyes y el derecho; la organización política, y temas relativos a la historia y la religión.

El Contrato Social

Kant parte de la distinción entre estado de naturaleza y estado civil para explicar la constitución de la sociedad civil o política. De este modo, sigue las ideas de Rousseau.

Según Kant, el estado de naturaleza es una mera hipótesis metodológica, no una situación real. Lo característico de este estado es que cada individuo es su propio juez y no existe una autoridad pública.

El ser humano, en estado de naturaleza, se rige conforme al derecho natural, que se basa en principios apriorísticos de la razón y es un derecho privado.

El estado de naturaleza no es lo mismo que el estado social, sino que se opone al estado civil o político. En el estado de naturaleza, hay sociedad (como la familiar), pero no hay un sistema político organizado. Falta la justicia distributiva, que es lo que da estructura al estado jurídico. Esto lleva a las personas a querer salir de ese estado y unirse para crear una sociedad donde cada uno reciba lo que le corresponde.

La idea de Kant de una federación mundial de Estados que trabaje por lograr el ideal de la paz universal, se puede ver plasmada en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La Organización Social y la Paz Perpetua

La sociedad civil, al ser un estado de derecho, regula las acciones de las personas para que puedan vivir juntas. Su objetivo es asegurar que cada individuo pueda disfrutar de su libertad de manera coexistente con los demás.

En lo que respecta a la organización del estado, Kant comparte la teoría de la separación de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial se deben hallar en manos diversas. Tal es el modelo de constitución republicana, que se caracteriza por ser representativa.


Kant pensaba que los Estados podían formar una comunidad pacífica y universal que incluyera a todos los pueblos. La doctrina del derecho tiene como objetivo lograr una paz duradera y mundial, guiada por la razón.

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