Resumen de la Teoría del Conocimiento de Kant
Kant se presenta como el fundador del idealismo trascendental, proponiendo un enfoque centrado en el sujeto, a diferencia de las teorías anteriores que eran realistas y buscaban conocer la realidad externa. Su propuesta es un «giro copernicano» en la filosofía, cambiando la perspectiva tradicional. Kant critica tanto el dogmatismo racionalista, que tiene una confianza ciega en la razón, como el escepticismo de los empiristas, que niegan la posibilidad de fundamentar el conocimiento racionalmente. La solución de Kant es un análisis de las capacidades y límites de la razón, lo que él llama la «Crítica de la razón». Este análisis responde a tres preguntas fundamentales:
- ¿Qué puedo conocer? – Uso teórico (científico) de la razón.
- ¿Qué debo hacer? – Uso práctico (moral) de la razón.
- ¿Qué me cabe esperar? – Uso de la razón en el ámbito de la esperanza.
Estas preguntas nos permiten abordar la pregunta más amplia: ¿Qué es el hombre?
En su obra Crítica de la razón pura, Kant responde a la primera pregunta, «¿Qué puedo conocer?», analizando si las Matemáticas, la Física y la Metafísica son ciencias.
Kant afirma que el conocimiento está compuesto principalmente por juicios. Estos juicios se dividen en:
- Juicios analíticos: el predicado está incluido en el sujeto (ej. «Todo soltero es un no casado»).
- Juicios sintéticos: el predicado no está incluido en el sujeto (ej. «La pared es blanca»).
- Juicios a priori: se obtienen sin necesidad de experiencia previa.
- Juicios a posteriori: se obtienen a partir de la experiencia.
Este análisis es clave para entender cómo Kant aborda la naturaleza del conocimiento y las limitaciones de la razón humana.
Kant sostiene que el conocimiento científico debe ser universal, necesario y debe proporcionar información sobre la experiencia. Por ello, los juicios en la ciencia deben ser sintéticos a priori, lo que significa que son a priori (universales y necesarios) y sintéticos (nos aportan conocimiento de la experiencia, ya que el predicado no está contenido en el sujeto).
Para entender cómo son posibles estos juicios sintéticos a priori, Kant analiza dos facultades del ser humano: la sensibilidad y el entendimiento.
1. Sensibilidad (Estética trascendental)
Es la facultad que nos permite percibir los objetos. Kant distingue dos elementos:
- Impresiones sensibles: Datos que nos proporcionan los sentidos y que constituyen la materia de la experiencia.
- Espacio y tiempo: Son formas a priori de la experiencia, ya que no dependen de la experiencia en sí, sino que las impone el sujeto para hacer posible la experiencia.
Dado que las matemáticas tratan del espacio (geometría) y el tiempo (aritmética), y estos son a priori, los juicios de la geometría y la aritmética son sintéticos a priori. Por ejemplo, el juicio «La recta es la distancia más corta entre dos puntos» no es analítico (ya que la noción de distancia no está incluida en la de recta) ni a posteriori (no se necesita experiencia para confirmarlo).
2. Entendimiento (Analítica trascendental)
Es la facultad que nos permite comprender los objetos a través de conceptos. Los conceptos se dividen en:
- Conceptos de experiencia: Se derivan de la experiencia sensible (ej., «gato», «árbol») y permiten juicios sintéticos a posteriori (como «El gato es negro»), que no sirven para las leyes universales de la ciencia.
- Conceptos puros o a priori: Son conceptos que no derivan de la experiencia pero hacen posible la experiencia (como «causa» o «sustancia»). Kant los llama categorías, y son esenciales para que el entendimiento pueda pensar los fenómenos. Ejemplo: el principio de causalidad se basa en la categoría de «causa», que es a priori. Los juicios de la física son sintéticos a priori porque se basan en las categorías del entendimiento.
A partir de este análisis, Kant concluye que solo podemos conocer lo que él llama el fenómeno: lo que es dado a la sensibilidad y, por tanto, está sometido a las condiciones espacio-temporales. En cambio, la cosa-en-sí o noúmeno (lo que son las cosas independientemente de nuestra relación con ellas) está fuera de nuestra capacidad de conocimiento.
3. Metafísica y su estatus como ciencia (Dialéctica trascendental)
Kant considera que la metafísica no es una ciencia porque trata de conceptos que no son objetos de la experiencia (como Dios, el Alma y el Mundo). La ciencia solo puede conocer objetos de la experiencia. Sin embargo, Kant también dice que la metafísica es inevitable, ya que la razón humana busca un fundamento absoluto para la experiencia. Este fundamento no puede ser alcanzado a través de la experiencia, y por eso la razón crea ideas (como Dios, Alma y Mundo) que no pueden ser verificadas empíricamente. Estas ideas tienen un uso regulativo, sirviendo para organizar la experiencia en un sistema racional, pero el error surge cuando la razón las trata como objetos de la experiencia, lo que genera paralogismos (juicios indemostrables o contradictorios) y antinomias (contradicciones cuando se habla del mundo).
La Ética Kantiana: El Deber Ser
Kant responde a la pregunta «¿Qué debo hacer?» con su ética. A diferencia de la ciencia, que se ocupa de lo que es, la ética se ocupa de lo que debe ser y se expresa mediante imperativos. Un imperativo es un mandato que dice lo que alguien debe hacer.
Los imperativos se dividen en dos tipos:
- Imperativos hipotéticos: Son condicionales, indican lo que se debe hacer para alcanzar un fin. Ejemplo: «Si quieres ser un buen ciudadano, debes pagar tus impuestos». Su validez depende del objetivo que se persiga.
- Imperativos categóricos: Son incondicionales, ordenan algo sin que dependa de un fin, válido por sí mismo. Ejemplo: «No debes robar». Son universales y a priori, válidos para todos, sin depender de circunstancias o deseos.
Kant critica las éticas anteriores porque muchas se basan en imperativos hipotéticos, que no son universales ni a priori. Para él, las normas morales deben expresarse mediante imperativos categóricos. Sin embargo, no basta con cumplir lo que ordena un imperativo para que la acción sea moral. La motivación detrás de la acción también es clave.
Kant distingue entre:
- Acciones conforme al deber: Cumplir la norma por motivos externos, como evitar consecuencias (ej., evitar ir a la cárcel). No son morales.
- Acciones por deber: Cumplir la norma simplemente porque es lo correcto, sin buscar consecuencias externas. Solo en este caso la acción es moral y la voluntad es buena.
Kant aborda la distinción entre contenido (lo que la norma ordena) y forma (la voluntad con la que se cumple la norma). Es la forma de la acción (la voluntad detrás de la acción) lo que determina si una acción es moral.
Kant formula el imperativo categórico en dos formas:
- «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal». Esto significa que, antes de actuar, debemos preguntarnos si estaríamos dispuestos a que la norma que seguimos se aplique a todos.
- «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca solo como un medio». Esto implica que los seres humanos tienen dignidad y no deben ser utilizados simplemente como medios para alcanzar fines ajenos.
La ética kantiana es formal y autónoma: no depende de la experiencia y establece reglas universales válidas para todos. A diferencia de las éticas empíricas, que son relativas y basadas en fines específicos, la ética kantiana es universal y válida para todos los seres humanos. Además, Kant sostiene que la razón se da a sí misma sus propias leyes, sin depender de deseos, inclinaciones, o autoridades externas, lo cual es un principio central de la Ilustración.
Kant también aborda el problema de la libertad. Aunque la ciencia (especialmente la física) muestra que todo en el mundo fenoménico está determinado por causas y efectos, Kant sostiene que esto no implica que los seres humanos estén sometidos a determinismo en su moralidad. Dado que el conocimiento científico se limita a los fenómenos y no puede acceder a las cosas en sí (los noúmenos), es posible que los seres humanos tengan libertad en su ámbito moral, lo que hace posible la moralidad.
Postulados de la Razón Práctica
Kant sostiene que, para que la moral sea posible, no basta con que la experiencia no sea lo único relevante, sino que también se requieren condiciones positivas que dependen de un ámbito nouménico (es decir, un ámbito más allá de la experiencia sensible).
Estas condiciones son:
- La libertad: La moralidad requiere que los seres humanos sean libres. Si todo estuviera determinado por el principio de causa y efecto, no tendría sentido calificar una acción de moral o inmoral, ya que todo sería consecuencia de leyes naturales.
- La inmortalidad del alma: Kant explica que, si el ser humano fuera solo cuerpo, estaría sujeto a las leyes de la causalidad y no podría ser libre. Para la moral, es necesario que el alma no pertenezca al mundo sensible (y por tanto no esté sometida a las condiciones espacio-temporales), siendo así inmortal. Además, el ser humano nunca podrá cumplir completamente el ideal moral mientras esté en el mundo fenoménico; por lo tanto, debe creer en la existencia de un mundo donde este ideal pueda cumplirse plenamente.
- La existencia de Dios: Dado que el ser humano tiende a buscar la felicidad (como ser fenoménico) y también busca cumplir el ideal moral (como ser nouménico), surge una contradicción: no siempre la persona moralmente buena es la más feliz. Para resolver esta contradicción, es necesario creer en la existencia de un Dios que armonice ambos mundos (el moral y el sensible), y que otorgue la felicidad a quienes siguen la moral.
Kant considera que la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios son postulados de la moral, es decir, que no se pueden demostrar, pero son condiciones necesarias para que la moral sea posible. Estos postulados permiten que los objetos de la metafísica, que carecían de sentido en el ámbito de la ciencia, tengan sentido en la razón práctica y en la moral. Esto abre el camino para la justificación de una actitud religiosa y para responder a la pregunta: ¿Qué me cabe esperar?
Kant también enfatiza que, en la ética, aunque nos centramos en cómo debemos actuar, lo importante es que nuestra acción conduzca a un fin: la creación de una comunidad humana donde los seres humanos sean considerados fines en sí mismos, no solo medios para un fin ajeno. Este es el concepto del reino de los fines, donde los seres racionales se unen mediante leyes comunes. La dignidad humana, para Kant, radica en que el ser humano es un fin en sí mismo, no un medio. Solo tiene sentido concebir al ser humano como capaz de verdadera moralidad y dignidad si es libre en su voluntad. En el reino de los fines, todo tiene o precio o dignidad. Aquello con precio puede ser reemplazado por algo equivalente, mientras que lo que tiene dignidad no puede ser sustituido ni equivalente. La dignidad es única del ser humano, que, como agente moral, se rige por la ley moral.
En resumen, Kant sostiene que la ética no solo trata de cómo actuar, sino de cómo estas acciones deben contribuir a la construcción de un mundo moral, en el cual los seres humanos son tratados como fines en sí mismos, con dignidad y libertad, y bajo el imperativo moral que lo sustenta.