Kant: Conocimiento y Realidad
Conocimiento y Realidad
Conocimiento y realidad: Kant responde a la pregunta «¿Qué puedo saber?» estudiando el conocimiento. Concluye que si la metafísica es una ciencia, el conocimiento no tendrá límites; si no lo es, tendrá límites definidos. Para averiguarlo, examina las matemáticas y la física. Ambas enuncian juicios sintéticos a priori, que amplían nuestro saber pero son universales y necesariamente verdaderos. Aunque todo conocimiento comienza con la experiencia, no todo procede de ella; hay formas puestas en la mente del sujeto. Kant sintetiza el empirismo y el racionalismo en el idealismo trascendental: la sensibilidad ofrece al entendimiento material dado por los sentidos, que la mente organiza mediante estructuras a priori. Lo decisivo es la mente del sujeto, que organiza los datos de los sentidos.
En el proceso de conocimiento, primero interviene la sensibilidad, que, mediante las intuiciones puras de espacio y tiempo, organiza el caos de sensaciones, constituyendo nuestra representación mental del objeto (el fenómeno). Luego, el entendimiento, con sus conceptos puros a priori (las categorías), organiza el caos fenoménico, permitiéndonos conocer las leyes de la naturaleza. Sensibilidad y entendimiento se complementan: para conocer un objeto, deben darse los fenómenos de la experiencia y las categorías del entendimiento.
Fenómeno y Noúmeno
Distinción entre fenómeno y noúmeno: lo que aparece al sujeto es el fenómeno; la «cosa en sí» es el noúmeno. Noúmeno puede ser, negativamente, una cosa que no puede ser reconocida por la intuición sensible o, positivamente, un objeto conocido por intuición no sensible. Nuestro conocimiento se limita a los fenómenos; el concepto de noúmeno queda como límite de la experiencia. No hay conocimiento de las cosas en sí. La distinción entre fenómeno y noúmeno explica por qué Kant denomina «idealismo trascendental» a su doctrina: el espacio, el tiempo y las categorías son condiciones de posibilidad de los fenómenos, de la experiencia, y no propiedades de las cosas en sí mismas.
Kant deduce que solo conocemos las manifestaciones sensibles de la naturaleza (los fenómenos), porque están organizados en el tiempo y en el espacio, pero los noúmenos solo pueden ser pensados, no conocidos; no pueden aplicárseles las categorías. Las principales ideas de la razón son mundo, Dios y alma. Cuando la razón trata de conocerlos, cae en contradicciones; estas ideas marcan el límite de nuestro conocimiento, y la metafísica no es una ciencia. Dialéctica trascendental: la metafísica (conocimiento de realidades más allá de la experiencia) es imposible, ya que las categorías solo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos.
Acción Ética
La acción ética: Kant advierte que el único criterio para determinar el valor moral de una acción es la buena voluntad, inspirada en el deber, y no el interés personal. Las éticas anteriores no encontraron el fundamento del deber porque formulaban imperativos hipotéticos, con validez condicionada a la consecución de algún fin exterior al sujeto. Kant propone su ética formal, que descubre en la razón del sujeto una ley moral abstracta y universalmente válida: el imperativo categórico. Presupone la libertad del sujeto, porque solo un ser con voluntad libre puede darse una ley moral; el individuo es libre en el ámbito moral porque solo se obedece a sí mismo, a su razón. Una conducta virtuosa exige respetar a todas las personas. Estos forman parte del reino de los fines, la esfera de las relaciones morales entre sujetos racionales, que se deben respeto mutuo.
Su ética culmina con los tres postulados de la razón práctica: la libertad del sujeto, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios, que muestran «qué puede esperar el hombre» y el verdadero significado de las ideas de la razón. BIEN Y DEBER: La ley determina lo que es bueno. Puesto que la ley es la fuente de la bondad moral, el bien reside en la voluntad. El único móvil admisible para la voluntad es la ley misma o el respeto por la ley. Actuar «por deber» consiste en actuar únicamente por respeto a la ley; en esto reside la virtud. Se rechaza que la felicidad sea el motivo determinante de la buena voluntad.
Estética Trascendental
La estética trascendental: Las condiciones trascendentales son el espacio y el tiempo, formas a priori de la sensibilidad e intuiciones puras. Son formas porque no son impresiones sensibles y son a priori porque no proceden de la experiencia. Kant distingue entre la sensibilidad externa (sometida a espacio y tiempo) y la interna (sometida solo al tiempo). Espacio y tiempo son intuiciones porque no son conceptos del entendimiento, ya que estos se aplican a una multiplicidad de individuos, pero tiempo y espacio solo hay uno. Los juicios sintéticos a priori en las matemáticas: la geometría y la aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del tiempo. Las matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son intuiciones puras, a priori.
Analítica Trascendental
La analítica trascendental: Si percibir es la función propia de la sensibilidad, comprender es la función propia del entendimiento.
- La función de comprender se realiza mediante conceptos. El entendimiento es la facultad de los conceptos o de los juicios.
- Hay dos tipos de conceptos: los empíricos y los puros o categorías. Los conceptos empíricos proceden de los datos de los sentidos. El entendimiento tiene conceptos a priori que no proceden de la experiencia (sustancia, causa, necesidad, existencia…).
- Los conceptos puros son condicionantes trascendentales, necesarios para nuestro conocimiento de los fenómenos. El entendimiento no puede pensar los fenómenos sin aplicarles estas categorías, y los fenómenos no pueden ser pensados sino de acuerdo con ellas. La exposición y justificación de la función de las categorías en el conocimiento es la «deducción trascendental de las categorías».
- Los conceptos puros son vacíos. Así como el espacio y el tiempo han de llenarse con las impresiones sensibles, las categorías han de llenarse con los datos procedentes del conocimiento sensible. Esto implica que las categorías solo son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos.
Marx: Ideología, Alienación y Materialismo Histórico
Ideología, Ilusión y Conocimiento Científico
Ideología: ilusión y conocimiento científico: Todo ser humano posee una ideología, basada en ideas o representaciones, verdaderas o falsas, de la sociedad en la que vive. La clase dominante puede contribuir a encubrir la realidad a través de la ideología, pero también la complejidad de la realidad social puede impedir que se alcance su conocimiento verdadero. Al basarse la ideología en percepciones y vivencias parciales o deformadas de la realidad, serán falsas las representaciones que la conforman, por lo que la realidad y las condiciones en que se desarrolla la vida de los hombres resultan falsificadas. En este caso, la existencia humana resulta alienada.
Alienación y su Fin: Teoría y Praxis
La alienación y su fin: teoría y praxis: Marx señala que el ser humano, cuya actividad tiene por objeto la naturaleza, crea un mundo en el que dicha naturaleza aparece como su obra, y en el modo de producción capitalista esa actividad no le permite ser dueño de sí ni de lo que produce, porque se presenta como algo ajeno. En segundo lugar, el hombre, al ser desposeído de los objetos que crea, deviene, él mismo, objeto, viéndose negado como persona. Como consecuencia de lo anterior, los seres humanos se deshumanizan al tener que someterse a unas relaciones sociales injustas, donde son explotados como máquinas y reconocidos como tales. Para superar esta explotación, se impone el estudio del modo de producción que permite y propicia esta situación, elaborando una teoría que, una vez puesta en práctica, permita su transformación y logre la realización del hombre.
Dialéctica y Materialismo Histórico
Dialéctica y materialismo histórico: La posibilidad de alumbrar una nueva sociedad pasa por concebir la realidad social como un proceso dialéctico, que se da tanto en la naturaleza como en la historia. Surge así una concepción materialista de la historia en la que el factor fundamental es la actividad productiva del ser humano para satisfacer sus necesidades básicas. Marx concibe este materialismo histórico como una ciencia con la que se puede explicar y transformar el mundo. Según este materialismo histórico, los diferentes modos de producción son resultado de las transformaciones económicas que determinan los cambios en las estructuras sociales, políticas, ideológicas, culturales, etc., de la sociedad.
Dinámica del Proceso Histórico
Dinámica del proceso histórico: Estos componentes sociales, políticos, etc., constituyen la superestructura cultural, que depende y está determinada por la infraestructura económica. En esta última se distinguen dos elementos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que dependen de las primeras. La infraestructura económica es el fundamento que condiciona todo el proceso de producción, y también la superestructura, que es el conjunto de representaciones o ideas que configuran la conciencia, así como las estructuras jurídicas y políticas que determina la infraestructura. Estas últimas están determinadas directamente por la infraestructura económica. Menos determinadas están las superestructuras ideológicas, como la religión, el arte o la filosofía. La estructura económica de la sociedad constituye su modo de producción, que es la relación que en cada sociedad se establece entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Como las fuerzas productivas no dejan de variar, los modos de producción son inestables, y con ellos cambian las relaciones de producción, que si no lo hacen en la medida necesaria, provocan una contradicción en la estructura económica dando como resultado una revolución social. Los cambios en la conciencia política, religiosa, etc., del hombre se producen dependiendo de la transformación, pues el ritmo de transformación de las fuerzas productivas es siempre más rápido, por el aumento de las necesidades humanas, que el de la superestructura.
Fin de la Historia
Fin de la historia: El fin al que se dirige la historia es el comunismo. La marcha hacia esta utopía puede ser acelerada mediante la lucha de clases del proletariado, lo que significa que éstos toman conciencia de su condición y se sirve del materialismo histórico para poner fin a su alienación y lograr su realización total. El primer paso en este camino es la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y de la división del trabajo, mediante el establecimiento de la dictadura del proletariado. Con ello se alcanzaría la sociedad sin clases, donde el Estado no tendría sentido, pero tampoco la lucha de clases. En su lugar surgiría una comunidad real de hombres libres e iguales.
Nietzsche: Crítica de la Cultura Occidental
Crítica de la Cultura Occidental
Crítica de la cultura occidental: Nietzsche comienza por una crítica a la filosofía: los griegos hicieron soportable el carácter terrible de la existencia creando un bello mundo ilusorio de representaciones artísticas. A su síntesis perfecta entre lo apolíneo y dionisíaco le puso fin Sócrates, que inició un modelo de filosofía que potenciaba en exceso la razón. Platón acentuó ese error al inventar el mundo de las ideas, opuesto al del devenir sensible. Este error se produjo porque Platón consideró el lenguaje algo autónomo, como si los conceptos universales designasen seres superiores al mundo real y existentes por sí mismos, cuando en realidad tanto el lenguaje como la razón son instrumentos al servicio de la vida. De este «culto a la gramática» surgieron la metafísica y la ciencia, saberes vacíos que han ahogado la espontaneidad de la vida.
Nietzsche critica la moral antinatural de Sócrates y Platón, que entienden la virtud solo como un ejercicio racional, donde el cuerpo, las pasiones y los instintos deben reprimirse. Critica la religión: el cristianismo agudizó la escisión entre razón y vida al proyectar los valores en un Dios trascendente. La moral cristiana impuso una moral de esclavos basada en la obediencia y el sacrificio. Kant aplastó la sensibilidad con su ética del deber, basada en una ley formal.
Crítica a la Moral
CRÍTICA A LA MORAL: Nietzsche se refiere a la moral como «contranaturaleza». La crítica de la moral platónico-cristiana señala que la moral contranatural se dirige contra los instintos de la vida. La base filosófica de la moral contranatural es el platonismo: el mundo de las ideas acabó convirtiéndose en la metafísica cristiana. Pone como centro de gravedad del ser humano en la otra vida y no esta. De forma que la moral, según ha sido impuesta como norma de conducta en Occidente, es un síntoma de nihilismo. La moral como contranaturaleza tiene un primer objetivo: demostrar la voluntad libre del ser humano. Para pecar y ser culpables, hemos de estar capacitados moralmente, es decir, ser libres. Lo que se critica es la idea de un orden moral del mundo que sirva para dirigir la historia del ser humano; pero como algo externo al hombre. Nietzsche combate esto diciendo que si Dios ha sido la gran objeción contra la vida, neguemos a Dios para de esta forma redimirnos del mundo. El ser humano no necesita de Dios para saberse libre.
Crítica a la Metafísica
CRÍTICA A LA METAFÍSICA: la metafísica tradicional se asienta en un error básico: la creencia en la antítesis de los valores. Los filósofos dogmáticos han creído que las cosas de valor supremo vienen de Dios, del otro mundo. Esta ontología es estática, porque considera el ser como algo fijo, que no se deja ver tal como es en realidad sino que tiene su propio mundo. Lo que el hombre conoce del ser es mera apariencia. Esta separación entre ser real y aparente es ya un juicio valorativo sobre la vida: un juicio negativo, porque da más importancia al mundo de las ideas que al de los sentidos. Pero en realidad solo hay el devenir constante del ser creando y destruyendo el único mundo existente.
Crítica a la Ontología
CRÍTICA A LA ONTOLOGÍA: tanto el cristianismo como el kantismo son síntomas de una voluntad de poder negativa. Nosotros somos quienes creamos todas las categorías existenciales; por eso, los filósofos se han dedicado hasta ahora a momificar el devenir del ser a través de conceptos. Si existe un mundo real y otro aparente, también habrá un ser humano real y otro aparente. La propia ontología platónica, que niega el devenir del ser, ha puesto los medios adecuados para que el espíritu acaricie la idea de un orden moral sobrenatural.
Nihilismo
Nihilismo: Con la Ilustración y el avance de la ciencia, se produjo «la muerte de Dios», que implica la pérdida del fundamento religioso sobre el que se sustentaba el sistema de valores de nuestra cultura. Con ello, aparece el nihilismo, donde el hombre se esfuerza en vano por creer. Tiene también una vertiente positiva: si «Dios ha muerto», el hombre puede ejercer ahora un papel creador.
La superación del nihilismo requiere un cambio de modelo filosófico, de la ciencia al arte: en el futuro, el ser humano deberá crear nuevos valores, como los artistas crean nuevas obras. Nietzsche elabora un pensamiento filosófico alternativo.
Propuestas Nietzscheanas
Propuestas nietzscheanas: La voluntad de poder supone que el universo entero es un conjunto de fuerzas y energías en constante devenir, que buscan producir fenómenos más elevados y perfectos. El eterno retorno es el intento de Nietzsche de recuperar la visión trágica de la realidad del pensamiento presocrático. La idea del eterno retorno implica que solo hay una vida, que se repite eternamente. Ante esta perspectiva, el hombre nihilista cae en la desesperación, pero ha de conducir al superhombre, que es aquel espíritu libre que ha logrado superar las tres transformaciones del espíritu (camello, león y niño). El superhombre, alternativa al filósofo platónico, esclavo de un mundo ideal vacío, dice sí a la vida y no cree en la igualdad. Es un filósofo-artista que llevará a cabo la transvaloración de todos los valores vigentes. Sostendrá la «voluntad del error» y se esforzará por presentar aquellas apariencias que mejor expresen el poder creador de la vida. REALIDAD Y CONCEPTO: toda palabra se convierte en concepto desde el momento en que deja de servir justamente para la vivencia original, única e individualizada, a la que debe su origen. Se pretende que el concepto sirva para expresar y significar una multiplicidad de cosas o realidades individuales que nunca son idénticas. No es más que un conjunto de generalizaciones, ilusiones que el uso y la costumbre han venido imponiendo y cuya naturaleza desconocemos.
Ortega y Gasset: La Vida como Realidad Radical
Idea de Filosofía
ORTEGA: Idea de filosofía: Según Ortega, la filosofía se ocupa de todo cuanto hay en el universo, sea real o irreal. El empeño intelectual hacia ese todo, cuya misma existencia es una incógnita, es la pantonomía, y es lo que diferencia la filosofía de la ciencia, que delimita previamente los objetos de los que se ocupa. El filósofo está sometido a un imperativo de autonomía: renuncia a apoyarse en nada anterior a la filosofía que se vaya elaborando tratando de ir más allá de lo dado y sus apariencias. Tanto la autonomía como la búsqueda de lo universal deben estar basadas en la claridad.
La Vida como Realidad Radical
La vida como realidad radical: La realidad no es la naturaleza ni la ciencia, sino la relación entre un sujeto y su mundo; la realidad radical, la que es anterior y fundante de cualquier otra, es la vida humana, a la que están subordinadas tanto las cosas como las ideas. Ortega se refiere a la vida en término biográfico: supone que un yo tiene que vivir en una determinada circunstancia, atendiendo a su entorno. El yo debe adquirir conciencia de sus circunstancias. Limitan el horizonte humano y le sirven de acceso al mundo. En la circunstancia hay unos elementos transmitidos por la sociedad que constituyen los supuestos de la vida humana, y que Ortega denomina creencias. Frente a estas, están las ideas. Las creencias son la vía por la que la sociedad establece la continuidad de sus creaciones, lo cual significa que la vida humana se desarrolla dentro de los límites que establece el pasado: no es la naturaleza la que nos determina a ser de una manera u otra, sino la historia.
El Hombre como Proyecto
El hombre como proyecto: El hombre es historia, vida que está por hacer, puesto que el hombre es el que tiene que hacerse a sí mismo empleando su libertad. Vivir es elegir constantemente lo que se quiere hacer con la vida. Está la obligación de hacer algo, pero nadie está obligado a hacer algo determinado. El yo, pues, no es algo fijo, sino que se va haciendo en unas circunstancias sobre las que ejerce su libertad. Sin embargo, el yo posee un «proyecto de vida», que puede ser asumido o no por el propio individuo. La realización de ese proyecto o vocación permite el perfeccionamiento del sujeto, pues marca la distancia desde lo que es a lo que «tiene que ser». Decidir lo que vamos a ser es la nota fundamental de nuestra existencia y eso supone un compromiso con el futuro; en función de este descubrimos el pasado, que nos dirá qué medios tenemos para realizar nuestro proyecto. Cuando contamos con estos, se descubre el presente. La vida es temporalidad.
La realidad tiene infinitas perspectivas, todas verídicas y auténticas y, por ello, complementarias. La verdad absoluta no es sino la suma de perspectivas individuales, verdaderas parcialmente y, por eso, no está al alcance humano. La verdad en perspectiva es vista por Ortega como una función de la vida, que propone su entendimiento mediante la razón vital, que deja de lado la abstracción y busca comprender todo lo humano en su complejidad histórica.
Generación en la Historia
La generación en la historia: La sociedad humana es concebida como un proyecto en el que los individuos alcanzan una cierta identidad y perfeccionamiento. La identidad es fruto de la pertenencia a una misma generación. Las generaciones marcan el ritmo de la historia, que se mueve según estas se suceden. Aunque los individuos se presentan formando parte de una generación, la sociedad no integra a todos los individuos como iguales. Quienes se conforman con pensar lo que la gente dice, pertenecen a la masa, pero los que buscan hacerse con su propia opinión pertenecen a la élite. Esta élite despierta en los demás el deseo de perfección y seguimiento, pero cuando no es así, cuando se produce la «rebelión de las masas», el proceso de perfeccionamiento social entra en crisis y la sociedad carece de liderazgo.
Categorías de la Vida
Categorías de la vida: Son los conceptos que expresan el vivir en su exclusiva peculiaridad.
- Nuestra vida es nuestra porque nos damos cuenta de ello. Significa esa singular presencia que la vida de cada uno tiene para sí misma.
- Vivir es, en su carácter evidencial, encontrarse en el mundo, entendiendo este como «lo que para mí existe y sobre mí actúa patentemente».
- En el mundo estamos de una forma concreta: ocupados en algo. Es decir, conviviendo con una circunstancia.
- Todo lo que hacemos tiene una finalidad, en vista de la cual ocupamos nuestra vida de una forma u otra. Pero es imprevista, por lo que la vida es posibilidad y problema.
- Por tanto tenemos que decidir lo que hacemos. La vida es un decidir antes que un hacer. Es imprevista, es posibilidad y problema.
- Si decidimos, es porque tenemos en la vida holgura y espacio para la libertad y decisión. O sea, distintas posibilidades.
- Dichas posibilidades están limitadas por las circunstancias.
- La última categoría es la temporeidad. Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a hacer, es porque en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal.
La sustancia de la vida es el tiempo, el cambio. Y la consistencia temporal de la realidad específicamente humana nos obliga a desnaturalizar todos los conceptos referentes al fenómeno integral de la vida humana para someterlos a una historización. Toda noción referente a la vida humana es función del tiempo histórico.
Hombre Masa y Minoría Selecta
Hombre masa y minoría selecta: El hombre masa es aquel cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. En el diagrama psicológico del hombre masa actual tenemos dos rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Ha sido mimado por el mundo entorno y piensa que todo le está permitido y a nada está obligado. La minoría selecta está compuesta por aquellos que tienen una necesidad íntima de apelar a una norma más allá de él, superior, a cuyo servicio libremente se pone. Es aquel que se exige mucho a sí mismo y vive en servidumbre: no le sale su vida si no la hace consistir en servicio a algo trascendente. Por eso no estima como una opresión la necesidad de servir, incluso inventa nuevas normas, más difíciles, más exigentes, que le opriman.