El pensamiento de Marx se desarrolla en un contexto de crecimiento industrial y consolidación del sistema capitalista en Inglaterra. Esta transformación trajo consigo una marcada desigualdad entre las clases sociales, con la burguesía obteniendo grandes ganancias a expensas de la miseria y explotación del proletariado. Marx busca comprender el funcionamiento del capital como origen de esta desigualdad extrema, con el fin de eliminarla y liberar a la clase obrera. En su visión, la filosofía debe ser una herramienta para transformar la realidad. Por ello, su filosofía va más allá de ser un proyecto teórico, impulsando una intensa actividad política que culminó con la fundación de la Primera Internacional de los Trabajadores.
Materialismo y dialéctica
A) Dialéctica
Marx y Engels adoptaron de Hegel la idea de que la realidad histórica está en constante movimiento, utilizando la dialéctica como la ley para comprender este proceso. Aceptaron los tres momentos de la dialéctica propuestos por Hegel: la idea (tesis), la negación de la idea (antítesis) y la negación de la negación de la idea (síntesis). A diferencia de Hegel, rechazaron que el espíritu o las ideas fueran el motor de la historia. Su materialismo dialéctico buscó invertir la dialéctica hegeliana, afirmando que son las condiciones materiales y los modos de producción en cada momento histórico los que determinan las ideas y son el motor de los procesos y cambios históricos. En contraposición al idealismo de Hegel, Marx y Engels defendieron el materialismo, considerando que todo elemento y actividad espiritual están impregnados de materia, sosteniendo que la naturaleza es previa al espíritu. Además, la dialéctica materialista propuesta por Marx pone énfasis en el momento de contradicción, a diferencia del énfasis que Hegel otorgaba a la síntesis.
B) Materialismo histórico
Marx desarrolló el materialismo histórico, yendo más allá del simple concepto de que todo es materia y aplicándolo a la interpretación de la historia. Las condiciones materiales obligan a los seres humanos a transformar la naturaleza a través del trabajo para subsistir, lo que los convierte en seres sociales al interactuar con otros. A diferencia de la conciencia o las ideas, Marx sostuvo que el trabajo y las necesidades materiales son los determinantes fundamentales de la realidad humana, dando lugar al materialismo histórico. Según Marx, las relaciones económicas, es decir, las relaciones sociales de producción, son el motor de la historia, en contraposición a la visión de Hegel. Las condiciones materiales de la existencia humana y las relaciones de producción guían e impulsan la historia, determinando también el mundo del espíritu (valores, ideas, religión, arte, filosofía). Marx expresó esta idea mediante la diferenciación entre estructura económica (infraestructura) y superestructura, sosteniendo que la base material organiza la formación social y da lugar al desarrollo de las ideas en una sociedad en un momento histórico determinado.
La superestructura, según Marx, es el conjunto de ideas, valores e imágenes (morales, artísticas, jurídicas, religiosas, filosóficas, entre otras) que configuran la conciencia en un momento concreto de la historia. Está condicionada por la infraestructura y funciona como ideología, que Marx consideraba como una forma de falsa conciencia que oculta las contradicciones del modo de producción capitalista, representando así los intereses de la clase dominante.
La infraestructura, según la teoría de Marx, es la base material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo y el cambio social, y de ella depende la superestructura. Está compuesta por las relaciones de producción, que son las relaciones entre el productor y los medios de producción, y las relaciones de propiedad con respecto al producto del trabajo. En el caso del capitalismo, solo la burguesía posee los medios de producción y es propietaria de las mercancías que el obrero produce. También incluye las fuerzas productivas, que son los recursos naturales, los medios técnicos y la fuerza de trabajo necesarios para producir cosas en un momento determinado de la historia, estando subordinadas a las relaciones de producción.
C) La lucha de clases
Según Marx, la historia universal muestra divisiones de la sociedad en estamentos o clases, distinguiéndose por su capacidad para acceder a la riqueza, controlar los bienes materiales y dominar los productos ideológicos. El motor de la historia es la lucha de clases entre la burguesía (propietarios de los medios de producción) y el proletariado (quienes venden su fuerza de trabajo). Esta lucha ha caracterizado la historia humana, desde los patricios y plebeyos en el Imperio romano hasta los señores feudales y siervos en la Edad Media. A pesar del surgimiento de la sociedad burguesa con la desaparición del feudalismo, los antagonismos de clase persisten. En ella, se enfrentan la burguesía, que posee los medios de producción, y el proletariado, que solo dispone de su fuerza de trabajo y debe venderla para subsistir. El marxismo revela este enfrentamiento entre burgueses y proletarios, contribuyendo a desenmascarar tanto el discurso del poder político como la alienación del trabajo
Análisis y crítica de la sociedad capitalista
A) El concepto de mercancía
Marx inicia su análisis del capitalismo centrándose en la producción e intercambio de mercancías, que caracteriza a este modo de producción. A pesar de su apariencia de objetos, las mercancías se diferencian en que no son creadas para satisfacer una necesidad humana, sino para ser intercambiadas en el mercado y producir plusvalor (plusvalía). A diferencia de los objetos, las mercancías poseen un doble valor:
- Valor de uso: El valor de uso de una mercancía se refiere a su utilidad y capacidad para satisfacer necesidades humanas concretas. Aunque es necesario para que la mercancía se venda en el mercado, no es el objetivo principal por el que se ha fabricado.
- Valor de cambio: El valor de una mercancía es el precio por el que será intercambiada en el mercado, es decir, su valor de cambio. La finalidad de una mercancía no es satisfacer una necesidad humana, sino ser cambiada por dinero con el fin de obtener beneficio con la venta
Marx establece que las mercancías se producen con el propósito de su valor de cambio, el cual se realiza en el mercado mediante el intercambio de la mercancía por dinero. No obstante, en este intercambio no solo se crea valor, sino también un valor añadido, un beneficio o plusvalor, que representa el verdadero objetivo de todo el proceso de producción capitalista.
B) La plusvalía
La plusvalía es la diferencia fundamental entre el modo de producción capitalista y otros modos de producción no capitalistas. En el capitalismo, la finalidad es producir ganancia, un valor añadido, o plusvalor. En un modo de producción no capitalista, el ciclo es m-d-m², lo que significa que se produce una mercancía para intercambiarla por dinero y adquirir un objeto que satisfaga una necesidad humana. Por otro lado, en el modo de producción capitalista, el ciclo es d-m-d’, donde d’ > d. Aquí, se realiza una inversión inicial para adquirir medios de producción y mano de obra, con el objetivo de producir una mercancía para venderla en el mercado y obtener más dinero del que se invirtió al inicio (d’). La diferencia entre d y d’ es la ganancia o plusvalía del capitalista al final del ciclo. El objetivo es reproducir este ciclo para obtener cada vez más ganancia
C) La fuerza de trabajo
Los economistas clásicos, como David Ricardo y Adam Smith, sostenían que el valor de una mercancía se originaba en el mercado, a través de la ley de la oferta y la demanda, y en función de la cantidad de trabajo socialmente necesario que se había invertido en ella. Marx coincide en que el trabajo es la fuente del valor de las mercancías, pero no concuerda con la idea de que la ganancia provenga del trabajo socialmente necesario ni que se genere en el mercado. En cambio, cambia el enfoque hacia la fase de producción y descubre que el beneficio surge de la explotación de la fuerza de trabajo, es decir, del obrero. En el sistema capitalista, el trabajo se considera una mercancía. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el salario) y un valor de uso (su capacidad para producir otras mercancías). La diferencia entre el valor creado por el trabajador y su salario se llama plusvalía, que es el beneficio del capitalista. Sin esta plusvalía, no habría sociedad capitalista. Marx explica que una parte del tiempo trabajado por el obrero revierte en su salario, mientras que el exceso de valor creado constituye la plusvalía para el empresario. Cuanto más trabaje el obrero sin recibir compensación adicional, más plusvalía generará. El grado de explotación de la mano de obra es proporcional a la ganancia del capitalista, lo que significa que a mayor ganancia, mayor explotación del trabajador. Este es, según Marx, el secreto mejor guardado del modo de producción capitalista. La propuesta del marxismo es eliminar la plusvalía, que el valor del objeto producido por el trabajador vuelva a él. Esto puede ser a través de la distribución directa de beneficios entre los trabajadores, como en el socialismo cooperativista, o indirectamente a través del Estado en forma de servicios gratuitos como educación y atención médica, o subsidios como el desempleo o pensiones.
D) El fetichismo de la mercancía
Hasta Marx, los economistas se enfocaban en los precios de las mercancías en el mercado y creían que la ley de la oferta y la demanda determinaba el valor y generaba beneficios. Marx considera esta afirmación como un fetichismo de la mercancía, una fascinación por ésta que oculta la verdadera razón del beneficio: la explotación de miles de personas en las fábricas. Por esta razón, ve la economía clásica como una herramienta de la ideología burguesa que busca perpetuar la explotación. Según Marx, lo que la mercancía oculta es que el capital es una relación social de total desigualdad, donde unas personas obtienen ganancias a expensas de la explotación de otras.
E) La acumulación originaria
Una vez que Marx descubre cómo se produce el plusvalor, busca explicar la desigualdad que lleva a la explotación del proletariado y la posesión burguesa. En contraposición a los economistas clásicos, sostiene que las relaciones económicas no son naturales, ya que la naturaleza no está regida por el mercado. En cambio, afirma que estas relaciones económicas se han creado artificialmente a través de una violencia histórica que desposeyó a miles de personas y otorgó propiedad a unas pocas. Este proceso, que generó una gran desigualdad social y permitió el modo de producción capitalista, lo denomina acumulación originaria. Marx descubre que este proceso de acumulación tuvo lugar en Inglaterra a partir del siglo XVIII, cuando se promulgaron leyes para privatizar tierras que antes eran comunes o trabajadas por los campesinos en la Edad Media. Con la llegada de la Revolución Industrial, mantener al campesinado dejó de ser rentable. Así, fueron expulsados de las tierras (privándolos de su medio de subsistencia) y se introdujeron elementos más rentables, como ovejas para la producción de lana destinada a la industria textil, motor de la industrialización. Este proceso es conocido como cercamientos o enclosures.
A partir de entonces, los campesinos ya no tenían medios para subsistir ni producir, solo les quedaba su fuerza de trabajo para vender en el mercado. Así, el campesinado feudal se transformó en el proletariado industrial. La privatización de las tierras es clave en la explotación del trabajador, y es por esto que Marx propone el comunismo como una sociedad en la que la propiedad privada capitalista sea abolida, poniendo fin a la lucha de clases.
Antropología
Concepción del ser humano
Marx parte de la premisa de que no hay una esencia humana fija, sino que el ser humano se moldea a sí mismo a través de sus decisiones y acciones, lo que implica que está en constante construcción y cambio. Los seres humanos están ligados al mundo material debido a sus necesidades básicas, como la alimentación y el resguardo. Sin embargo, a diferencia de otros animales, no satisfacen estas necesidades de forma inmediata, sino que requieren del trabajo para transformar los recursos naturales. Por ejemplo, para alimentarse, el ser humano crea herramientas como flechas para cazar o recipientes para almacenar agua. Esta relación esencial entre el ser humano y la materia, mediada por el trabajo, lleva a Marx a alejarse de interpretaciones que ven al ser humano como un «animal racional» (como sostenía Aristóteles, entre otros). En cambio, Marx afirma que lo que nos define como humanos no es una cualidad teórica, sino práctica: la actividad y el trabajo. El trabajo nos permite desarrollarnos como seres humanos. A diferencia de otros animales, nuestra capacidad de acción y toma de decisiones nos permite moldear nuestro propio destino histórico y cambiar situaciones no deseadas, como la explotación capitalista.
La alienación del ser humano por el trabajo
El término alienación se refiere a un proceso en el que el ser humano se siente separado y ajeno a su verdadera naturaleza. Marx adopta este concepto de Hegel, quien hablaba de la enajenación del espíritu al salir de sí mismo, y también de la definición de alienación religiosa de Feuerbach. Según Feuerbach, la alienación ocurre cuando el ser humano olvida que la religión es una creación suya y comienza a someterse a la imagen que él mismo ha creado, lo que produce la alienación religiosa.
Marx amplía esta idea de Feuerbach a todas las dimensiones humanas, especialmente al trabajo, llegando a la noción de alienación económica. Para Marx, el trabajo asalariado es alienante porque impide al ser humano realizarse y emanciparse. Lo convierte en un extraño al deshumanizarlo, a pesar de que el trabajo es lo que lo define como humano. Marx propone que la única salida de esta alienación es el comunismo.
- En relación al producto de su trabajo: El obrero ha realizado la mercancía, pero esta no le pertenece. El producto de su trabajo acaba en manos del burgués, que se enriquece gracias al trabajo no pagado al obrero (el plustrabajo)
- En relación a la actividad reproductiva: Al haberse vendido como fuerza de trabajo en el mercado laboral, el obrero acaba cosificado es una cosa más, otra mercancía del proceso de producción.
- En relación a la naturaleza: La naturaleza ya no le pertenece porque no es un bien común de todo ser humano. Con la aparición de la propiedad privada, muchos seres humanos quedan totalmente desposeídos ya que el trabajo sobre la naturaleza era lo que les diferenciaba de los demás animales.
- En relación a otros seres humanos: El enfrentamiento con otros seres humanos viene originado por el antagonismo de clase, que fomenta la competencia, el egoísmo y la desigualdad. En esta situación, los seres humanos se vuelven enemigos. Además, en la producción industrial, el trabajador trabaja de forma solitaria en relación solamente con las máquinas, lo que le impide desarrollarse como ser social
Marx identifica varias formas de alienación que conforman la superestructura y perpetúan el dominio de la clase burguesa. Estas ideas, valores e imágenes alienan al obrero al crear una falsa conciencia que le impide comprender su situación de explotación y deshumanización. En resumen, Marx relaciona directamente la alienación del trabajador con la propiedad privada capitalista de los medios de producción, y propone la sociedad comunista como una solución a esta alienación.
Política: el comunismo
Según el ideal ilustrado, Marx concibe el comunismo como un intento de emancipación y liberación del ser humano de la cosificación, alienación y deshumanización impuestas por el modo de producción capitalista. Marx sostiene que las contradicciones internas del capitalismo harán inevitable la llegada del comunismo, siempre que el proletariado actúe. La lucha obrera dará lugar a una sociedad más justa, sin propiedad privada ni antagonismos de clase. El camino hacia la sociedad comunista pasa por dos fases inevitables: la revolución y la dictadura del proletariado. La primera fase ocurre cuando el proletariado adquiere conciencia de clase y lidera la acción revolucionaria a nivel internacional para abolir la sociedad clasista. Tras su triunfo, los medios de producción se colectivizan y comienza la dictadura del proletariado. En la fase socialista, los obreros y campesinos ostentan el poder político y establecen una dictadura sobre las antiguas clases explotadoras. El Estado socialista es provisional y busca que todas las personas trabajen y que los bienes se repartan según las necesidades de cada individuo. La sociedad comunista llegará cuando las clases sociales queden abolidas y el Estado desaparezca. Al eliminarse los antagonismos de clase, los seres humanos establecerán relaciones de amistad y solidaridad, el trabajo dejará de ser alienante y el individuo podrá humanizarse y desarrollarse plenamente.
Repercusión y posmarxismo
Marx fue uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX, y sus ideas continuaron desarrollándose a nivel teórico y tratándose de aplicar en la práctica política a lo largo del siglo XX hasta la actualidad. Su crítica al capitalismo fue fundamental debido a las terribles condiciones de miseria y explotación en las que vivía la clase trabajadora. Sin embargo, Marx analizó el capitalismo clásico, y en la actualidad, las formas en las que se desarrolla el capitalismo han evolucionado y diversificado. Por lo tanto, muchos de los conceptos de Marx no son aplicables para estudiar algunas formas de capitalismo en la actualidad, como por ejemplo, en empresas como Google o Instagram, donde se obtienen grandes beneficios con pocas personas asalariadas.
A nivel práctico, la filosofía de Marx motivó movimientos obreros que lograron mejoras significativas para los trabajadores. Estas mejoras perduran hasta hoy, como la jornada laboral de ocho horas al día, un salario mínimo interprofesional, el derecho a un subsidio, a bajas por enfermedad, el derecho a vacaciones y descanso semanal, el pago de horas extras y la seguridad social, entre otras. Marx también tuvo grandes críticos, como Hannah Arendt, quien cuestionó su afirmación de que la revolución debe ser violenta. Para Arendt, toda acción política debe estar alejada de la violencia, sosteniendo incluso que toda violencia es muda. Los países comunistas como la URSS, Cuba o China intentaron llevar a la práctica el comunismo de Marx, pero nunca lograron superar la segunda fase, recordando que para Marx era solo una etapa provisional. En lugar de sociedades libres e igualitarias, dieron lugar a terribles y sangrientas dictaduras y totalitarismos, como en el caso de la Rusia estalinista. Marx intentó proporcionar las claves fundamentales para comprender el sistema económico y social en el que vivimos: el capitalismo.
La segunda ola del feminismo: el movimiento sufragista
Marx y Engels pasaron por alto la conexión entre la explotación económica y la opresión patriarcal, lo que relegó la lucha de las mujeres por su emancipación. En Estados Unidos, el movimiento sufragista se vinculó al abolicionista, ya que las mujeres vieron similitudes entre su situación y la esclavitud. A pesar de conceder el voto a los esclavos en 1866, se les negó explícitamente a las mujeres hasta 1920. En el Reino Unido, el movimiento sufragista logró su objetivo en 1917, permitiendo el voto femenino. Destaca Harriet Taylor Mill, filósofa y feminista, que defendió la libertad y la igualdad de las mujeres desde una posición cercana al socialismo de su época.