TEMA II. LA CRÍTICA DE LOS CONCEPTOS METAFÍSICOS
La combinación del “principio de copia”, del “atomismo psicológico” y del “asociacionismo psicológico” conduce a Hume a formular la disyunción entre “relaciones de ideas” y “cuestiones de hecho” (“horquilla de Hume”). Hume niega la certeza absoluta a los principios sobre los que la metafísica había pretendido fundamentar la visión científica del mundo y la interpretación que el sentido común hace de nuestra experiencia. Tales principios quedarán devaluados como meras creencias desde el punto de vista de la exigencia filosófica de certeza, pero rehabilitados, por otro lado, desde el punto de vista de las exigencias de la vida, como creencias imprescindibles para la elaboración científica de la experiencia. La teoría humeana del conocimiento conduce a un “escepticismo mitigado”.
1. La horquilla de Hume
A partir de la Investigación sobre el entendimiento humano, Hume introduce que la razón puede tener dos objetos de estudio:
– Relaciones de ideas
Propias de las ciencias formales. Expresan proposiciones que se pueden descubrir por medio del pensamiento. Para conocer este tipo de verdades bastará con la razón. Su contrario es imposible, pues implica una contradicción. Se corresponden con razonamientos demostrativos.
– Cuestiones de hecho
Son aquellas a las que accedemos a través de la experiencia, y son propias de las ciencias naturales y sociales. Se expresan en proposiciones con un contenido empírico. No son necesarias sino contingentes. Se puede concebir el contrario, pues no implicaría contradicción alguna. Vienen avaladas por la experiencia, y son los sentidos los que nos permiten tener acceso a las mismas. Los razonamientos propios de ellas son probables.
2. La crítica de la metafísica
A partir de esta disyunción, nos acercamos al enfoque de Hume de la realidad y su crítica de la metafísica:
2.1. Crítica a la idea de causa
Para Hume, la inferencia causal se basa en un razonamiento erróneo. El razonamiento causal depende de la experiencia y no de la razón. Depende de la experiencia, pero en ésta no percibimos una causa y un efecto, sino dos o más fenómenos que se siguen de un modo ordenado. Causa y efecto son abstracciones que pretenden atar la realidad desde un punto de vista explicativo. El razonamiento causal se proyecta sobre la realidad, allá donde los fenómenos se siguen unos a otros de un modo regular y constante. La causalidad implica:
- Contigüidad (la “causa” debe estar cercano en el tiempo y en el espacio al “efecto”)
- Prioridad de la causa respecto al efecto o sucesión (efecto sucede a la causa)
- Regularidad y constancia (ha de ocurrir siempre del mismo modo).
Sin una experiencia previa, seríamos incapaces de predecir cuáles son los efectos de una realidad cualquiera. Los descubrimientos sobre la naturaleza dependen de la experimentación y no del razonamiento. Y el ser humano tiende a creer que la naturaleza funcionará en el futuro del mismo modo que lo hace en el presente. Este gran presupuesto es absolutamente indemostrable. Es tan sólo un razonamiento probable, que nunca alcanzará el grado de demostración (crítica de Hume al razonamiento inductivo).
2.2. Crítica a la idea de sustancia (yo, mundo, Dios)
La metafísica es una ciencia vacía de contenido. Hume negará la posibilidad de conocer algo así como sustancias o esencias. Si todo lo que sabemos del mundo está mediatizado a través de las impresiones, ni siquiera podemos tener una certeza absoluta de la existencia del mismo. Hume negará la existencia de las tres sustancias que tradicionalmente habían sido objeto de estudio de la metafísica, y por la misma razón también están vacíos de contenido conceptos como el de Dios, sustancia o esencia. La sustancia sería un haz o manojo de impresiones unidas por la imaginación, que proyectaría una unidad indemostrable en la realidad. La sustancia es una ficción de la imaginación. El cogito cartesiano sería, a juicio de Hume, una mera invención: no existe certeza de la conciencia, pues tampoco tenemos una impresión de la misma.
2.3. Fenomenismo
La realidad quedará reducida para Hume a una sucesión de fenómenos de los que tenemos experiencia a través de las impresiones. Nunca podemos acceder a lo que se podría llamar realidad en sí, porque nuestra relación con la realidad está mediada por las impresiones. En un sentido estricto, no podríamos hablar de las cosas ni de los fenómenos, sino de nuestra impresión de ellos. La realidad queda limitada a mi impresión presente de la misma y los recuerdos que pueda tener de impresiones pasadas. No podemos ir más allá de los fenómenos.
3. El escepticismo mitigado de Hume: la costumbre como guía de la vida humana
La propuesta de Hume es una invitación a desistir de la búsqueda racionalista de la certeza. La razón no puede proporcionarnos certezas, a no ser que estemos dispuestos a asumir de un modo acrítico conceptos de dudosa procedencia. Hume nos invita a abandonar la razón para vivir según la costumbre. La razón en nada nos puede ayudar para conocer cuestiones de hecho. Sólo la creencia, que nunca puede acompañarse de certeza, nos hace avanzar cuando nuestro conocimiento se basa en la experiencia. El conocimiento del mundo nunca podrá ser, en consecuencia, racional, seguro, objetivo, cierto. La creencia es un sentimiento que no depende de nuestra voluntad y que nos obliga a percibir un objeto de una manera diferente, anticipándonos al futuro o atribuyendo al objeto propiedades que no son directamente observables. La creencia se basa siempre en un hábito o costumbre mental. La repetición de la experiencia acaba logrando que el sujeto se anticipe a la misma, lo cual termina siendo necesario para su supervivencia, pero sin que en esta anticipación exista un fundamento racional. La supervivencia del ser humano está ligada a que éste renuncie a la certeza absoluta en todo lo que hace, a que se deje llevar por un conocimiento limitado, probable.