La crítica de Nietzsche a la filosofía occidental y el vitalismo dionisiaco

Texto: En este fragmento de El crepúsculo de los ídolos, Nietzsche expone lo que él considera la “segunda idiosincrasia” de los filósofos, es decir, haber confundido lo último con lo primero, lo esencial con lo banal, lo profundo con lo superficial. En este texto, el autor aborda la génesis de los “conceptos supremos” de la cultura occidental. Nietzsche considera que los filósofos han despreciado estos “conceptos supremos” y han sostenido que estos son lo primero, cuando en realidad son conceptos inútiles y despreciables. Los filósofos incurren en un error de fondo sobre la noción de “lo superior”, ya que creen ilusamente que lo superior puede ser causado por algo distinto de sí mismo. Además, todos los conceptos supremos son iguales en dignidad y no pueden contradecirse entre sí, por lo que se identifican con el “concepto Dios”, y que, para Nietzsche, es el más vacío y absurdo de todos los conceptos supremos. De hecho, el concepto Dios resulta ser un concepto falso. Por último, Nietzsche se lamenta de que la humanidad ha tenido que padecer las consecuencias de los “errores de los filósofos”.


1- Sentidos: La visión filosófica que Nietzsche tiene sobre los sentidos, lo sensible y lo corporal viene influenciada por su vitalismo radical y su ataque a la filosofía occidental, que ha considerado los sentidos y lo corporal como elementos negativos. Los sentidos forman parte del mundo físico material y, por tanto, del único mundo verdadero, aunque este haya sido despreciado. En todas las etapas y autores de la Historia de la Filosofía, los sentidos han sido fuente de inseguridad, duda y poca fiabilidad para Platón, Descartes y para Kant, ya que están claramente vinculados a la corporalidad y a la materialidad. De ahí que Nietzsche defienda el poder de los sentidos como instrumentos de la vida, que nos acercan a la auténtica realidad y nos mantienen unidos al mundo físico.

2- Cuerpo: En consonancia con esta visión de descrédito de los sentidos, Nietzsche considera que los filósofos han despreciado igualmente el cuerpo, por eso han inventado el concepto puro de “alma”, como parte espiritual contrapuesta a la corpórea o corporal. Aquí Platón y Descartes reivindican el alma como el yo verdadero, el ser humano real, frente a la parte material o corporal del hombre que es mirada con desprecio. Nietzsche sostiene que la filosofía y la moral occidental han menospreciado al cuerpo y los sentidos corporales, de ahí que inventen una realidad espiritual paralela a la física. Por esto, el vitalismo de Nietzsche se enfrenta con todas sus fuerzas al nihilismo decadente de la cultura occidental, fundada en el platonismo idealista, para mostrar la supremacía y la fuerza de las emociones, los instintos y el devenir.


Nietzsche es el máximo representante de la denominada filosofía de la voluntad irracional, del devenir eterno y de la exaltación de la vida, considerada esta como caos, frenesí, crueldad y desenfreno terrenal. Esta corriente de pensamiento sostiene que la vida es la realidad más radical a todos los niveles: ontológico, psico-antropológico, gnoseológico y ético, de ahí que la categoría “vida” se convierta en el centro de la reflexión filosófica. Nietzsche parte del Nihilismo, como pilar que simboliza la decadencia de la cultura occidental, para culminar en el Vitalismo, como inversión o reconversión de todos los valores, creando así una filosofía totalmente nueva y distinta a la anterior, fundada en los valores de: el cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, lo individual, la fuerza y la lucha por la subsistencia. Su Nihilismo tiene dos representaciones: la pasiva o deconstructiva y la activa o constructiva. La primera, la occidental, simbolizada por el Dios Apolo y la segunda simbolizada por el Dios Dionisos. De este modo, la filosofía de Nietzsche arranca de un Nihilismo pasivo, como mera destrucción de todos los valores tradicionales, al negar cualquier absoluto y finalidad de la vida. El primero, el Nihilismo pasivo, basado en la llamada “filosofía del martillo” o de destrucción de todos los valores tradicionales, se centra en las siguientes críticas:


1 Crítica a la moral: Nietzsche considera que la moral de occidente está basada en la moral judeocristiana que menosprecia este mundo y ensalza un hipotético mundo trascendente, más perfecto y mejor que este.


2 Crítica a la religión: Nietzsche afirma que la idea de “Dios”, en oriente y occidente, como concepto supremo, y la religión, como creencia imaginaria en un más allá, conducen al menosprecio y rechazo de este mundo, al postular la existencia de un mundo ultraterreno y eterno, frente a un mundo físico y temporal.

3 Crítica a la metafísica: Nietzsche sostiene que la filosofía occidental, al igual que la religión, ha buscado respuestas en una falsa visión dualista del mundo, al separar este en mundo físico y mundo metafísico, siendo el primero imperfecto y el segundo perfecto.

4 Crítica a la ciencia: Nietzsche plantea que el mundo real y verdadero es el mundo físico que está en permanente devenir, por lo que las categorías racionales y científicas no pueden captarlo.


El segundo, el Nihilismo activo, basado en la filosofía del “vitalismo dionisiaco” o de construcción de valores nuevos, propone las siguientes ideas:

5 Voluntad de poder: para Nietzsche es necesario reconstruir la voluntad de poder, como voluntad de dominio, como concepto central para comprender la realidad.

6 Superhombre: con la voluntad de poder se supera la idea del ser humano mediocre y débil, por la de un hombre dueño de sí y de todo cuanto le rodea, que no se somete a nada ni a nadie.

7 Eterno retorno: el superhombre es capaz de vivir el tiempo de manera diferente a como lo ha entendido la tradición occidental.

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