1.2. Crítica a la metafísica
La metafísica tradicional plantea que el ser es inmutable, estático y lo interpreta así porque ignora que el mundo en realidad, como decía Heráclito, es pura apariencia y falsedad porque está en continuo cambio. La realidad está regulada por la lucha de elementos contrarios y está abocada a una repetición infinita en el contexto de un ciclo cósmico que la conduce a un eterno retorno en relación con el que todo alcanza su sentido. En esa lucha, la conciencia trata de fijar el movimiento, de anularlo, sustituyendo por conceptos el movimiento real de las cosas, sustituyendo lo vital por una representación de lo vital. Pero toda representación es falsa, en cuanto representación, por lo que la no-vida termina por sustituir a la vida, lo falso a lo verdadero. Recuperar la verdad, poner de manifiesto la radical prioridad de la vida sobre la conciencia será, en buena medida, el proyecto nietzscheano.
El filósofo tradicional busca la realidad del mundo por encima del mundo en lugar de mirar en este vendaval caótico que es. Busca constancias, esencias, definiciones y, como no las encuentra, las inventa, haciéndonos creer que es más verdadero (el mundo sensible e imperfecto y el otro mundo, suprasensible y perfecto, fundamento de aquel). Se da más importancia al mundo de las ideas que al empírico, se nos hace pensar que este mundo es aparente y el otro el verdadero. No hay un mundo aparente y otro verdadero; sólo hay un mundo, éste, mudable y cambiante. Nietzsche ve en esta actitud una posición antivital porque el filósofo afirma el ser, la esencia, la sustancia en contra del mundo en movimiento y la vida. Afirma que los sentidos nos engañan y que el conocimiento verdadero no puede provenir de los sentidos en lugar de afirmar que los sentidos nos dicen lo que hay, es decir, devenir, cambio, error. Este recelo contra la vida va a desembocar en el nihilismo, en la voluntad de la nada, en una filosofía en contra de la vida.
Esta crítica es extensiva al lenguaje y a la creación de conceptos ya que un concepto pretende buscar lo estático, lo que no cambia dentro de una multiplicidad que está en constante cambio. El concepto se hace igualando realidades que no son iguales entre sí. El lenguaje es una metáfora de la realidad pero no la realidad misma, como se nos ha enseñado. En el libro Verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche desarrolla esta crítica hasta sus máximas consecuencias poniendo de manifiesto que el lenguaje y los conceptos encierran esa mentira de que el mundo puede explicarse con términos estáticos, equilibrio, armonía, clasificaciones, estructuras, formas, ideas, etc.
1.3. Crítica a las ciencias
Las ciencias occidentales tal cual las conocemos no son otra cosa que una matematización, una interpretación en clave cuantitativa de algo que es cualitativo, el mundo. El mecanicismo propio de las ciencias nos da una imagen falsa del mundo como máquina, regular, precisa y predecible. La ciencia tiende a igualar casos que no son iguales, los clasifica, los ordena, los reduce a número haciendo parecer que de hecho son esencialmente así. Sin embargo, las cadencias predecibles y armónicas del mundo que se traducen en leyes científicas no son otra cosa que aquello que nosotros ponemos en ellas. Todo ese respeto reverencial que tenemos por el movimiento armonioso de las estrellas, es respeto por nosotros mismos porque somos quienes proyectan esa regularidad, no lo que a los astros les ocurre realmente.
Nietzsche no está criticando la ciencia en general sino a un tipo de ciencia, la ciencia occidental, que matematiza el mundo, lo mecaniza, lo convierte en una cantidad, lo regulariza, es decir, mata su vida. La ciencia, así entendida, es también antivital. Cuando además aplicamos la ciencia al ser humano, el resultado es desastroso; la ciencia no sabe nada de emoción, pasión, placer o sentido, sólo sabe de regularidades, mecanicismo y frío cálculo racional. Contra la medicina, la psicología de su época, etc., Nietzsche dirige una durísima crítica porque son profundamente antihumanas: la física o la química nada pueden decirnos del ser humano.
En realidad, nosotros inventamos las ciencias, sus conceptos, sus teorías y las aplicamos de nuevo a nosotros creyendo que encontramos una verdad. Sería como si yo mismo escondo algo y, a continuación, lo encontrara. Lo cierto es que he encontrado algo, pero es un hallazgo de un mínimo valor que encierra falsedades e intenciones oscuras. El mundo tiene cualidades que no son medibles pero a eso no le llamamos conocimiento verdadero, ni ciencia, sólo a esos aspectos concebidos y creados por nosotros mismos que sí podemos medir, esto es lo que critica Nietzsche. Para entender bien esta parte (que está muy relacionada con la anterior), hay que introducir algunos conceptos nuevos.