La Dualidad del Ser Humano y la Ética Universal según Kant

El Ser Humano según Kant

La concepción de Kant sobre el ser humano es dualista y cercana al platonismo. Aplica la distinción fenómeno-noúmeno al ser humano: fenoménico porque participa del determinismo de la naturaleza, pero nouménico porque es un sujeto libre y pertenece al ámbito de la moral. En este ámbito rigen las ideas de moralidad y libertad.

Kant apuesta por la capacidad humana de condicionarse por la razón y no por los instintos a los que se encuentra sometido. Si el ser humano participa del mundo de la naturaleza y de la razón, en tanto que es alma y cuerpo, el alma humana tendría que poder existir desligada del cuerpo para realizar la tarea infinita de la razón separada del determinismo natural. Por ello, necesitamos postular la inmortalidad del alma.

El hombre presenta tres disposiciones:

  • Animalidad: capacidad técnica del hombre para satisfacer los deseos.
  • Humanidad: pragmatismo; capacidad de organizarse de modo práctico en la sociedad.
  • Ser persona: capacidad moral.

Estas facultades son reflejo de la estructura radical del hombre: la faceta empírico-sensible y su dimensión ético-social. La primera muestra al hombre egoísta y la segunda, todos los aspectos que inducen al ser humano a formar parte de una comunidad y relacionarse. Según esto, el hombre se caracteriza por una “insociable sociabilidad”, pues necesita vivir con los otros a la vez que entra en continuo conflicto con ellos. La tercera disposición es la que permite pensar la conciliación de ambas facetas por medio de un gobierno racional del mundo, conforme a fines, como una tarea infinita cuya idea regulativa es el imperativo categórico.

El hombre se encuentra siempre en conflicto entre lo que su razón le dicta y a lo que la naturaleza le arrastra. No puede deshacerse del todo de sus instintos, pero a su vez, es consciente de que su tarea consiste en regirse naturalmente. Por ello, este esfuerzo necesita postular la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

Ética y Política

Ética

La ética de Kant se basa en la confianza en la razón humana. El hombre debe construir una ética universal basada en la razón y debe regirse por normas desligadas de sus consecuencias y que tengan su valor en la pura forma. De esta manera, enuncia el imperativo categórico: “Obra de tal modo que tu acción pueda convertirse en ley universal”.

El ser humano, en tanto albergue de la razón, es un valor en sí mismo. Así, Kant postula su tercer enunciado del imperativo categórico: “Obra de tal modo que te relaciones con la razón, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin en sí misma y nunca como un medio”.

Kant distingue tres tipos de actos:

  • Contrarios al deber: contradicen el imperativo categórico.
  • Conformes al deber: coinciden con el imperativo categórico, pero se realizan por inclinación mediata (por ejemplo, no engaño porque tengo miedo de ser descubierto) o inmediata (un acto hecho por amor, por ejemplo).
  • Actos por deber: realizados por obediencia a la ley.

La existencia de actos por deber necesita pensar al ser humano como libre de darse la ley a sí mismo, desligándose de todas las inclinaciones, es decir, capaz de regirse por el imperativo categórico. “Obra de tal modo que la máxima de tu acción pueda ser ley de la naturaleza” y “Obra del tal modo que la máxima que rige tu acción pudiera formar parte de una legislación de un mundo de seres racionales”. Somos seres naturales sometidos a leyes de la naturaleza; la libertad no puede demostrarse, pero no tendría sentido que, si no somos libres, tengamos conciencia moral.

La libertad es el primer postulado de su ética, al que siguen la inmortalidad del alma (posibilidad de desligarnos totalmente de las inclinaciones) y Dios (posibilidad de coincidencia del mundo natural y moral).

Política

En el ámbito político, Kant nos habla de una sociedad de ciudadanos del mundo e invita a una acción práctico-política de la razón en la organización de la sociedad para conseguir una mayor libertad posible.

En su artículo “Qué es Ilustración”, anima a los hombres a abandonar su minoría de edad y pensar por sí mismos, responsabilizándose de sus actos en lugar de ceder las decisiones a un poder externo. Considera que ese proceso puede llevarse a cabo sin necesidad de un proceso revolucionario, a través de una paulatina cesión de soberanía al pueblo en la medida en que adquiera una mayor cultura y pensamiento crítico.

En “La paz perpetua”, indaga en la posibilidad de un derecho internacional racional como garante de la paz entre los Estados.

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