La moral
Kant pasó a la crítica o examen de la razón práctica, esta facultad no se detiene en el conocimiento teórico, sino que también empuja al hombre a actuar.
1 La conciencia moral y la buena voluntad
Junto al hecho de la ciencia, Kant encontró otro hecho indiscutible, la conciencia moral o razón práctica, actividad interior que proporciona al hombre unos principios de conducta y juzga si sus actos libres son buenos o malos.
La conciencia moral presupone la libertad, pues las leyes morales son realizadas libremente por un sujeto que puede obedecerlas o no.
Cuando hablaba de razón práctica, Kant se refería, no solo a la conciencia moral sino también a la voluntad, que es la facultad que todo ser racional posee para proponer leyes (morales) a sí mismo y para actuar. Los calificativos bueno y malo sólo se pueden aplicar al hombre y a su voluntad, porque se rigen por leyes morales, que se ocupan del deber ser y se pueden acatar o no libremente.
Solo la voluntad se puede calificar como buena o mala desde el punto de vista moral. La bondad o malicia de la voluntad reside, ante todo, en su adhesión al deber de hacer el bien, aun cuando no sea posible alcanzar los efectos deseados.
2 El deber y el imperativo categórico
El criterio para saber si una voluntad es buena solo se encuentra en el deber ser, en lo que debería suceder. El deber ser proviene de la razón práctica (a priori), es decir, de la facultad que nos ofrece un conocimiento práctico universal sobre lo que todos deben hacer.
La voluntad, por tanto, no se hace buena cuando queda determinada a la acción por la experiencia, sino cuando se mueve a actuar desde dentro de sí misma a priori.
Una voluntad será buena si procura cumplir con el deber y mala si hace lo contrario, la buena voluntad puede ser de dos tipos:
- Voluntad que actúa conforme al deber, pero por inclinación. Este comportamiento sería interesado y egoísta, y no sería válido universalmente, ya que solo serviría para un sujeto particular.
- Voluntad que actúa conforme al deber y por deber. Este modo de obrar es el único que hace a la voluntad moralmente buena.
Por ello, hay que examinar siempre si se realiza sólo por deber o por otros motivos particulares.
Kant definió el deber como “la necesidad de una acción por respeto a la ley”, entendiendo por necesidad una determinación o disposición que hace actuar a la voluntad, y por respeto, un sentimiento de sumisión u obediencia a la ley que surge espontáneamente de la razón.
3 Ética formal frente a éticas materiales
Kant juzgó que las éticas elaboradas a lo largo de la historia habiendo hecho depender los calificativos morales bueno y malo de la consecución no no de determinados fines, como la felicidad, el placer o la utilidad.
Éticas materiales, estos rasgos:
- Son a posteriori, porque los fines que proponen se establecen a partir de la experiencia.
- Son egoístas, ya que esos fines consisten en la satisfacción de intereses individuales.
- Carecen de validez universal, al no buscarse por el deber mismo.
- Son heterónomas, puesto que los preceptos morales que promueven no provienen de la voluntad del propio sujeto, sino de las instancias ajenas a él.
Kant en cambio, presentó la suya como una ética formal. La calificó de formal porque no establece unos fines o bienes específicos, sino que se plantea la ley moral, de acuerdo con la que hemos de obrar, ética formal:
- Es a priori, los mandatos morales se derivan solo de la razón.
- Es desinteresada, obedecen estos mandatos por el deber de obrar bien.
- Sus preceptos tienen un carácter universal y necesario obligan a todos y siempre.
- Es autónoma, la ley moral proviene del sujeto mismo, quien, apoyado en su razón práctica. En esta moral solo cabe el imperativo categórico, que es absoluto e incondicionado.
4 Los postulados de la razón práctica
Las ideas de la metafísica se refieren a números. Las ideas de libertad, inmortalidad y Dios. Llamó a estas ideas postulados, porque no pueden ser conocidos por la razón teórica, pero son requisitos necesarios para el ejercicio de la moralidad y debemos considerarlos como si existiesen realmente. El primer postulado es la libertad de la voluntad, pues la voluntad solo se puede calificar como buena o mala si no está sujeta a la necesidad del mundo fenoménico.
Kant llegó al postulado de la inmortalidad del alma porque virtud y felicidad no siempre están de acuerdo en esta vida. Si todo acabara en la vida presente, el logro de la felicidad podría quedar truncado por las exigencias del deber de modo que el sumo bien que anhelamos resultaría imposible. Es indispensable para la moral postular una existencia más allá de la muerte en la que los buenos son premiados y los malos reciben un castigo.
En cuanto a la existencia de Dios señaló que el hombre virtuoso debe ser digno de ser feliz pero no tiene los medios para conseguir la unión de moralidad y felicidad, porque la felicidad depende de causas ajenas a su voluntad. Por tanto, hay que pensar en la existencia de un ser supremo, Dios, que puede hacer feliz al hombre virtuoso, porque él es causa de la libertad moral y de la naturaleza.