La Filosofía de Descartes: Método Cartesiano, Metafísica y Ética Provisional

Proyecto de Descartes: La Unidad del Saber y el Método Cartesiano

Descartes se enfrenta al reto de ofrecer un conjunto de verdades que no solo fundamenten el saber, sino que lo presenten de manera uniforme, ante la fragmentación del conocimiento iniciada por el nominalismo medieval y la revolución científica del Renacimiento. Para ello, adopta un método basado en la intuición y deducción, inspirado en la lógica y las matemáticas, con cuatro reglas esenciales:

  1. Evidencia: Aceptar solo lo que se presenta como evidentemente verdadero a la razón, con claridad y distinción.
  2. Análisis: Dividir las dificultades en partes más simples para entenderlas mejor.
  3. Síntesis: A partir de ideas simples, deducir y reconstruir lo complejo.
  4. Enumeración: Revisar y comprobar el proceso de análisis y síntesis.

Este método requiere poner en duda todo el saber tradicional, adoptando una duda universal, radical, metódica y teorética como punto de partida. Las razones de esta duda incluyen el engaño de los sentidos, la confusión entre vigilia y sueño, y la hipótesis de un genio maligno. Así, Descartes construye un sistema de proposiciones ciertas basadas en principios verdaderos e indudables.

Metafísica Cartesiana

La primera verdad que Descartes intuye es la res cogitans, o sustancia pensante, vinculada al pensamiento. De aquí deduce el criterio de verdad, que se basa en lo que se presenta a la mente con claridad y distinción. Al aplicar este criterio a las ideas (adventicias, facticias e innatas), solo las ideas innatas cumplen con estos requisitos.

Entre ellas, destaca la idea de infinito, que no puede provenir del ser humano, sino de una naturaleza más perfecta: Dios. Sin embargo, esta idea no garantiza la existencia de lo que representa. Para demostrar que la idea de Dios implica su existencia, Descartes usa dos argumentos: el argumento de la objetividad de las ideas, que establece que una idea requiere una causa real, y el argumento ontológico, que sostiene que la perfección de Dios implica necesariamente su existencia. Así, Descartes afirma la existencia de la res infinita, cuyo atributo principal es la perfección.

Una vez demostrado Dios, se asegura el principio de evidencia; su infinita bondad garantiza que no me equivoque al percibir con claridad y distinción. Dios se convierte en la garantía de toda verdad. Además, la sustancia infinita respalda la existencia del mundo exterior al pensamiento, ya que su bondad evita engaños en nuestra percepción de los cuerpos como extensos. De aquí surge la tercera sustancia: la res extensa o sustancia extensa, relacionada con los cuerpos y la materia.

Dios garantiza las cualidades primarias del mundo —extensión, figura y movimiento— que son objetivas y pueden conocerse claramente. Las cualidades secundarias (color, olor o sonido) son subjetivas. Finalmente, en la metafísica cartesiana no hay causas finales; todo se explica mediante leyes mecánicas. El mundo opera como una máquina (mecanicismo), donde los fenómenos biológicos se reducen a físicos y cuerpo y alma son radicalmente diferentes: el alma es pensamiento y el cuerpo es materia extensa.

Antropología Cartesiana: El Dualismo Alma-Cuerpo

Descartes sostiene que el ser humano está compuesto por dos sustancias separadas: cuerpo (res extensa) y alma (res cogitans). Aunque son absolutamente heterogéneas, existe una comunicación entre ambas, que él justifica a través de la glándula pineal en el cerebro, desde donde el alma actúa sobre el cuerpo. Su dualismo es más radical que el de Platón, ya que considera al alma y al cuerpo como sustancias autónomas e independientes.

Para preservar la libertad humana en su visión mecanicista de la realidad, distingue la sustancia pensante del resto de la naturaleza, afirmando que el hombre es libre por tener alma, lo que lo define. Según Descartes, la libertad no es indiferencia ante las decisiones, sino elegir lo que la razón considera bueno y verdadero. El error ocurre cuando la voluntad actúa sin suficiente evidencia. Las pasiones, que son emociones que afectan al alma y provienen de los ‘espíritus vitales‘ en la sangre, pueden perturbar este sometimiento de la voluntad a la razón. Descartes aboga por ordenar las pasiones y someterlas a la razón, reflejando así la influencia del estoicismo.

La Ética Provisional de Descartes

Descartes intentó aplicar su método a la vida moral, pero no logró culminar esta tarea. En su lugar, estableció lo que llamó moral provisional, compuesta por cuatro máximas:

  1. Obedecer las leyes y costumbres del país, seguir la religión tradicional y, en general, las opiniones más aceptadas y moderadas.
  2. Una vez aceptada una opinión, ser firme y resuelto en seguirla.
  3. Estar más dispuesto a controlar las propias inclinaciones que a dominar los acontecimientos, lo que implica autodominio y aceptación del destino, inspirándose en la moral estoica.
  4. Revisar todas las ocupaciones posibles para elegir la mejor.

Descartes considera que la filosofía y el cultivo de la razón son la ocupación más adecuada para el ser humano.

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