La Ilustración según Kant
Podemos decir que la figura de Kant ejemplifica el arquetipo de las ideas y proclamas de la Ilustración. Kant analiza críticamente la sociedad de su época y sus reflexiones le llevan a concluir que su tiempo no era una “época ilustrada”, sino una “época de ilustración”.
La Ilustración, según nuestro autor, consiste en la liberación del ser humano de su culpable incapacidad para servirse de su razón sin la guía de otro. La Ilustración debe convertir a ese “menor de edad” en un ilustrado, alguien capaz de servirse de su propia razón (“Sapere aude”). Kant, al igual que los pensadores de la época, se centra en conquistar la autonomía del individuo, que hace posible la Ilustración.
La Razón como Guía
La Ilustración promueve que el individuo debe rechazar la autoridad externa y confiar en su propia razón, ya que esta es la máxima autoridad. La condición para ello es la libertad. La Ilustración representa una época de liberación y lucha contra la ignorancia y supresión. Los ideales ilustrados, basados en la confianza en la razón teórica y práctica, moldearon la vida humana, la moral y la historia. Kant, al igual que la mayoría de los ilustrados, tiene confianza en el uso crítico y sin prejuicios de la razón, así como en sus capacidades.
Kant se planteará, a la luz de la Ilustración, un análisis crítico de la Razón, que le llevará a intentar contestar a 4 preguntas fundamentales: ¿Qué puedo conocer?; ¿Qué debo hacer?; ¿Qué me cabe esperar? Y por último la pregunta más importante que recoge las otras tres: ¿Qué es el hombre?
La Crítica de la Razón
La crítica a la Razón Teórica, Kant la realizará en su obra de 1781 y en La Crítica de la Razón Pura intentará contestar a “¿Qué puedo conocer?”, revisando la posibilidad de que la metafísica pueda o no ser considerada como ciencia. Kant realizará también una crítica a la Razón Práctica, fundamentalmente en sus obras: Crítica de la Razón Práctica de 1788 y en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres de 1785, contestando a las preguntas de “¿Qué debo hacer?” y “¿Qué me cabe esperar?”.
Las respuestas a estas incógnitas nos ofrecerá una imagen clara de lo que el Idealismo Trascendental, la filosofía y metodología empleada por Kant en sus investigaciones, entiende por HOMBRE.
El Idealismo Trascendental
En la Crítica de la Razón Pura, Kant realiza una síntesis entre racionalismo y empirismo, afirmando que el conocimiento comienza por la experiencia (acorde al empirismo) pero afirmando que no todo lo que hay en el conocimiento procede de la experiencia (idea racionalista).
Kant propone un Idealismo trascendental para encontrar elementos a priori universales que estructuran el conocimiento, independientes de la experiencia. Kant encuentra en el conocimiento sensible dos elementos a priori que lo configuran: el ESPACIO Y EL TIEMPO. Por otro lado, el entendimiento también estructura de manera a priori toda la información que le aporta la sensibilidad. Estas estructuras son lo que Kant denomina las Categorías, gracias a las cuales articulamos nuestro conocimiento de la realidad (Uno/muchos/todos, Si/no/límite, Algo y sus partes/causa/efecto, Existe/posible/necesario).
Kant concluye que existe una realidad incognoscible para el ser humano, el noúmeno, y que sólo podemos conocer los fenómenos (la síntesis que hacemos entre el objeto del exterior y mis estructuras a priori de la sensibilidad y del entendimiento).
La Metafísica y la Moral
En “La Crítica de la Razón Pura”, Kant aborda el problema del estatus de la metafísica, esencial en filosofía. Él afirma la imposibilidad de un conocimiento científico en los ámbitos de la metafísica: el Yo, el Mundo y Dios. Sin embargo, señala que la falta de conocimiento científico no resta importancia a estos temas. Kant los considera como ideas regulativas de la razón, que guían y orientan el conocimiento y la investigación humana.
Kant es un hombre ilustrado y su idea es que el hombre encuentre la autonomía y las riendas de su vida. La Crítica de la Razón Práctica recalca la importancia de la autonomía a la hora de tomar nuestras decisiones morales.
En esta obra Kant intentará responder a la pregunta ¿Qué debo hacer?. Lo primero que tiene claro es el postulado de la libertad, pues sin esta no puede haber moralidad, ya que estaríamos condicionados por la naturaleza y no seríamos libres. Por ello, la LIBERTAD es una condición de posibilidad de la acción moral, autónoma y responsable del hombre.
La Ética Kantiana
La ética kantiana presenta tres características fundamentales:
- Es Deontológica, ya que se centra en los deberes morales en lugar de en la búsqueda de la felicidad.
- Es Formal, lo que implica que propone normas independientes de la realidad concreta.
- Es Universal, lo que significa que sus normas son aplicables en cualquier tiempo y lugar para cualquier ser racional.
A partir de estas características, formulará sus IMPERATIVOS y distingue entre: imperativos hipotéticos (normas que nos damos a nosotros mismos para conseguir algún fin, estos imperativos están condicionados por la experiencia, por el caso concreto) e imperativos categóricos (no tienen ningún contenido concreto, sino que nos ofrecen una estructura formal para aplicarla en nuestras decisiones morales). La motivación para seguir los imperativos categóricos será el DEBER. El imperativo categórico kantiano tiene varias formulaciones, pero la esencia siempre es la misma.
Una primera formulación resalta la UNIVERSALIDAD de la norma: “obra de tal forma que quieras que la máxima de tu acción se convierta en ley universal”. Otra formulación resalta el respeto y la dignidad debida a los demás y a uno mismo: “Obra de tal forma que no uses a los demás, ni a ti mismo, solo como un medio, sino como un fin en sí mismo”
Conclusión
Como hemos visto la filosofía kantiana es una apuesta por la Ilustración y por el ser humano, tanto por sus grandezas como por sus limitaciones. La filosofía kantiana quiere ofrecer una guía práctica que ayuda a cada uno de nosotros a tomar las riendas de nuestra vida, a abandonar la pereza y la cobardía, a no dejarnos arrastrar por otros, a defender nuestros derechos y a ser responsables de nuestros deberes. En resumidas cuentas en un grito que hace realidad el lema de la Ilustración: ¡SAPERE AUDE!