La filosofía de Nietzsche: Una crítica a la moral occidental

La filología y el espíritu trágico

No es posible entender la filosofía de Nietzsche si no es desde su vocación filológica. Para él, la filología no puede ser una disciplina que únicamente se dedique al estudio de la lengua, sino que debe trascender estos límites para ayudar a representar una época y, en consecuencia, ser espejo de la realidad humana. Nietzsche recurre a la filología griega para intentar averiguar cuáles son las fuerzas que laten detrás del espíritu trágico de la época preclásica.

Estas fuerzas son Apolo y Dionisos. Apolo es el dios de la escultura y la arquitectura. Dionisos es el dios de la danza y de la música.

La crítica a la moral

En su crítica a la moral, Nietzsche utiliza el método genealógico. Este método intenta averiguar cuál es el sentido originario de ciertos términos. Él lo aplica al término «bueno». En la época preclásica se consideraba bueno lo notable, lo distinguido. Los valores dionisíacos son aquellos que aceptan la vida como fundamento y horizonte de su existencia. Nietzsche reclamará la inocencia del devenir, de la tragedia y de la comedia en una realidad metafórica, múltiple y llena de perspectivas.

El fundamento de la moral occidental se halla en la metafísica tradicional. Esta metafísica comenzó con Parménides, quien dijo que lo real no podía ser pasajero ni cambiante. En consecuencia, la vida, que es devenir, quedaba relegada a la categoría de apariencia, de falsedad. Nietzsche pretenderá desmontar esta metafísica. Lo que va a proponer es acabar con esta mistificación: para ello hay que «matar a Dios». Por tanto, la crítica de Nietzsche a la moral implica una crítica a la metafísica tradicional. Nietzsche descubre que la finalidad de la metafísica es de carácter moral y que, si se acabara por medio de la muerte de Dios con todos los conceptos de verdad y apariencia, de lógica y razón, se desmontaría el fundamento sobre el que se alza la moral cristiana.

La crítica a la ciencia y el nihilismo

Nietzsche también critica la ciencia, que consiste en matematizar la realidad. No critica toda concepción del conocimiento, pero sí la ciencia occidental. Una concepción de la realidad que se someta a la ciencia no es muy diferente de aquella que se somete a Dios.

Sus críticas le conducen al análisis del nihilismo. El nihilismo es la desvalorización de lo real. Esto se entiende de dos maneras:

  • Nihilismo negativo: consiste en la negación de los valores vitales, es decir, de Dionisos. Es por esta forma de nihilismo por la que Nietzsche afirma que Occidente está en decadencia. Es el nihilismo propio del cristianismo.
  • Nihilismo positivo: consiste en negar los falsos valores del cristianismo platónico. Es positivo porque dicha negación supone un primer paso para recuperar los valores vitales.

Las tres etapas del nihilismo

Nietzsche distingue tres momentos en el nihilismo:

  • La duda: se trata de acabar con los valores del cristianismo y el platonismo por medio de la muerte de Dios.
  • La reflexión: consiste en la afirmación del proceso nihilista.
  • La nueva valoración: es lo que Nietzsche denomina el advenimiento del superhombre. En este momento tiene lugar la transformación moral y el nihilismo será superado por medio del instinto y de la razón.

La voluntad de poder y el eterno retorno

El punto clave del nihilismo y su superación es reconocer la muerte de Dios. Esta muerte supone el fin de la trascendencia como directora de nuestra vida y la muerte de todo aquello que deriva del monoteísmo. Afirmar que el devenir es eterno es una forma de afirmar la vida. Solo de este modo el devenir puede ser apariencia y superar el planteamiento logicista de Platón. Ya no se trata de la lógica, sino de la voluntad de poder.

La voluntad de poder es el afán de poder, de superación. Esta, en la medida en que es aquello que favorece la vida, se sitúa por encima de los conceptos de verdad o falsedad. La razón no puede abarcar el devenir; sin embargo, la voluntad de poder sí, porque el devenir consiste en ella.

El eterno retorno consiste en una concepción del tiempo circular donde todo lo que ha sucedido volverá a suceder infinitas veces. La valoración del eterno retorno es la mayor afirmación posible de la vida.

En consecuencia, el eterno retorno es también el criterio del superhombre. Es decir, solo aquel capaz de asumir la repetición eterna de cada momento y de aceptar ese vértigo, habrá roto con la metafísica tradicional y podrá construir nuevos valores.

El superhombre y las tres transformaciones

El superhombre representa la llegada de un nuevo espíritu a Occidente. En su obra principal, Así habló Zaratustra, Nietzsche explica las tres transformaciones necesarias para llegar al superhombre.

  1. Primero, el hombre es un camello; este estado representa el nihilismo negativo, es decir, la decadencia de Occidente.
  2. El camello se transforma en león, que representa el nihilista positivo que aún no ha encontrado los nuevos valores, pero está decidido a no regresar a los valores occidentales.
  3. El león se convierte en un niño, que es el superhombre, que acepta la inocencia del devenir, aquel para el que la existencia es un juego y reconoce el eterno sinsentido de una existencia a la que ama hasta el éxtasis dionisiaco.

Por todo ello, el modo de expresión estético propio del hombre superior será la metáfora. Esta unifica lo dispar. Es, por tanto, imagen del devenir, la única manera de expresarlo.

Conclusión

En definitiva, Nietzsche es considerado como uno de los maestros de la sospecha, junto con Marx y Freud, a causa de que su objetivo es destruir los fundamentos de la cultura occidental.

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