La filosofía de Nietzsche: Vida, poder y transvaloración
La afirmación de la vida
La filosofía de Nietzsche supone una ruptura con la filosofía occidental anterior, defendiendo que el ser humano es vida y no pensamiento. Su punto de partida es la afirmación de la vida, entendida como la lucha por manifestar los instintos, ese conjunto de fuerzas vitales que conforman al ser humano y nos mueven a actuar en el mundo. Estos instintos pueden ser afirmadores o negadores de la vida, proyectándose en forma de valores. Los valores afirmadores conforman la moral de señores, que defiende lo alto, lo superior, lo distinto; mientras que los negadores conforman la moral de esclavos, que defiende lo vulgar y lo bajo.
El pensamiento de Sócrates y el decaimiento del pensamiento occidental
Para Nietzsche, el pensamiento de Sócrates supone el triunfo de los valores negadores de la vida, rompiendo el equilibrio entre el componente apolíneo (razón y equilibrio) y dionisiaco (vida y fuerzas instintivas). Así comienza el decaimiento del pensamiento, continuado por Platón, la filosofía judeocristiana y toda la filosofía occidental posterior. Nietzsche rechaza estas corrientes, ya que, al faltar el componente dionisiaco, niegan la vida y se basan únicamente en la razón. La concepción de un mundo aparente y otro real es errónea, y Nietzsche considera que la concepción del dualismo ontológico yerra en:
- Negación del devenir: Se infravalora la realidad sensible por su mutabilidad, pero esto no demuestra que sea dependiente de un mundo “real”. La razón es inadecuada para conocerla, y quizá no sea la única forma de conocimiento.
- Negación de los sentidos como órgano de conocimiento: Según los filósofos, los sentidos nos engañan y nos alejan del mundo “verdadero”. Sin embargo, son los sentidos los que prueban la existencia del mundo, no habiendo constancia de la existencia del mundo real de los filósofos.
- Creencia en el “yo” y las cosas: Nietzsche cree que ambos errores son producto del lenguaje, cuya estructura (sujeto más predicado) es producto de la razón. Detrás de las cosas no se oculta ningún “en sí”, sino múltiples esencias y sentidos, tantos como fuerzas haya en ellas.
- Creencia en la verdad: Para Nietzsche, la voluntad de verdad se basa en la voluntad de poder, y la verdad única que defienden los filósofos es un engaño que el hombre fabrica para su propia utilidad.
La voluntad de poder
El concepto de voluntad de poder no tiene una definición exacta, pero se puede entender como la relación que hace que una fuerza (activa o reactiva) se imponga sobre otra. Puede ser afirmativa (moral de señores) o negativa (moral de esclavos). La voluntad de poder se manifiesta de diferentes maneras:
- En la vida: La vida deviene porque la voluntad de poder deviene; es su eje dinámico.
- En la creación de valores: Si valoramos como buenas las actitudes vitales afirmadoras de la vida, la voluntad de poder es afirmativa, y viceversa.
El eterno retorno
El eterno retorno niega la concepción lineal del tiempo, proponiendo una visión cíclica en la que todo vuelve una y otra vez en un tiempo infinito. Su aceptación supone la desaparición de toda finalidad y la idea de progreso, despojando a la vida de una finalidad trascendente. El Universo es devenir. También supone abolir la concepción judeocristiana del tiempo como rectilínea con el fin de alcanzar la vida eterna. En cuanto que todo lo ocurrido va a volver a ocurrir, el eterno retorno da al tiempo un carácter abierto, donde pasado y futuro se entremezclan. El instante se vuelve fundamental, la eternidad momentánea. Aunque todo ha ocurrido ya, todo está por ocurrir dependiendo de lo que hagamos en este instante.
El nihilismo
El nihilismo supone la pérdida del sentido y el desprecio de los valores más altos de la cultura occidental. El odio contra la vida termina autodestruyendo al hombre débil que creó los valores supremos. El nihilismo comprende dos etapas:
- Nihilismo pasivo: Aparece como negación de la vida. La pérdida de fe en los valores superiores significa “la muerte de Dios”, lo que lleva al “último hombre”. La muerte de Dios lleva a la falta de voluntad del hombre, quien, al ser consciente de que el mundo carece de sentido, afirma que no vale la pena vivir.
- Nihilismo activo: Destrucción activa de los valores superiores y con ello del mundo irreal. Este es un estado intermedio que sienta las bases para la transvaloración. La superación del nihilismo será posible a través de la segunda transvaloración, que significa la conversión de las fuerzas reactivas en activas.
La moral y las transvaloraciones
Nietzsche realiza una crítica radical al sistema de valores establecidos, lo que lleva a la destrucción de los antiguos antes de concebir los nuevos. La primera transvaloración es el comienzo del triunfo del nihilismo, de la negación de la vida. Consiste en el triunfo de los instintos más débiles sobre los más fuertes, el dominio de las fuerzas reactivas. Esto es fruto del resentimiento: el esclavo, al no poder tener dominio sobre los valores superiores, los invierte. La segunda transvaloración supone la superación del nihilismo, el triunfo de la moral de señores y la llegada del superhombre.
El superhombre
El superhombre es capaz de darle sentido y finalidad a la vida. Su afirmación es absoluta, pues es la afirmación del devenir. Defiende la desigualdad, la jerarquía, el experimento y el riesgo frente a la igualdad y la seguridad (valores de la moral de esclavos). La voluntad del superhombre “quiere su propio querer” y afirma y quiere el eterno retorno. Nietzsche propone una transformación del individuo que cambie la sociedad y el mundo.