La Filosofía de Nietzsche y su Crítica a la Cultura Occidental

1. La División de la Realidad según Nietzsche

Con estos conceptos, Nietzsche hace referencia a la división de la realidad en dos mundos establecida por la metafísica y la religión: un mundo superior y verdadero y un mundo inferior, con un grado de realidad inferior. El ser de las cosas es suprasensible y el devenir es mera apariencia.

Nietzsche considera que debe invertirse esta división y considerar mundo verdadero al que hasta ahora se ha considerado como mundo aparente, y mundo falso e inexistente al que hasta ahora ha sido considerado como el superior y verdadero. En definitiva, el mundo de los sentidos, del cuerpo, de la vida, del devenir constituye la única realidad. Es una realidad problemática, maravillosa y terrible, y quien acepta la vida, la acepta, la quiere, le dice SÍ, y desde una perspectiva trágica.

2. Inocencia del Devenir

En opinión de Nietzsche, la filosofía tradicional ha sentido siempre rechazo al devenir, al carácter cambiante y fluyente de las cosas. Para estos filósofos, el carácter fluyente de la realidad, el incesante cambio de todas las cosas, el devenir, en suma, ha sido algo molesto que no coincidía con las características que, según ellos, debería tener la verdadera realidad. Frente a esta actitud de rechazo al devenir y de minusvaloración del mundo sensible, Nietzsche afirma la sola existencia del mundo del devenir y de las apariencias, considerando que no existe más que este mundo, perpetuamente móvil y cambiante, sin que exista ninguna realidad superior a esta, ni ninguna meta ni estado último que sea la culminación del devenir.

Dionisíaco

Hace referencia a la crítica de Nietzsche a la filosofía. En el origen de la cultura occidental encontramos un momento de cultura afirmadora de la vida (la tragedia griega) en la que existe un equilibrio entre lo irracional (dionisíaco) y lo racional (apolíneo). La aparición de la filosofía (Sócrates, Platón…) instaura una nueva cultura racionalista que llega hasta nuestros días, que rompe el equilibrio en favor de lo racional.

Nihilismo

Es la expresión que utiliza Nietzsche para referirse a las consecuencias que tiene para la cultura occidental la “muerte de Dios” (Crítica de la religión): la muerte de Dios significa negar todos los valores supremos en los que se creía, y ser consciente de haber vivido en una gran mentira. La consecuencia de esta aceptación trágica es la desorientación y la pérdida del sentido de la vida.

El nihilismo tiene dos momentos: un momento negativo y otro afirmativo. El negativo hace referencia a la situación de frustración y miedo en la que queda el individuo ante la falta de respuesta a las preguntas fundamentales. Para Nietzsche, este nihilismo hay que considerarlo más bien como un tránsito que un término final. El positivo surge de la aceptación del nihilismo negativo para convertirse en nihilismo activo y positivo: la filosofía de Nietzsche da un paso de una etapa destructiva y crítica a otra de creación y afirmación. La gran afirmación de Nietzsche será la vida. La vida tiene sentido si se entiende la existencia como un tiempo para hacer efectiva la libertad del ser humano: la vida hay que vivirla con optimismo, fuerza e ilusión.

Crítica a la Cultura Occidental

El papel de Nietzsche es destruir las bases de la cultura occidental. Nietzsche hace una revisión crítica de toda la historia de la filosofía occidental, calificándola de “Historia de un error”, que parte de la influencia que tuvieron Sócrates y Platón en el pensamiento occidental.

Heráclito

Su filosofía está próxima a Heráclito, principalmente en su afirmación de la inocencia del devenir, de la comprensión del devenir como juego. Solo Heráclito fue el único que defendió la realidad del “mundo aparente”, del devenir. De hecho, Nietzsche retoma el concepto de devenir de este autor; la realidad para ambos es cambio, mutación, diferencia y pluralidad. A pesar de que Heráclito llegaba a esto a través de la razón, de la dialéctica, algo que Nietzsche critica. Para Nietzsche, la realidad es puro cambio, devenir.

Platón

En el continuo miedo al devenir, punto común de estos filósofos, crea el mundo de las Ideas. Existe una visión intelectualista que es compartida por Platón, pero este autor lleva las cosas más lejos, pues no solo acepta el divorcio entre lo instintivo y lo racional, sino que encima desgaja la realidad en dos mundos: el de las ideas y el de las apariencias. El dualismo ontológico de Platón esconde para Nietzsche una negación de la vida, pues la verdad y la virtud son algo antinatural, son un simulacro en nuestra cabeza y al aceptarlas, al darles importancia, eliminamos los instintos, la vida, la naturaleza, lo más importante de nosotros mismos: nuestro cuerpo.

Simone de Beauvoir

En su obra El segundo sexo (1949), acepta el Nietzsche (filósofo del martillo) que critica a la metafísica occidental y a la tradición de pensamiento moderno. Por otro lado, frente a la moral del esclavo, donde bueno ha pasado a significar manso, Nietzsche propone una moral creadora de valores, que dice sí a la vida tal y como es. Frente al “yo debo”, propone el “yo quiero”. Es una moral natural en el sentido de que es acorde con la vida. Esa voluntad de poder es para Beauvoir, la superación de la mujer como sumisa, como Otro; propone una mujer individualista, perseguidora de su identidad y su libertad. A pesar de esta semejanza, Nietzsche tiene con respecto a la mujer una posición que se opone al feminismo de cualquier filósofa.

3. La Infraestructura y Superestructura en Marx

La infraestructura de una sociedad es su economía, su modo de producción, que es la base de toda la vida social. La economía genera relaciones entre los miembros de una sociedad, que Marx llama relaciones de producción. La economía es, pues, la responsable de la igualdad o desigualdad de las personas en una sociedad. La infraestructura la componen los medios de producción y la fuerza del trabajo. Juntos constituyen las fuerzas productivas, que estarán controladas por las relaciones de producción.

La superestructura es el conjunto de instituciones sociales y políticas que una sociedad tiene, así como sus creencias religiosas y las ideas que la sociedad tiene de sí misma, que constituyen su ideología. El estado, el derecho, las ideologías, las religiones, las manifestaciones artísticas, etc. son hechos sociales que se inscriben en el contexto de la superestructura de una determinada sociedad. Según Marx, hay una relación de causa-efecto entre la infraestructura y la superestructura: la base económica o infraestructura de una sociedad determina siempre la superestructura. Marx postula que para estudiar la sociedad no se debe partir de lo que los hombres dicen, imaginan o piensan, sino de la forma en que producen los bienes materiales necesarios para su vida. El camino para la libertad y la igualdad es, pues, transformar la economía, derrocar el modo de producción capitalista e instituir un modo de producción comunitario. Así cambiaría la infraestructura de la sociedad, y de ello derivaría otra superestructura.

4. Conceptos Clave en el Pensamiento de Marx

Plusvalía

La plusvalía es el beneficio que obtiene el capitalista con la venta de las mercancías producidas por el trabajador. El capitalista vende esas mercancías a un precio mucho mayor que el salario que ha pagado al obrero por producirlas, y esa diferencia entre lo que el capitalista gana por vender las mercancías y el salario que le ha pagado al obrero por producirlas es la plusvalía.

Trabajo

Actividad por la que el hombre transforma la realidad para satisfacer sus necesidades físicas y espirituales. Sin embargo, para Marx, la noción de trabajo va más allá de su dimensión puramente económica y se convierte en una categoría antropológica, puesto que el hombre es un ser dotado de impulso para la creación, para la transformación de la realidad. El hombre no es un ser pasivo, sino activo, y el trabajo es la expresión de sus capacidades físicas y mentales, el lugar en donde el hombre se desarrolla y perfecciona; de ahí que el trabajo no sea un mero medio para la producción de mercancías, sino un fin en sí mismo. El trabajo es una facultad exclusiva del hombre. Al operar sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, el ser humano transforma a la vez su propia naturaleza. Lejos de ser una simple actividad económica, el trabajo es la actividad «existencial» del hombre.

Capital

El capital es dinero, dinero que engendra dinero; es la base del sistema capitalista: las personas valen por el dinero que tienen y el trabajo vale por el dinero que genera. El dinero sirve para comprar maquinaria y materias primas, por una parte, y fuerza de trabajo por la otra, es decir, capital constante y capital variable. Hay que entender que el capital es un tipo de dinero diferente del salario. El salario es el dinero que recibe un proletario a cambio de su trabajo; con él, el trabajador resuelve sus necesidades y repone sus fuerzas para seguir trabajando. El objetivo es conseguir dinero, y para ello se invierte dinero. Un capitalista compra una mercancía con la esperanza de poder venderla por un valor superior. No se busca vivir mejor, sino tener más.

5. Influencias Filosóficas en Marx

Hegel

Dos de las aportaciones del pensamiento de Hegel a Marx son la concepción de la naturaleza humana desde el punto de vista histórico y la integración de las contradicciones dentro de su sistema filosófico. Hegel pretende explicar la filosofía como totalidad de lo real y la dialéctica es el método que permite explicar y comprender esa totalidad, pero también es la estructura misma de la realidad; por eso todo lo real es racional y todo lo racional es real. El materialismo marxista propone invertir la dialéctica idealista de Hegel al defender que la realidad es materia y no espíritu.

Feuerbach

Marx y Feuerbach conformaron lo que se llamó izquierda hegeliana. Marx lo critica porque solo concibe la realidad bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como práctica. Para Feuerbach, el ser humano predica en Dios sus cualidades, deseos y aspiraciones. Feuerbach defiende que la religión es la causa de la alienación humana. Para Marx, existe también la alienación religiosa del hombre, pero la verdadera alienación es la propiedad privada en la sociedad capitalista. Sin embargo, para Marx, el sujeto de la alienación es el hombre que no tiene relaciones sociales satisfactorias ni puede desarrollarse como ser humano porque existen clases sociales que le alienan. Por último, mientras que la superación de la alienación en Feuerbach se alcanza con autoconsciencia, esta superación pasa para Marx por la conciencia de clase.

Kant

En cuanto a la historia, el concepto de “dialéctica” no aparece como tal en Kant, y sí en Marx. Para Marx, la historia sería el desarrollo de las condiciones materiales de vida, mientras que para Kant, la historia es el desenvolverse a través de los ideales ilustrados, como la libertad. Sin embargo, para ambos, la historia tiene un sentido, y no puede ser solo una azarosa sucesión de hechos sin conexión alguna, pero mientras que para Kant la finalidad de la historia sería esa gran “unión de pueblos”, el fin de la historia para Marx sería una sociedad sin clases sociales. En ambas filosofías hay una diferente concepción del ser humano: si algo define al hombre en Kant, es su racionalidad. Por el contrario, para Marx, el hombre es trabajo.

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