La Filosofía Presocrática: De Tales a los Sofistas
El Surgimiento del Pensamiento Racional
La filosofía occidental nace en las colonias griegas del Asia Menor jónica y el sur de Italia. En contraste con las explicaciones mitológicas basadas en dioses antropomórficos, los primeros filósofos buscan principios racionales (logos) para comprender el orden del mundo y el lugar del ser humano en él. Sus principales interrogantes se centran en el principio originario del mundo (arjé) y la ley que lo rige, así como en el verdadero conocimiento, la naturaleza del alma y la moral.
El Arjé como Principio Fundamental
Las primeras teorías filosóficas se caracterizan por la búsqueda de un principio último (arjé) que subyace como materia originaria y causa de todos los cambios en la experiencia. Estos primeros filósofos, conocidos como presocráticos o filósofos de la naturaleza, se centran en la comprensión del cosmos.
Los Primeros Filósofos: Tales, Anaximandro y Anaxímenes
Tales de Mileto (624-546 a. C.), considerado el primer filósofo, postula que el arjé es el agua y que todas las cosas están animadas por fuerzas vitales (hilozoísmo). Su discípulo, Anaximandro (611-546 a. C.), define el arjé como el ápeiron, lo infinito e indeterminado, de donde emanan y a donde retornan todas las cosas. Anaxímenes (585-525 a. C.), por su parte, identifica el arjé con el pneuma, que puede interpretarse como aire (material) o espíritu (inmaterial).
Los Pitagóricos y la Importancia de los Números
La escuela pitagórica, fundada por Pitágoras (570-500 a. C.), se caracterizaba por su vida comunitaria y la importancia que otorgaban a los números como arjé. Para ellos, el universo posee un orden expresable en términos matemáticos. A pesar de sus investigaciones científicas, la escuela pitagórica también integraba elementos religiosos y místicos, como la separación de cuerpo y alma, la inmortalidad del alma, la transmigración y la necesidad de purificación.
Heráclito, el Fuego y el Logos
Heráclito (550-480 a. C.) distingue dos tipos de conocimiento: el sensible, obtenido a través de los sentidos y considerado erróneo, y el racional, obtenido a través de la razón y considerado verdadero. Para él, el arjé es el fuego y el mundo está en constante cambio (devenir). La tensión entre los contrarios (vida y muerte, día y noche) genera todo lo existente, pero todo es gobernado por el Logos, la Razón universal. El alma, inmortal, tiene la función de conocer el Logos. Heráclito también defiende el relativismo moral, la idea de que las cosas no son buenas ni malas en sí mismas, sino que son las personas quienes las califican como tales.
Jenófanes y la Unidad del Ser
Jenófanes critica el antropomorfismo religioso y afirma la unidad del Ser. Para él, existe una única Divinidad, eterna e inmutable, que se identifica con el universo, un Dios-Todo.
Parménides y el Ser Inmutable
Parménides de Elea (540-470 a. C.) diferencia el conocimiento sensible (erróneo) del conocimiento racional (verdadero). La experiencia sensible es engañosa, mientras que la razón nos lleva al conocimiento del Ente, el Ser único e inmutable. El Ente es eterno, único, inmutable, indivisible, inmóvil, finito, lleno y autosuficiente. Parménides lo compara con una esfera homogénea para expresar su finitud y perfección. El Ente está más allá de las apariencias empíricas y solo puede ser conocido mediante el pensamiento.
Los Pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y Demócrito
Los filósofos pluralistas (Empédocles, Anaxágoras y Demócrito) rechazan la idea de un único arjé y postulan que la realidad depende de varios principios.
- Empédocles (492-432 a. C.): La realidad se forma por la combinación de cuatro elementos (agua, tierra, aire, fuego) que se mueven por las fuerzas de amor y odio. El universo se rige por ciclos en los que predomina el amor (orden) o el odio (caos).
- Anaxágoras (500-425 a. C.): Existe una infinidad de materias originarias (homeomerías) cualitativamente distintas que se mueven y combinan gracias al Nous (Espíritu), que actúa de forma ordenadora. Las homeomerías son como semillas de todas las cosas, y en cada ser hay una semilla que predomina (esencia).
- Demócrito: Todo se compone de partículas indivisibles (átomos) que se mueven en el vacío y se agrupan para originar las cosas. Los átomos son infinitos, se mueven en el vacío y se combinan sin necesidad de un principio espiritual. Los átomos forman mundos que se destruyen y vuelven a crearse en un ciclo eterno. El alma humana también está compuesta de átomos sutiles.
Los Sofistas: El Relativismo y el Convencionalismo
El Giro hacia la Antropología y la Ética
Los sofistas, sabios griegos del siglo V a. C., se centran en la antropología y la ética, dejando de lado la búsqueda del arjé. Buscan una filosofía con utilidad práctica para la formación ciudadana y el éxito social. Dominan el arte de la oratoria, esencial para la participación en la vida pública.
Relativismo y Convencionalismo
Los sofistas defienden el relativismo, la idea de que todo es relativo y no existen verdades absolutas. Todas las opiniones son igualmente válidas y lo bueno es lo que cada uno cree que es bueno. Las normas morales son relativas y cambian según la sociedad y la época. El convencionalismo, por su parte, sostiene que las normas y leyes son convenciones, acuerdos entre los ciudadanos que podrían ser diferentes.
Sócrates: La Búsqueda de la Verdad y la Virtud
El Enfoque en la Ética y la Moral
Sócrates, contemporáneo de los sofistas, también se centra en la ética y la moral, pero se opone al relativismo. Considera que los conceptos morales deben ser universales y válidos para todos.
Ironía y Mayéutica
Sócrates desarrolla un método basado en el diálogo para definir los conceptos morales. La ironía consiste en dialogar para reconocer la propia ignorancia, mientras que la mayéutica consiste en hacer preguntas para llegar al conocimiento de la verdad. La verdad se encuentra en forma de ideas innatas en el alma.
Intelectualismo Moral
Sócrates defiende el intelectualismo moral, la idea de que quien actúa mal lo hace por ignorancia. El conocimiento del bien lleva necesariamente a actuar bien. No existen personas malas, sino ignorantes. La educación es fundamental para que la sociedad funcione, y las leyes deben ser justas.
Cuerpo, Alma y Divinidad
Sócrates cree en la inmortalidad del alma y en un Dios único que ordena el mundo. Considera la filosofía como una misión divina y se guía por una voz interior (daimon). Para él, la virtud es el bien supremo para el ser humano.