La Filosofía Trascendental de Kant
El Conocimiento y la Sensibilidad
El primer paso hacia el conocimiento se encuentra en la estética trascendental, que estudia la facultad de la sensibilidad y las condiciones trascendentales sensibles del conocimiento. Kant expone que la sensibilidad filtra la experiencia inmediata recibida por el sujeto a través de las formas puras de espacio y tiempo. El resultado del trabajo de la sensibilidad es el fenómeno, lo que nos aparece en la realidad. Lo que no nos aparece y no es objeto de experiencia se denomina noúmeno.
El Entendimiento y las Categorías
El segundo paso se expone en la analítica trascendental, que trata de la facultad del entendimiento. Este recibe de la sensibilidad el fenómeno y lo comprende, refiriéndolo a las doce categorías que poseemos en nuestra naturaleza humana y que actúan como fundamento del conocimiento científico.
Los Límites del Conocimiento Científico
El tercer paso es la dialéctica trascendental, que trata de los límites del conocimiento científico y de la razón cuando pretende obtener conocimiento de la cosa en sí (noúmeno). Kant quiere demostrar que la metafísica no es posible como ciencia porque sus enunciados no se basan en juicios sintéticos a priori, que exigen un componente experimental. La metafísica racionalista se había centrado en tres temas: alma, mundo y Dios. Tenemos ideas del alma, del mundo y de Dios, pero no juicios sintéticos a priori. Estas ideas no son inútiles, sino que son condiciones o causas de lo condicionado o causado: el yo de la experiencia interna, el mundo de la externa y Dios como condición última de todas las experiencias.
La Razón Práctica y la Ética
La Moralidad y la Voluntad
Una vez llegado a estas conclusiones a través de la razón teórica, Kant intenta contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué debo hacer? Para ello, analiza la razón práctica y encuentra un hecho evidente: yo, como ser humano, actúo moralmente, decido prácticamente sobre lo que debo hacer en mi vida diaria, ejerciendo mi voluntad, y siento y compruebo que soy responsable y considero responsables a los demás. Al pensar así, se pone en evidencia la existencia de normas morales y de valores éticos reales. Kant critica las éticas materiales. Dice que son a posteriori, formulan imperativos hipotéticos, sus mandatos no valen sino solo de un modo condicional y son heterónomas. Lo que prima en estas éticas es el interés, no el valor de la acción moral en sí misma.
La Ética Formal y el Imperativo Categórico
Kant propone una ética formal, que propugna obrar bien por el valor de la propia acción. La acción moral se refiere exclusivamente a su forma, no a su materia. La ética formal kantiana obliga a actuar por deber y no conforme al deber. Buscando una norma irrefutable y a priori que garantice una moral auténtica, universal y libre, Kant la enuncia en forma de imperativo categórico. Si la voluntad lo sigue, está actuando sobre el mismo principio de la acción, sobre el querer. Una acción buena será aquella realizada por una “voluntad buena”, y esta debe ser una voluntad autónoma, que se regule a sí misma y actúe por deber. Kant afirma que lo único que puede ser valorado como bueno desde el punto de vista moral es la voluntad; todo lo demás no es ni bueno ni malo moralmente hablando, pues se puede considerar como simples instrumentos con vistas a lograr fines muy diferentes. Lo que hace que una voluntad sea buena es que actúa por deber, se orienta según el único mandato propiamente moral: el imperativo categórico. Según este, cualquier norma moral ha de ser universal, ha de considerar a las personas como fines en sí mismas, dotadas de dignidad, y ha de valer como norma en un ámbito donde las personas se respetan, no se utilizan.
Los Postulados de la Razón Práctica
Kant reconoce que la acción moral se encuentra acompañada de una serie de presupuestos, que son condiciones para que se lleve a cabo esta acción y que él llama postulados, porque no son demostrables teóricamente:
- La libertad: para que una acción tenga valor moral, el sujeto debe gozar de libertad.
- La inmortalidad del alma: ya que la tarea de cumplir plenamente con el deber no puede lograrse en una existencia finita y limitada.
- La existencia de un ser supremo (Dios): en el que se identifica el bien y el deber, realidad donde se identifica el ser y el deber ser.
La Crítica del Juicio y la Esperanza
En su Crítica de la razón práctica, Kant se encuentra con la necesidad de postular que el hombre es libre e inmortal y que existe un ser supremo (Dios), que garantiza que el cumplimiento del deber estará recompensado con la felicidad eterna, dando respuesta a su pregunta “¿Qué me cabe esperar?”. De ello también escribirá en su Crítica del juicio, respondiendo a dicha pregunta en tres ámbitos:
- En lo estético, puedo esperar como finalidad subjetiva sentir placer por lo bello.
- En cuanto a la historia, puedo esperar la realización de la libertad a través del progreso hasta llegar a una sociedad plenamente libre y racional.
- En lo religioso, puedo esperar una finalidad objetiva: que Dios sea un supremo bien que enlace el logro de la perfección moral con la consecución de la felicidad.