La filosofía de Nietzsche se define como vitalista, es decir, considera la vida irreductible a cualquier categoría externa a ella misma. El vitalismo engloba diversas teorías filosóficas que reivindican la vida como una realidad singular, inentendible en términos ajenos a ella. En filosofía, el vitalismo se opone al racionalismo, centrándose en conceptos como temporalidad, historia, vivencia, enfermedad, muerte y finitud. Dentro del vitalismo, existen diversas corrientes según su concepto de vida.
Las dos vertientes de la filosofía de Nietzsche
La filosofía de Nietzsche se desarrolla en dos vertientes:
- Vertiente negativa/crítica: Nietzsche evaluaba la metafísica, la teoría del conocimiento y la moral según su oposición o afirmación respecto a la vida.
- Vertiente positiva: Busca comprender y explicar la vida como el trasfondo de todo. Esta exploración se realiza a través de temas recurrentes en su obra, como la voluntad de poder, el superhombre y el eterno retorno.
La Voluntad de Poder
Nietzsche explica su concepción de la realidad a través de la voluntad de poder, considerando la vida esencialmente como tal. Sin embargo, su definición no es explícita, expresándose más literariamente que filosóficamente. La describe como «instinto de crecimiento, de duración, de acumulación de fuerzas», «instinto de finalidad», «dar libre curso a la fuerza», etc. La voluntad de poder es cósmica, la fuerza en continua transformación del mundo. No se limita a lo orgánico, pero se manifiesta en el fenómeno de la vida. La lucha por la vida no es por el dominio, sino por la afirmación individual. Afirmar la vida implica aceptar el dolor inherente, lo que no equivale a pesimismo, sino a una filosofía trágica que se sitúa más allá del optimismo y pesimismo.
El Superhombre
Desarrollado en Así habló Zaratustra, el superhombre representa una esperanza, no una realidad. Para ilustrarlo, Nietzsche describe su opuesto: el último hombre, nihilista pasivo, mediocre, gregario, sin entusiasmo, que rinde culto a la felicidad moderada. El superhombre, en cambio, se caracteriza por:
- Mundanidad: Rechaza cualquier «más allá» que difame este mundo, oponiéndose al platonismo y afirmando el mundo sensible como único.
- Muerte de Dios: Reconoce la muerte de Dios como la negación de los trasmundos religiosos, aceptando el fin del idealismo y reconciliando la contradicción entre cuerpo y alma.
- Vitalidad: Afirmación dionisíaca del mundo.
- Creación de nuevos valores: Su tarea principal es la transvaloración de todos los valores, creando valores opuestos a la moral de rebaño. Esto implica la destrucción de los antiguos valores, predicando la superación del prójimo y rechazando la compasión y la vida gratuita.
En Así habló Zaratustra, Nietzsche describe tres transformaciones del espíritu: camello (humildad, sometimiento), león (crítico, nihilista activo) y niño (inocencia del devenir, creador de valores, afirmación dionisíaca).
El Eterno Retorno
Esta doctrina expresa la concepción nietzscheana del tiempo como circular, oponiéndose a la linealidad cristiana. Como hipótesis física, plantea que la fuerza del universo es finita, pero el tiempo infinito, repitiendo cada combinación indefinidamente. Esta repetición eterna incluye acontecimientos e individuos. El eterno retorno afirma la vida tal como es, sin modificaciones. El hombre superior acepta la vida con un «¡otra vez!», mientras que para el hombre débil implica la eternidad del sufrimiento. La aceptación del eterno retorno impulsa al hombre superior a actuar con nobleza y grandeza.