La Naturaleza Social del Hombre según Aristóteles: Fundamentos y Claves

Contextualización

Aristóteles, nacido en Macedonia (siglo IV a.n.e.), vivió gran parte de su vida en Atenas, donde presenció el ocaso de la organización social griega clásica. Fue discípulo de Platón y, posteriormente, fundador del Liceo, influenciado por la importancia de la búsqueda de la verdad. En su obra «Política», analizó las estructuras políticas y sociales del hombre para determinar la mejor forma de desarrollo racional. Aristóteles defiende la idea del hombre como un ser social por naturaleza, que no puede desarrollarse plenamente fuera de la sociedad.

Ideas Principales

  1. El hombre es un ser social por naturaleza.
  2. Todo lo que existe por naturaleza posee una finalidad intrínseca.
  3. La naturaleza dota al hombre de palabra (logos).
  4. La palabra permite expresar conceptos morales.
  5. La moral hace posible la vida en comunidad.

Explicación de las Ideas del Texto

En el párrafo, Aristóteles nos da una sólida prueba de que el hombre, más que ningún otro animal comunitario, está obligado por naturaleza a vivir en sociedad. Para Aristóteles, todo lo que existe por naturaleza posee un telos intrínseco, pues, tal y como afirma en el texto, la naturaleza «no hace nada en vano». Si esto es así, los dones naturales del hombre poseerán también esa finalidad propia, y puesto que entre estos se encuentra el logos, la palabra, debemos preguntarnos cuál es su propósito. La respuesta aristotélica es la siguiente: posibilitar la vida social.

En este caso, el animal, «que por su naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones unos a otros», es decir, por poseer alma sensitiva, tiene sensaciones y, por ello, la naturaleza lo dota de la capacidad para emitir sonidos con los que expresarlas. Pero el humano, y solo él, a la voz suma la palabra porque le es imprescindible un medio de comunicación con el que especificar las reglas de la convivencia.

Sabemos que el instinto rige en gran medida la convivencia entre animales de la misma especie, pero es tan escaso en el hombre que no garantiza el éxito de la vida; por eso es imprescindible la palabra: mediante ella expresamos ideas y conceptos más complejos. La palabra no es dada, por tanto, para convivir, sino para formar la sociedad.

La Sociedad como un Ser Natural

Esta concepción de la sociedad como un ser natural enfrentó a Aristóteles con los sofistas, pues estos consideraban la ciudad-estado y sus leyes como productos convencionales y antinaturales. Es interesante observar que lo que hemos llamado ‘razón’, la esencia humana del alma humana según Aristóteles, es la traducción castellana del término griego ‘logos’.

El lenguaje es el medio por el cual el ser humano desarrolla su capacidad racional, pero esto solo ocurre si aprende una lengua concreta, y para ello necesita convivir en sociedad. Al nacer, las capacidades intelectuales del hombre existen solo como una posibilidad que no podría convertirse en realidad si no viviera en comunidad. Por eso, Aristóteles afirma que el hombre es un «animal político» por necesidad, ya que la razón, que define su esencia, solo se desarrolla plenamente dentro de la sociedad. Fuera de ella, el hombre dejaría de ser verdaderamente humano: podría ser algo superior, como un dios, o inferior, como un animal. Aristóteles lo compara con una mano separada del cuerpo: aunque sigue pareciendo una mano, ya no cumple la función para la que fue creada y pierde su finalidad en el universo. Esto muestra su visión de la sociedad como un organismo en el que cada parte tiene un propósito y el bien común debe estar por encima del interés individual.

La Polis y la Vida Virtuosa

Aunque las primeras comunidades humanas surgieron por necesidades como la defensa y la ayuda mutua, su existencia no se justifica solo por estas razones, sino por el deseo natural del hombre de convivir y buscar una vida mejor. La polis, o Estado, no es simplemente una reunión de aldeas, sino una estructura organizada en la que cada clase social tiene una función específica dirigida a un fin común: que las personas vivan bien. Sin embargo, «vivir bien» no significa llevar una vida cómoda, sino una vida virtuosa, en la que el ser humano realiza actividades que lo perfeccionan como persona. Para lograrlo, las leyes son esenciales, ya que nos obligan a cumplir nuestros deberes y moldean nuestro carácter.

Leyes Naturales y Virtud

Aristóteles llega a decir que la bondad moral se obtiene a través del cumplimiento de las leyes. Sin embargo, esto puede llevar al conformismo si se olvida que no todas las leyes son justas. Si una ley es injusta, ¿cómo puede servir como referencia para medir la virtud? Aristóteles no se refiere a estas leyes convencionales o arbitrarias, sino a las leyes naturales, aquellas que están en armonía con la verdadera naturaleza humana y que son las únicas capaces de guiar a las personas hacia su perfección moral.

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