La politica como cooperacion aristoteles

En busca del progreso:
Como vivimos confiados en que no existen límites para el progreso humano, es frecuente escuchar comentarios del tipo: «cualquier tiempo pasado fue peor, y cualquier tiempo futuro será mejor». Sin embargo, el ser humano ha tenido siempre esta confianza en el progreso, ni tampoco está claro que esta confianza sea sensata. ¿Constata la historia el progreso del ser humano? Para contestar a esta pregunta tenemos que ponernos de acuerdo en lo que significa el progreso. Parece que el progreso del ser humano incluye tres ingredientes básicos: Desarrollo del conocimiento: conocer más y mejor la realidad; Desarrollo del poder tecnológico para transformar la realidad: poder cada vez más; El conocimiento y el poder al servicio de la justicia. Son cuatro las respuestas que se han dado a esta pregunta. Analicémoslas. No hay progreso sino repetición: la historia se repite; En la vida cotidiana nos encontramos esta idea en esa sensación que a veces nos embarga de que los problemas siguen siendo los mismos generación tras generación: siempre ha habido pobres y ricos, poderosos y humillados, guerras y catástrofes, conflictos generacionales, etc. En filosofía, ha habido autores que han defendido que la historia acontece a través de una serie infinita de ciclos que repiten indefinidamente la misma secuencia de hechos -por ejemplo, los estoicos, Avicena o Nietzsche-. No hay progreso sino decadencia: la historia va a peor: Es la que defienden los nostálgicos de un pasado en el que creen ver, no como ahora, valores, respeto de los hijos a los padres, etc. Es lo que en historia suelen llamarse las fuerzas o movimientos tradicionalistas. En filosofía nos la encontramos, por ejemplo, en Platón, que ve en la historia de la humanidad el progresivo alejamiento de la Edad de Oro en la que los hombres eran personas de bien dedicadas a la sabiduría filosófica. El progreso es inevitable: Nos encontramos esta idea en la vida cotidiana cuando estamos seguros de que, a no tardar mucho, aparecerá un medicamento que hubiese curado una enfermedad incurable, o una ley que me hubiese garantizado asistencia social. Y en filosofía, ¿cuándo surge esta concepción?


Esta concepción surge en filosofía con el movimiento ilustrado y se aprecia en la obra de dos filósofos del siglo XIX: Aguste Comte, y Karl Marx. Para el primero, el conocimiento científico de la realidad y el control tecnológico de la naturaleza y de la sociedad son los pilares del progreso definitivo de la humanidad sobre la Tierra. Para Comte el único conocimiento racional es el científico, y solo este conocimiento funda el poder tecnológico del hombre sobre la naturaleza y la sociedad. Conocer racionalmente supone controlar racionalmente, y la organización racional de la sociedad es garantía de justicia social. También Carlos Marx pensaba que la historia se mueve inexorablemente hacia mejor. En su caso, este «mejor» consistía en la abolición de la lucha de clases a través de la creación de una sociedad sin clases: la sociedad comunista. Comte y Marx encarnan los dos aspectos de la razón ilustrada: La razón científico-tecnológica, capaz de comprender la realidad y de transformarla tecnológicamente. Y la razón moral, capaz de fundar una sociedad justa. Aunque en buena medida seguimos siendo devotos de esta confianza, lo cierto es que hoy tenemos que afrontar dos serias objeciones: El horror del holocausto, que puso de manifiesto que el desarrollo científico y tecnológico no va parejo con el desarrollo moral. El colapso ecológico, que pone en cuestión el presunto carácter ilimitado de nuestro poder de transformación de la naturaleza. La historia es abierta. La historia es fruto de las decisiones personales y colectivas de los seres humanos. Si su conocimiento de los problemas es el adecuado, su intención para resolverlos recta, sus recursos para afrontarlos suficientes, habrá progreso, pero si no, no. Nos encontramos esta idea en la vida cotidiana cada vez que renunciamos a prever el futuro y nos resignamos a que nuestros herederos serán «lo que ellos quieran y puedan». Nos la encontramos, por ejemplo, en Immanuel Kant o en el teólogo Joseph Ratzinger.


Política: Procede de la palabra griega polis que significaba ciudad o comunidad independiente y autogobernada. La política es la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos y la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos. La noción de política está ligada a la vida en comunidad y a sus formas de organizarse. La política se define como la actividad en la que grupos, organizaciones o sociedades toman decisiones colectivamente. Son políticas todas las decisiones que se toman en el seno de un grupo de amigos, de una familia, de una asociación o en la clase del colegio. Sin embargo, se acostumbra a reservar este término para las decisiones que se toman dentro del Estado. Existen varias formas en las que se pueden tomar decisiones en un grupo. Por ejemplo, que la decisión que tome el conjunto sea fruto de un proceso de deliberación entre sus miembros y todos participen de ella; que el grupo delegue su decisión en una sola persona, o que una persona imponga sus decisiones y obligue al resto a acatarlas bajo amenazas. Cooperación y conflicto-Existen dos tradiciones filosóficas que interpretan la actividad política de forma muy diferente. Una de ellas procede de Aristóteles, para quien la política era cooperación, mientras que la otra surgió con Maquiavelo, que identificaba política y conflicto. La actividad política no puede entenderse sin tener en cuenta ambas tradiciones. La política corno cooperación-Aristóteles define al ser humano como animal social o comunitario. El ser humano no puede vivir aislado; su naturaleza solo se realiza como tal, en el seno de una comunidad, integrado en una familia y poseedor de una cultura. Por esta razón, para Aristóteles, el hombre se agrupa y vive en sociedad por naturaleza. La naturaleza racional humana le permite comunicarse con los otros para organizarse. Gracias a su lenguaje, puede plantearse qué es lo justo y lo injusto, lo beneficioso para todos por encima de su interés individual. Vivir en comunidad supone dialogar respecto a los fines que se quieren alcanzar. Las comunidades humanas se organizan con la finalidad de buscar el beneficio de todos. Por ello, la función de la política consiste precisamente en el uso del habla y del diálogo con el fin de alcanzar el mayor bien para todos.


La política como conflicto-Maquiavelo, que vivió durante el Renacimiento, escribió una obra titulada,El príncipe,en la que daba consejos a un príncipe sobre las formas de alcanzar el poder y pos­teriormente conservarlo. Maquiavelo entendía la política de la siguiente manera: La política está separada de la moral. El político tiene como finalidad el poder. En el logro de este fin no deben interferir los principios morales. La ética corresponde al ámbito individual y la política pertenece a la esfera de lo público, por ello ambos ámbitos no deben confundirse. Para Maquiavelo, en política el fin justifica los medios. El primer objetivo del gobernante es la conservación del poder a través del cálculo y la ambición. Lo más importante para un buen gobernante.debe ser mantener el poder. La mejor manera de hacerlo es utilizar la reflexión, el cálculo y la prudencia. Una ambición excesiva puede llevar a la pérdida del poder; debido a esto, el gobernante debe ser el más prudente de los hombres y tiene que calcular fría­mente las consecuencias de cada una de sus acciones. El poder se define como la capacidad para imponer la propia voluntad a otros. El sociólogo Max Weber definió este concepto en los siguientes términos: «Por poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad». Se tiene poder cuando esta voluntad se impone a pesar de la resistencia de los demás. Según Weber, existen tres formas de poder: económico, ideológico y político. El poder económico consiste en conceder o quitar riquezas; el poder ideológico supone otorgar o quitar prestigio; el poder político es el poder que se atribuye el uso de la violencia legítima. En esta unidad solo se tratará el poder político. El poder político consiste en: Una relación entre unas personas que mandan y otras que obedecen. El mandatario puede exigir obediencia mediante la violencia y bajo la amenaza. Esto no es incompatible con el hecho de tratar de imponer la voluntad mediante otras formas, como el diálogo y la comunicación. Por ejemplo, cuando un gobierno aprueba una ley como la prohibición de fumar en lugares públicos, puede justificarla por el beneficio que produce en la salud de los ciudadanos y al mismo tiempo imponer sanciones a quienes la incumplan.


Un poder que usa la violencia e impone su autoridad de forma legítima, es decir, con el acuerdo tácito y el reconocimiento de la mayoría de la población. Por ejemplo, un guardia de tráfico que exige el cumplimiento de la normativa de circulación. En cualquier grupo humano se dan relaciones de poder (en la familia, en el colegio, en la empresa, etc.); por ello, los conceptos de política y poder se encuentran tan emparentados. A lo largo de la historia se han dado diferentes formas de poder político y de legitimación. En la actualidad, se considera que la violencia es legítima cuando las leyes en las que se fundamenta han sido sancionadas democráticamente por todos los ciudadanos. El Estado es el conjunto de órganos de gobierno de un país soberano. El Estado moderno, entendido como una institución impersonal —es decir, como un poder ins­titucionalizado y, por tanto, que se ejerce con independencia de las personas con­cretas que ocupan dicho cargo—, se remonta al siglo XVI, cuando el poder eclesiás­tico perdió terreno a favor del poder secular. Tiene las siguientes características: Es un territorio delimitado por unas fronteras. Toda persona u organismo que se encuentre dentro de las mismas está sometido a sus leyes. Es una organización administrativa y jurídica. La Administración ofrece los servi­cios esenciales para el funcionamiento del país. El Gobierno, el Senado, los tribu­nales de justicia, son organismos que forman parte de la organización estatal. Tiene el monopolio de la violencia. Tal como señaló Weber, el Estado es el único organismo que puede ejercer la violencia legalmente para hacer cumplir las leyes. Hay personas u organizaciones que también emplean la violencia dentro de un Estado, pero sus acciones caen fuera de la legalidad. Este monopolio sirve para mantener el orden y hacer cumplir la ley. Es soberano porque no hay ningún organismo superior a él que pueda someterlo a su voluntad. En la actualidad, hay organizaciones supraestatales que pretenden coordinar las políticas de diferentes Estados (por ejemplo, la Unión Europea), Sin embargo, los Estados continúan siendo soberanos.


En función del tipo de gobierno y de cuántos participan en el poder político: Autocracia: el poder está en manos de una sola persona. Dictaduras: gobierno en el que una persona recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica. Monarquías: gobierna una sola persona según una leyes establecidas. Ologarquías y aristocracias: el gobieno lo ejercen unos pocos que se presentan a sí mismos como los mejores. Democracias: todos los ciudadanos participan en la esfera política. En función de sí se respetan o no las leyes y el derecho: No se respetan: Estado autoritario y despótico. La autoridad del déspota, dictador o monarca, es absoluta. Acumula todo el poder y toma decisiones según su voluntad y capricho. Estados absolutistas Es propio de monarquías que acumulan un poder casi ilimitado. Estado totalitario. El estado controla todos los organismos e incluso la vida privada de las personas. Sí se respetan: Estado liberal y de Derecho. La función del Estado es proteger los derechos de los ciudadanos. El poder del Estado se encuentra limitado por el sufragio universal y la división e independencia de sus poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). La autoridades la persona o grupo de personas que ejerce un poder institucionali­zado. Al institucionalizarse, mandar y obedecer son aspectos que la mayoría de la sociedad no se cuestiona y que forman parte de la costumbre. Dado que todos cumplen las leyes establecidas, hay que presuponer la existencia de un acuerdo, más o menos explícito, entre todos los miembros de la sociedad para obedecer a la autoridad y sancionar a quien desobedezca. Este acuerdo tácito significa que el poder se ha legitimado y es lo que permite dis­tinguir entre el ejercicio de la violencia legítima e ilegítima. Una cuestión central para los teóricos del pensamiento político es averiguar por qué caminos se llega a institucionalizar y a legitimar el poder. Autoridad: pode que gobierna o ejerce el mando, de hecho o derecho.


Instituciones: son sistemas objetivos de acción social. No son un sistema rígido que determine de una forma funcional las relaciones entre individuos y grupos sociales, y las relaciones de estos con la sociedad y el Estado. El reconocimiento de las instituciones garantiza la permanencia de costumbres, usos y necesidades. Las instituciones aseguran la regularidad de la acción social, libran al individuo de la necesidad de repetir las decisiones conscientes en determinados tipos de acción.

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