En contra de la primacía de la seguridad
Introducción
Buenos días a todos. Somos Inés Araoz, Javier Lostao, Belén Jover y Gonzalo Carbajo, y vamos a defender la postura en contra de la siguiente cuestión: ¿Debe estar la seguridad por encima de la libertad individual? Creemos firmemente que no, y a continuación expondremos nuestros argumentos.
La seguridad malinterpretada: un ejemplo histórico
En 1955, un adolescente afroamericano fue asesinado en una tienda por silbar a una mujer blanca. Este trágico suceso nos recuerda la discriminación racial que sufría la población afroamericana en Estados Unidos en aquella época. Durante los años 60, el movimiento por los derechos civiles luchó contra la segregación y la violencia que se justificaban en nombre de la seguridad de la población blanca. La separación en autobuses, ciudades, trabajos y la esclavitud fueron medidas extremas que demostraban una clara violación de la libertad en aras de una supuesta seguridad.
Definiendo libertad y seguridad
Para comprender mejor el debate, es fundamental definir los conceptos de libertad y seguridad. La libertad es la capacidad del ser humano de actuar o no actuar según su propia voluntad, permitiéndonos elegir y decidir sin influencias externas. La seguridad, por otro lado, es la ciencia que estudia y evalúa los riesgos a los que se encuentra sometida una persona, proporcionando confianza y evitando el peligro.
Argumentos a favor de la libertad
Presentamos tres argumentos que demuestran la primacía de la libertad sobre la seguridad:
- La libertad nos permite aprender de nuestros errores y evitar repetirlos en el futuro.
- Los ciudadanos, a través de las constituciones, somos quienes establecemos los límites de nuestra propia libertad.
- La seguridad es subjetiva, ya que proteger a unos puede implicar dañar a otros. La libertad debe prevalecer para beneficiar a quienes se ven perjudicados por medidas de seguridad excesivas.
La libertad como pilar de la sociedad
A lo largo de la historia, la libertad se ha adaptado a diferentes culturas e ideologías. Sin embargo, todas las formas de gobierno, desde las dictaduras hasta las democracias, parten de ideas sobre la libertad de los individuos dentro de una comunidad. Nuestro sistema de gobierno en Occidente, basado en el estado de derecho y la democracia, busca preservar la esencia de la libertad como un derecho fundamental. Este derecho se ve amenazado cuando la libertad de unos afecta o restringe la de otros. Por ello, es necesario un «contrato social», como lo llamó Rousseau, donde los ciudadanos acuerdan los límites de su libertad para garantizar la justicia y la convivencia pacífica.
El peligro de la seguridad excesiva
La seguridad que nos brinda el Estado nunca debe ir en contra de las libertades y derechos humanos. Lamentablemente, muchos gobernantes han manipulado y controlado a sus ciudadanos en nombre de la seguridad, creando una falsa sensación de libertad. El miedo a la inseguridad tiene efectos contraproducentes, llevando a la pérdida de libertades. Dictaduras como la de Corea del Norte son un claro ejemplo de cómo la seguridad excesiva puede destruir la libertad individual.
El miedo como amenaza a la libertad
La humanidad debe aprender a ser más libre, pero parece que cada vez necesitamos más control. El miedo excesivo a la falta de seguridad se está imponiendo en detrimento de la libertad de expresión y pensamiento. Prohibir manifestaciones o restringir símbolos como las Esteladas en eventos deportivos son medidas que, lejos de garantizar la seguridad, ponen en riesgo la libertad.
Conclusión
Como dijo José de San Martín: «Cuando hay libertad, todo lo demás sobra». En ninguna circunstancia la seguridad debe estar por encima de la libertad individual. Los ejemplos históricos y argumentos presentados demuestran que la seguridad extrema es inútil y peligrosa. Esperamos haberles convencido de que la libertad es el pilar fundamental de una sociedad justa y próspera.