La Razón y la Certeza en la Filosofía de Descartes

El Método Cartesiano: La Duda Metódica y el Cogito

La Búsqueda de la Certeza

La decepción y desorientación como resultado de años de estudios encuentra solución en la razón: la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso. La razón es una y la misma para todos, y su uso correcto, el método, será también uno y el mismo para todas las ciencias, que en el fondo, no son sino una y la misma.

Las Reglas para la Dirección del Espíritu

En su partida a Holanda, Descartes redacta las Reglas para la dirección del espíritu, donde aparece el método (36 reglas). Formulado el método, Descartes se propone fundamentarlo filosóficamente, fundamentando la razón misma, y en definitiva, la ciencia.

La Duda Metódica

El punto de partida es poner en duda la posibilidad de alcanzar la verdad indubitable. No es una duda escéptica (no niega toda posibilidad de conocimiento), sino metódica (punto de partida de una investigación) y voluntaria (se duda radicalmente para alcanzar la verdad).

La duda metódica es la duda acerca de la posibilidad de alcanzar la verdad. Surge al repasar todos los conocimientos y concluir que ninguno es indubitable. Duda de:

  • Las ideas empíricas: su origen en los sentidos que nos engañan. Debemos dudar de que las cosas sean como las percibimos.
  • La existencia de un mundo extramental: no es posible distinguir el sueño de la vigilia. Debemos dudar del mundo material, incluido nuestro cuerpo.
  • Las ideas matemáticas (la razón misma): podemos equivocarnos al razonar (paralogismos) o existir un Dios engañador.

El Cogito Ergo Sum

Pese a dudar de la razón misma, Descartes no cae en el escepticismo, sino que encuentra una verdad indubitable: para dudar ha de pensar, y si piensa existe: cogito ergo sum. La primera certeza es la existencia del sujeto que piensa. Esta verdad resiste cualquier duda, incluso la del genio maligno, pues dudar prueba su verdad.

El cogito ergo sum es una verdad inmediata conocida mediante la intuición. El cogito se capta de forma inmediata: hay una relación necesaria entre pensar y ser. Además, es evidente porque es clara y distinta. Supera la duda, convirtiéndose en el punto de apoyo para edificar la filosofía como ciencia.

El yo es pensamiento (pensar es tener ideas, entender, querer, imaginar y sentir). Esta primera certeza es su criterio general de certeza: las cosas que percibimos muy claras y distintamente son todas verdaderas, siendo esta la forma como percibimos el cogito.

El cogito no solo es lo que soy (una cosa que piensa) sino también un criterio de certeza. Es una verdad ontológica y gnoseológica. Se fundamenta la primera regla del método (una idea es verdadera si es clara y distinta) en el proceder riguroso de la razón, y con ella el criterio de certeza.

El Yo como Punto de Partida

Descartes elabora una filosofía donde el yo es la primera certeza y el punto de partida. Para la Filosofía Moderna, el hombre es yo pensante, sujeto pensante o conciencia. La certeza es fundamental, en estrecha relación con la ciencia y el método.

La Certeza en la Ciencia

El rasgo fundamental de la ciencia es la certeza (imposibilidad absoluta de dudar). Las ciencias ciertas son la Aritmética y la Geometría, donde se experimenta la certeza. Analizando el proceder de los matemáticos, Descartes obtendrá las reglas del método.

Mathesis Universalis

Ambas ciencias son ejemplos de una ciencia universal: la Mathesis Universalis, que contiene los primeros rudimentos de la razón humana.

Intuición y Deducción

El método, basado en el proceder riguroso de los matemáticos, se funda en la estructura de la razón, con dos operaciones básicas: la intuición y la deducción. No tiene que ver con la inducción de Francis Bacon (duda de los sentidos) ni con el silogismo aristotélico-escolástico (repite lo ya sabido).

La intuición es captar inmediatamente un concepto o idea tan clara y distintamente que no quepa duda. Descartes llama a estos conceptos o ideas (objetos de la intuición) naturalezas simples: figura, extensión y movimiento, a partir de los cuales se compone todo lo demás. Intuimos una idea cuando es clara, distinta y evidente. Este es el criterio de certeza.

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