La síntesis del pensamiento

PHYSIS:


 El centro de interés de la filosofía presocrática será la pregunta por la physis, la pregunta por la naturaleza, por sus cambios y su multiplicidad. A su vez, la pregunta por la physis va a converger en la pregunta por el principio de todas las cosas, es decir, en la pregunta por el arché.
La naturaleza, para los primeros filósofos y para los griegos en general, hay que entenderla, en un triple sentido: La physis como “totalidad”: la naturaleza es todo cuanto hay, es la única realidad. Además, y este es lo importante, la totalidad de las cosas está sometida a una ley, a un orden, a un conjunto de leyes que rigen su funcionamiento. Es decir, el concepto de naturaleza está vinculado al concepto de necesidad, al concepto de logos, lo que la convierte en un todo ordenado, en un cosmos y no es un caos. La physis como “sustrato” o esencia: la naturaleza es lo que permanece más allá de los cambios, es decir, es el “sustrato común” de las cosas. Además, este sustrato es también la causa del cambio y las diferencias, porque la naturaleza también es proceso, es un hacerse. La physis como “hacerse”, como fidei. El término physis viene del verbo griego en infinitivo fidei que significa hacer, crecer, desarrollarse, salir fuera. Es decir, la naturaleza aparece como una fuerza interna que impulsa a crecer y a desarrollarse: es principio rector que impulsa los cambios, ley interna que rige las cosas. Por tanto, en este sentido, cabe destacar la correspondencia entre el término physis y el término logos: la razón que forma parte del orden natural puede conocer la ley interna que rige el cambio y la multiplicidad. Este orden natural es teleológico, es decir, la naturaleza se mueve por fines. Los primeros filósofos presocráticos entienden la naturaleza como un organismo, no como un mecanismo (el mecanicismo no será inaugurado hasta los pluralistas: en el mecanicismo no existen fines)

ARCHÉ:

La pregunta por la “totalidad” de lo real, es decir, la pregunta por la physis, va a llevar a los primeros filósofos presocráticos a la pregunta radical por el principio último y originario de todo: la pregunta por el arché. Si queremos definir el concepto de arché en la filosofía presocrática tenemos que hacerlo de diferentes modos, así: El arché es el origen del que provienen todos todas las cosas. El arché es el sustrato (material) común que tienen todas las cosas más allá de las diferencias. El arché es la causa de todos los cambios. El arché es el fin que rige todos los cambios. Por tanto, la noción de physis remite al principio o arché en cuanto origen, sustrato, causa y fin de todos los seres.

Sócrates Y SOFISTAS:

El pensamiento de los Sofistas se caracteriza por el escepticismo y el relativismo, la verdad no se puede 


 conocer y moralmente está todo permitido. Mientras que para Sócrates la verdad existe y podemos conocerla, además la verdad está en todas las almas en estado latente, y sólo es preciso tener habilidad para poner en orden nuestros razonamientos. Para los Sofistas el sabio es aquél que sabe argumentar para seducir a sus interlocutores y conducirles por donde quiere, es decir, sabio es el buen retórico. Para Sócrates, sabio es el hombre bueno y virtuoso, el que utiliza el conocimiento para conocer y practicar la virtud. Los Sofistas no pretendían formar hombres justos y buenos ciudadanos, sino especialistas eficaces en la política y el derecho. Sócrates se propone educar la los ciudadanos en la virtud. Para Sócrates la dialéctica (mayéÚtica) es el camino para sacar a la luz la verdad interior, mientras que para los Sofistas el lenguaje no ayuda a esclarecer la verdad, sino que es el arte de la seducción al margen de la verdad y de la justicia de los discursos. 

El conocimiento y la verdad:

Según Sócrates la verdad existe y la podemos conocer. Con ello, Sócrates critica el escepticismo y relativismo de sus contemporáneos Sofistas. La verdad no está en el mundo exterior, sino que está en el interior de cada uno (daimon) “Conócete a ti mismo”. Mediante el método dialéctico de preguntas y respuestas se consigue sacar a la luz la verdad. El maestro no es el protagonista en este proceso, sino que es el alumno el que llega por sí mismo a la verdad. Según Sócrates en todas las almas existe la verdad, pero en estado latente, y sólo es preciso tener habilidad para poner en orden nuestros razonamientos.

Diferencias entre Sócrates y los sofistas:

El pensamiento de los Sofistas se caracteriza por el escepticismo y el relativismo, la verdad no se puede conocer y moralmente está todo permitido. Mientras que para Sócrates la verdad existe y podemos conocerla, además la verdad está en todas las almas en estado latente, y sólo es preciso tener habilidad para poner en orden nuestros razonamientos. Para los Sofistas el sabio es aquél que sabe argumentar para seducir a sus interlocutores y conducirles por donde quiere, es decir, sabio es el buen retórico. Para Sócrates, sabio es el hombre bueno y virtuoso, el que utiliza el conocimiento para conocer y practicar la virtud. Los Sofistas no pretendían formar hombres justos y buenos ciudadanos, sino especialistas eficaces en la política y el derecho. Sócrates se propone educar la los ciudadanos en la virtud. Para Sócrates la dialéctica (mayéÚtica) es el camino para sacar a la luz la verdad interior, mientras que para los Sofistas el lenguaje no ayuda a esclarecer la verdad, sino que es el arte de la seducción al margen de la verdad y de la justicia.


La respuesta a la pregunta sobre la posibilidad de que una única realidad o sustancia  sea capaz de ejercer todas estas funciones tendrá como resultado los diferentes modelos de explicación racional de la filosofía presocrática.

TALES:

A Tales se le conocíó principalmente por su actividad de astrónomo y geómetra práctico y como sabio en general. Su predicción de un eclipse fue probablemente posible por su empleo de los registros babilonios, acaso en Sardes, y es probable que también visitara Egipto. El eclipse, motivo de temor para los pueblos primitivos, y también para los griegos, en cuanto, a partir de ahora, pasa a ser un fenómeno natural predecible, pasa a integrase en los portentos del cosmos determinado por la mecánica de la physis: no es un milagro divino de oscuros presagios, sino una muestra de la regularidad de la naturaleza. Su afirmación de que la Tierra flota sobre el agua parece que se derivó de los mitos cosmogónicos del Oriente Próximo. Esta idea seguramente habría de parecerles bastante razonable a un pueblo de marinos y de pobladores de islas como eran los jonios. La tierra era, pues, como un extenso barco sobre las aguas insondables. Los terremotos podían explicarse bien, según el símil del navío zarandeado por las olas. Tales también defendíó la idea del agua como origen de las cosas (argé). Es posible que Tales se diera cuenta de que, puesto que el agua es esencial para el mantenimiento de la vida vegetal y animal ésta siendo el constitutivo básico de las cosas los sabios como Tales inauguran la tradición científica de proponer explicaciones de lo real mediante elementos naturales y agentes materiales. Este hecho por si solo justifica el que a Tales se le denomine como el primer filósofo, por muy ingenuo que hoy nos resulte su pensamiento.

LA IDEA DE LIMITE:

Los pitagóricos, como dualistas morales convencidos, dispónían de dos columnas bajo las rúbricas de cosas buenas y cosas malas. En la columna de las cosas buenas, al lado de la luz, la unidad y lo masculino, figuraba el límite, y en la columna de las cosas malas con la oscuridad y lo femenino, figuraba lo ilimitado. La religión de Pitágoras incluía, como hemos visto, una especie de panteísmo. El mundo es divino, por lo tanto, es bueno, y es un todo único. Si es bueno, si es un ser viviente y si es un todo, se debe, según Pitágoras, a que es limitado y a que obedece a un orden en las relaciones de sus diversas partes. La vida plena y eficaz depende de la organización. Así lo vemos en las criaturas vivas individuales, a las que llamamos organismos para indicar que tienen todas sus partes dispuestas y subordinadas con el fin de mantener vivo el todo. Lo mismo ocurre con el mundo.


El estudio como vía de purificación:


Filósofo por naturaleza, Pitágoras decía que, si queremos identificarnos con el cosmos viviente, con el cual nos creemos esencialmente emparentados, debemos, sin olvidar los antiguos preceptos religiosos, estudiar ante todo y sobre todo cómo actúa y averiguar cómo es. Esto, por sí solo, nos acercaría más a él, y nos capacitaría para dirigir nuestra vida en conformidad más estrecha con los principios que nos revela. Así como el universo es un cosmos, es decir, un todo ordenado, pensaba Pitágoras que cada hombre es un cosmos en miniatura. Somos organismos que reproducen los principios estructurales del macrocosmos; y estudiando esos principios estructurales, desarrollamos y estimulamos en nosotros mismos los elementos de la forma y del orden. El filósofo que estudia el cosmos se hace ordenado en su propia alma.

Diferencias con la cosmogonía jonia:

Este proceso, captado aquí en un solo y sorprendente ejemplo, supónían los pitagóricos que era el principio rector que actuaba en el conjunto del universo. En esto difiere esencialmente su cosmología de la de los jonios, y nos da derecho a llamarla una filosofía de la forma, Y a la de estos una filosofía de la materia. Los jonios hablaban de una mezcla de opuestos, y en eso se quedaban. Los pitagóricos añadieron las nociones de orden, proporción y medida, es decir, que daban la mayor importancia a las diferencias cuantitativas. Cada cosa particular es lo que es, no por sus elementos naturales (que son los mismos en todas), sino por la proporción en que estos elementos se combinan; y puesto que es por dicha proporción por lo que una clase de cosas difiere de otra, afirmaban que esto, o sea la ley de su estructura, es la cosa esencial que hay que descubrir para comprenderlas. La importancia pasa de la materia a la forma, la estructura es lo esencial, y esta estructura puede ser expresada numéricamente, en términos de cantidad.

Los pluralistas:

Los Pluralistas son un grupo de pensadores heterogéneo de los siglos VI y V a. C., que se caracterizan por abandonar el planteamiento metafísico de Heráclito y Parménides, intentado devolver a la filosofía el planteamiento físico que tuvo en sus inicios. Por otra parte, intentan conciliar todas las teorías anteriores, de ahí su planteamiento sincrético. Las soluciones para explicar el problema central del cambio tienen en común su interpretación de lA materia como un conjunto de partículas eternas e inmutables (comparten, pues, las carácterísticas del Ser de Parménides, salvo la unidad), que se combinan entre sí de forma diferente que hace que las cosas concretas cambien y se diferencien entre ellas – cambio y pluralidad- (tal y como defendíó Heráclito).

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