Santo Tomás de Aquino vive en el agitado Siglo XIII. La estructura social y económica era el feudalismo que manténía dividida a la ciudad en estamentos. La actividad económica gira entorno a castillos y monasterios. Los señores feudales- Guerra La vida en las aldeas viene marcada por la subsistencia, sumisión y amenaza del hambre y epidemias. Dos poderes – Religioso papa y político emperador Predominio de la Iglesia Cristiana En este siglo crecimiento y trasformación Fundaron ordenes mendicantes, labores de traducción, se fundaron las primeras unís.
En primer lugar, constata un hecho: la filosofía y la teología son saberes diferentes y autónomos, que poseen fuentes de conocimiento distintas, una, la razón; la otra la revelación divina.
De ello deduce, en segundo lugar, que el conocimiento que aporta la teología está por encima del que proporciona la filosofía; y poseer éste es necesario para llegar a alcanzar el fin que le está reservado al hombre:
La salvación eterna. Aunque afirma también que algunas de las verdades que sobre Dios conocemos son accesibles por la razón, pero no sin dificultad.
Por todo lo cual y, en conclusión: sólo las verdades que nos son conocidas por la luz divina (revelación) a través de la fe y que constituyen el objeto de estudio de la teología, pueden llevar al hombre a alcanzar su salvación.
Santo Tomás señala la neta distinción entre los dos tipos de saberes, filosofía y teología, que aparecen mencionados en el texto, los dos saberes se diferencian por su actividad. En el caso de la filosofía, todos los seres humanos, dotados como están de razón, pueden deducir una conclusión de unas premisas;
Para Santo tomás la teología es una ciencia, superior a todas las demás, pero que procede como cualquier otra ciencia, a partir de principios evidentes que no es necesario demostrar y que son el fundamento de toda demostración. Sin duda los principios de la teología no son evidentes por sí mismos para el hombre, ya que son los “artículos de la fe”; pero lo son para Dios: la teología es una ciencia subordinada a la ciencia divina. Sólo a través de la revelación puede el hombre conocer su fin y una vez conocido encaminar su entendimiento y su acción.
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De ahí la necesidad de esta revelación, que permite acceder a verdades sobrenaturales, limitadas para la sola razón. Del conocimiento de la verdad de Dios depende la salvación del hombre.(5)
Las conclusiones que se siguen de estos planteamientos son que: para alcanzar su fin, la salvación eterna, el hombre necesita conocer y asentir la verdad que Dios expresa mediante la revelación y por ello, además de la filosofía, cuya actividad es algo natural, necesita el hombre la teología, cuya actividad es sobrenatural.Descartes-Europa marcada por dos condicionantes políticos: las guerras de religión y la formación de los Estados absolutistas. Tras las doctrinas religiosas, fueron formándose dos opciones políticas diametralmente opuestas. Aquella que promovieron los Estados católicos (el absolutismo) y aquella otra de los países en los que triunfó el protestantismo El Siglo XVII estaba marcado por una fuerte sensación de crisis. El saber medieval se derrumbaba. El Renacimiento, a pesar de haber realizado importantes aportaciones, no había conseguido articular una alternativa sólida y coherente. Descartes nacíó y adquiríó su formación en la Francia absolutista de Luis XIII y Richelieu. Conocíó las guerras de religión, él mismo participó en la guerra de los treinta años. Pero finalmente, una vez alcanzada la madurez, se instaló en las Provincias Unidas. Allí desarrolló el conjunto de su obra, lejos del clima asfixiante del absolutismo y los procesos inquisitoriales. Expone la aplicación de la duda a lo que habitualmente consideramos fuentes seguras de verdad: las informaciones de los sentidos y la actividad de la inteligencia. Además, incluye la indistinción de la vigilia del sueño. Constata que el resultado de la aplicación de esta duda hiperbólica no es otro que el escepticismo. Pero enseguida cae en la cuenta de que él, que pensaba de ese modo, tenía que ser alguna cosa; llegando, de este modo, al establecimiento de la primera verdad indubitable: pienso, luego existo. En consecuencia, esta proposición, está fuera de toda duda, es una verdad evidente, y con ello, se convierte en el primer principio del sistema cartesiano.
Descartes no va a conformarse con alcanzar una “seguridad moral” ,lo que Descartes busca son certezas metafísicas, es decir, que sea imposible que la cosa sea distinta a como nosotros la juzgamos. Descartes no está preocupado por la acción, sino por la verdad. Por eso no admite ningún tipo de componenda. Si algo se presenta como probable o verosímil, con el más mínimo asomo de duda, lo rechaza como falso (exigencia de la primera regla del método: la evidencia). Sentado este principio, la duda metódica se convierte en un instrumento indirecto para llegar a la verdad. Sólo aquellos juicios que superen la prueba de fuego de la duda podrán considerarse verdaderos, puesto que serán evidentes, sin asomo de duda. Descartes, pues, no es un escéptico en ningún momento. La duda no es para él la postura mental definitiva; ni siquiera la postura inicial: parte de la confianza en la posibilidad de alcanzar la verdad. Por eso su duda es una duda metódica. Él criterio de la duda se aplica entonces a todas las creencias, especialmente a las que parecen más sólidas y evidentes. Si es posible dudar de ellas, deben, de momento, dejarse de lado (aunque se recuperen más tarde): no pueden valer como fundamento sólido de la metafísica. En primer lugar, es posible dudar de la información dada por los sentidos. En la búsqueda de una verdad indubitable que le sirva de axioma, Descartes parece resignarse a concluir que la única salida es el escepticismo. La interpretación del “cogito” ha dado lugar a una gran cantidad de discusiones, de las que hay que destacar, al menos, esto: -No hay que identificar el “pienso” de Descartes con un puro acto intelectual. La existencia del yo pensante está fuera de toda duda, es algo claro y distinto, evidente. Y esta intuición del yo, del alma como sustancia pensante va a ser el punto de partida de toda la filosofía cartesiana. Otro aspecto en el principio “yo pienso, luego existo” que puede resultar extraño a primera vista ¿Por qué partir del “yo pienso”, en lugar de cualquier otra actividad? No todas las actividades tienen la misma fuerza que el principio escogido por Descartes.