Contextualización
En el conjunto de su obra, el texto que comentamos pertenece a la Suma Teológica, la obra más importante de Tomás de Aquino. En la Edad Media, una “suma” era un tratado sistemático, para uso de estudiantes universitarios, en el que se trataba de resumir un campo completo del conocimiento, en este caso, la teología. Se divide en tres partes:
- La primera trata de Dios y su creación del mundo.
- La segunda se ocupa de la finalidad religiosa de la vida del hombre.
- La tercera habla de Jesucristo como camino para la vida eterna.
Cada parte se divide en cuestiones, cada una de las cuales se subdivide en artículos. A su vez, cada artículo se compone de tres partes:
- Título, en forma de pregunta (por ejemplo, en el texto que estamos comentando, se pregunta: “¿existe o no existe Dios?”).
- Objeciones, donde expone las opiniones contrarias a la suya.
- Solución, en la que desarrolla sus tesis, respondiendo así a la pregunta y a las objeciones planteadas.
El resto de las obras de Tomás de Aquino se encuentra relacionada, en parte, con la filosofía y, sobre todo, con la teología. Destacan entre ellas:
- Sus Comentarios a las Sagradas Escrituras.
- Comentarios a Aristóteles.
- Cuestiones disputadas sobre problemas filosóficos (como la verdad, el alma, el mal).
- Y, sobre todo, su segunda obra en importancia, Suma contra Gentiles, donde trata de demostrar que la verdadera religión es la cristiana y de rechazar los errores de “musulmanes, judíos y paganos”, a quienes llama “gentiles”. Pero, para ello, no se basa en la Biblia sino que utiliza la razón que todos están obligados a reconocer sea cual sea su religión.
Las Cinco Vías
1ª vía (del movimiento)
Santo Tomás trata de demostrar la existencia de Dios basándose en que “perciben los sentidos que en este mundo hay movimiento”. Nuestros sentidos nos muestran que hay cosas en el mundo que se mueven, y como ya decía Aristóteles, que “todo lo que se mueve es movido por otro”, si un objeto se mueve es porque otro lo ha movido. Por tanto es preciso que haya un “primer motor” que lo mueva todo y que, necesariamente, será inmóvil, ya que de lo contrario sería movido por otro. Ese primer motor inmóvil es, según Santo Tomás, lo que los cristianos llaman Dios.
2ª vía (de la causa eficiente)
Santo Tomás trata de demostrar la existencia de Dios basándose en que “en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes”. Nada puede ser el origen de sí mismo sino que su origen siempre debe estar en otra cosa que fue la “causa eficiente” de su existencia. De modo que tiene que haber una “causa eficiente primera” que sea el origen de la serie de las causas, pero que no tenga a su vez causa alguna, ya que de lo contrario no sería la primera y tendríamos que seguir buscando su causa. Y a esa causa incausada, según Santo Tomás, la llamamos Dios.
3ª vía (de la necesidad)
Santo Tomás trata de demostrar la existencia de Dios basándose en que “encontramos que las cosas pueden existir o no existir”. Es decir, que vemos que en el mundo hay cosas que aunque existan podrían no existir. Debe haber, por tanto, algo que no sea contingente sino “necesario”, y a ese ser necesario lo llamamos Dios.
4ª vía (de la perfección)
Santo Tomás trata de demostrar la existencia de Dios basándose en “la jerarquía de valores que encontramos en las cosas”. Por ello implica la existencia de un “ser perfectísimo” absolutamente perfecto, bondadoso, omnisciente, omnipotente… Debe existir, según Santo Tomás, la máxima perfección, un ser que posea en su esencia todas las máximas perfecciones, y que sea la causa de los grados en que las cosas son más o menos perfectas. A ese ser perfectísimo, según Santo Tomás, lo llamamos Dios.
5ª vía (de la finalidad)
Santo Tomás trata de demostrar la existencia de Dios basándose en que “vemos que hay cosas que no tienen conocimiento y que obran con un fin”. Tiene que existir algún ser inteligente que ha ordenado todos los seres de la naturaleza, que ha hecho que aquellas cosas que no tienen conocimiento actúen de acuerdo con un fin. Y a esa “inteligencia ordenadora” que dirige todas las cosas hacia un fin la llamamos Dios.
Causa eficiente primera y ser necesario (2ª y 3ª vías para demostrar la existencia de Dios)
En su segunda vía para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás se basa en la “causa eficiente” de Aristóteles. Parte del hecho de que todo lo que existe es el efecto de una causa que lo ha producido, porque ninguna sustancia puede producirse a sí misma. De manera que la causa de la existencia de cualquier ser es siempre otro ser, todos los seres son “efectos” de otros seres que son las “causas eficientes” de su existencia, porque no hay nada que sea su propia causa, pues habría de ser anterior a sí mismo y eso es imposible.
En su tercera vía para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás adopta la distinción entre esencia y existencia de los filósofos árabes medievales Averroes y Avicena. Llama “seres contingentes” a los que existen en potencia, pueden ser o no ser, tienen la posibilidad de existir o no existir; mientras que el “ser necesario” es el que existe siempre en acto, es decir, que existe necesariamente porque no tiene la posibilidad de no existir. Ese ser eterno que es acto puro, según Santo Tomás, es Dios.
Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora (4ª y 5ª vías para demostrar la existencia de Dios)
En su cuarta vía para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás recurre a la teoría platónica de la “participación” o de los “grados de perfección” de las cosas. Lo que implica la existencia de un “ser perfectísimo”, absolutamente perfecto, al que el resto de las cosas se aproximan más o menos, en la medida en que “participan” más o menos de su suma perfección. Pues, si no existiese ese ser perfectísimo, que nos sirve como modelo de cómo deben ser las cosas. A ese ser perfectísimo, según Santo Tomás, lo llamamos Dios.
La quinta vía para demostrar la existencia de Dios de Santo Tomás se basa también en la filosofía de Aristóteles, concretamente en su teoría de la “causa final” como explicación del orden del cosmos. Parte del hecho de que los seres naturales surgen, se desarrollan, se multiplican y desaparecen de acuerdo con un orden. Luego tiene que existir algún ser inteligente que ha ordenado todos los seres de la naturaleza, una “inteligencia ordenadora”, a la que llamamos Dios.