Libertad, Determinismo y Responsabilidad Moral: Perspectivas Filosóficas y Éticas

1. Fundamentos de la Moralidad

1.1 No hay personas amorales

Las personas somos seres morales porque, a la hora de actuar, tenemos distintas posibilidades entre las que debemos elegir y justificar nuestra elección; así nos comportamos como seres racionales. Los tres momentos de la estructura moral son:

  • 1. Imaginar posibilidades.
  • 2. Elegir entre ellas.
  • 3. Justificar la elección.

Un ser es amoral cuando actúa de forma automática, no es dueño ni responsable de sus actos (como los animales). Las personas podemos comportarnos según normas de conducta de forma moral o inmoral, pero no somos amorales.

1.3 La conciencia moral

La conciencia es la capacidad de percatarse de algo. La conciencia moral es la capacidad de percatarse de que unas formas de vida, valores o principios son moralmente mejores que otros; es decir, la conciencia moral es la capacidad de captar los principios por los que distinguimos entre lo moralmente bueno y lo malo.

Para tomar decisiones, hay que pasar de los juicios generales a los concretos sobre una situación dada. Esta labor de realizar juicios prácticos la realiza la conciencia, teniendo en cuenta principios generales y la situación particular. Para comprender un principio moral, hay que aplicarlo.

La labor autocrítica de la conciencia moral significa que actúa como un juez interior que alaba unas acciones y desaprueba otras, castigándolas con el remordimiento. Si un ser carece de conciencia moral (por ejemplo, debido a ciertas condiciones mentales que impiden la plena conciencia o libertad), no se le considera plenamente responsable de sus actos. Solo podemos hablar de responsabilidad cuando hablamos de seres libres y conscientes, capaces de elegir y con conocimiento moral para ser dueños de sus actos.

2. Libertad, Condicionamiento y Destino

2.1 Libertad externa e interna

Libertad externa (en sociedad): consiste en que nadie nos impida trasladarnos y actuar como nos parezca oportuno, dentro del marco de las leyes y las costumbres. La perdemos en prisión, bajo una dictadura o cuando se anulan las libertades civiles.

Libertad interna: consiste en poder decidir por uno mismo sobre las cuestiones que nos afectan. Es la libertad de querer una cosa u otra (libertad de la voluntad). Si esta no existiera, no tendría sentido reclamar libertad política, puesto que la libertad interna es la base de la moral (la capacidad para conducir la propia vida según los propios criterios).

Para los griegos y romanos, la libertad era básicamente la participación política, mientras que en la sociedad moderna, se asocia más con la esfera privada y la no interferencia en las decisiones personales.

2.3 Condicionamiento y determinación

  • Estar condicionado significa que no se tiene una libertad absoluta y total, pero que se conserva libertad suficiente para saberse responsable de los propios actos.
  • Estar determinado significa negar absolutamente la posibilidad de comportarse con libertad.

La libertad humana está condicionada por múltiples factores: el temperamento genético, el medio social, la educación recibida, la situación económica y política, etcétera. Sin embargo, estos factores no nos impiden actuar libremente (salvo en casos excepcionales). Incluso pueden potenciar la libertad, porque la persona vive en sociedad y recibe una herencia cultural que le ayuda a saber elegir. No obstante, algunas corrientes filosóficas y culturales han defendido la determinación.

2.4 El determinismo cosmológico: El destino según los Estoicos

Los estoicos (s. IV a.C.) consideraban indispensable saber cuál era el orden del cosmos para comportarnos adecuadamente en él, y para ello recurrieron a Heráclito. Según este, todo se explica por alguna razón y, como no puede haber una serie infinita de razones, debe haber una Razón primera (la Razón común o Logos) que es la que rige el universo. Este es el destino.

Sin embargo, los estoicos se dedicaron principalmente a la pedagogía y la ética, enseñando cómo se debe obrar, lo cual demuestra que, a pesar de su visión del destino, creían en cierta forma de libertad. El ideal del sabio estoico es aquel que, consciente de que la felicidad exterior está en manos del destino, se asegura la paz interior haciéndose insensible al sufrimiento y a las opiniones ajenas. La imperturbabilidad (ataraxia) es la fuente de la felicidad.

Se empiezan a distinguir dos ámbitos:

  • Libertad interior: está en mis manos (controlar juicios y emociones).
  • Libertad exterior: no está en mis manos (sometida al destino).

La sabiduría consiste en apreciar y cultivar el interior.

3. Autonomía y Desarrollo Moral

3.2 Concepto de autonomía en Kant

Immanuel Kant propone que las personas podemos elegir no solo los medios sino también los fines de nuestras acciones: somos autónomos. Tenemos conciencia de la ley de la libertad o ley moral y, al tener conciencia de ella, somos capaces de darnos nuestras propias leyes porque somos libres. La libertad es la propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma.

Al contemplar el mundo, tenemos dos perspectivas:

  • La de los acontecimientos externos a la voluntad: los efectos que, según la ciencia, están provocados por una causa anterior. Siguen las leyes naturales (por ejemplo, caer al tropezar).
  • La de la voluntad humana: que tiene sus propios efectos y es libre. Sigue las leyes de la libertad (leyes morales), dadas por seres racionales. Nos permite organizar nuestra vida y convivencia (por ejemplo, la ayuda que recibimos cuando nos caemos, basada en un deber moral).

3.3 La madurez moral según Kohlberg

Algunos psicólogos, como Jean Piaget y Lawrence Kohlberg, han interpretado la conciencia moral como la capacidad de formular juicios sobre lo justo y lo injusto, y han estudiado cómo evoluciona y se desarrolla esta capacidad en los individuos.

La teoría de Kohlberg se basa en la idea kantiana de que la madurez moral es un proceso que comienza con la heteronomía moral (normas impuestas desde fuera) y culmina con la autonomía moral (normas asumidas por la propia conciencia). Diferencia tres niveles, que expresan tres situaciones posibles en la adquisición de la autonomía moral:

  • Nivel preconvencional: La persona tiene por justo lo que satisface sus intereses egoístas. Se respetan las normas solo por las consecuencias (castigo o premio). Corresponde a las personas más inmaduras moralmente, pues se dejan llevar por los impulsos egoístas (son heterónomas).
  • Nivel convencional: La persona considera justo lo que concuerda con las leyes y normas propias de su sociedad. La persona se siente miembro de una comunidad cuyas normas, reglas y principios reconoce y admite como propios.
  • Nivel postconvencional: Las personas distinguen entre las normas de su sociedad y los principios morales universales. Son personas autónomas; su comportamiento se rige por los principios que su propia conciencia reconoce como universalmente vinculantes (por ejemplo, justicia, igualdad, derechos humanos). Lo justo se define por la decisión razonable y bien meditada, adoptando una perspectiva de respeto mutuo (todos los seres son fines en sí mismos). Estas personas se sienten miembros de la humanidad, de modo que la justicia particular no se puede separar de la solidaridad global.

La teoría de Kohlberg ha sido completada y matizada con las aportaciones de su discípula Carol Gilligan, quien destacó la importancia de la ética del cuidado.

4. La Responsabilidad

4.1 ¿Qué significa ser responsable?

La palabra ‘responsabilidad’ tiene un origen jurídico y proviene del latín (respondere), donde significaba la obligación de responder por algo o defender una causa en un juicio. En el siglo XVIII, se usaba para justificar que, si se causa un daño a otro, hay que asumir la reparación de dicho daño.

Distinguimos la responsabilidad moral, que es un fenómeno subjetivo de la conciencia moral. No hay un tribunal externo que nos declare moralmente responsables; las ‘sanciones’ suelen ser internas, como el remordimiento.

Ser moralmente responsable de una acción significa:

  • Que quien actúa lo ha hecho con libertad.
  • Que quien actúa es capaz de responder de su acción, dando razones o motivos de ella.
  • Que quien actúa debe asumir las consecuencias (tanto buenas como malas) que se deriven de la acción realizada.

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