El problema de la libertad ha sido una de las cuestiones más debatidas en la historia de la filosofía, abordada desde distintas perspectivas por pensadores que han intentado comprender la naturaleza de la acción humana, su relación con la voluntad y el conocimiento, y sus implicaciones morales y metafísicas. Dentro de este debate, René Descartes y Santo Tomás de Aquino ofrecen visiones fundamentales que permiten comprender las tensiones entre la libertad humana, la racionalidad y la dependencia del ser humano respecto de Dios.
El Concepto de Libertad
El concepto de libertad puede entenderse como la capacidad del ser humano para actuar conforme a su voluntad sin estar sometido a una determinación externa absoluta. Sin embargo, esta noción se enfrenta a diversas problemáticas filosóficas, como la relación entre la libertad y la necesidad, la posibilidad del libre albedrío en un mundo gobernado por leyes causales y la conexión entre la libertad y la moralidad. Mientras que en la tradición medieval la libertad estaba estrechamente vinculada a la teología, en la modernidad adquirió un carácter más racionalista y autónomo.
La Perspectiva Tomista de la Libertad
Santo Tomás de Aquino, influenciado por Aristóteles y la doctrina cristiana, concebía la libertad humana como una facultad fundamentada en la capacidad racional del ser humano para elegir entre el bien y el mal. Para él, la voluntad es un apetito racional, una inclinación del alma hacia aquello que la razón reconoce como bueno. La libertad no es simplemente la capacidad de elegir arbitrariamente, sino la facultad de dirigirse hacia el bien verdadero. No obstante, la voluntad humana no es absolutamente autónoma, pues está subordinada a la ley eterna de Dios. Según Tomás, Dios, como ser perfecto y fuente de todo bien, establece un orden moral en el universo, y la verdadera libertad consiste en actuar conforme a ese orden. La elección del mal no es una manifestación auténtica de libertad, sino un error del juicio racional que desvía la voluntad de su propósito último.
La Concepción Cartesiana de la Libertad
René Descartes, en cambio, ofrece una visión diferente sobre la libertad, propia de la modernidad y del racionalismo. Para Descartes, la libertad es una propiedad esencial del pensamiento y la voluntad humana. En su obra Meditaciones Metafísicas, sostiene que la voluntad es infinita y puede extenderse más allá de lo que el entendimiento es capaz de concebir claramente. La libertad, para Descartes, radica en la capacidad de afirmar o negar, de actuar o abstenerse de actuar según el juicio propio. Sin embargo, también señala que la libertad se ejerce de manera más perfecta cuando se basa en un conocimiento claro y distinto. Cuando una persona toma decisiones basadas en ideas confusas o insuficientemente analizadas, su libertad se debilita, pues está más expuesta al error.
Puntos de Convergencia y Divergencia
A pesar de estas diferencias, tanto Descartes como Santo Tomás reconocen una relación entre la libertad y la razón. Para Santo Tomás, la razón es el medio que permite a la voluntad dirigirse hacia el bien supremo, mientras que para Descartes, la razón clara y distinta es el criterio que orienta la libertad hacia la verdad. No obstante, en la perspectiva tomista, la libertad está enmarcada en un orden teológico en el que Dios es el garante último de la moralidad, mientras que en Descartes la libertad adquiere un carácter más autónomo, centrado en la capacidad individual de discernimiento.
La Relación entre Libertad y Dios
El problema de la relación entre la libertad y Dios es otro punto de contraste entre ambos pensadores. Para Santo Tomás, la libertad humana coexiste con la omnisciencia y la providencia divina porque Dios, aunque conoce y dirige el destino de cada ser, no anula la capacidad de decisión del individuo. La voluntad humana participa en la razón divina y es libre en la medida en que actúa conforme a ella. En Descartes, la cuestión de la relación entre la libertad y Dios es más compleja. En sus reflexiones, argumenta que Dios es el creador de la mente humana y, por tanto, la fuente última de la libertad, pero al mismo tiempo defiende que los seres humanos deben usar su razón para tomar decisiones y no depender únicamente de la autoridad divina.
Libertad y Responsabilidad Moral
El problema de la libertad en ambos filósofos también se relaciona con la responsabilidad moral. Para Santo Tomás, la responsabilidad surge del uso correcto de la razón en la búsqueda del bien supremo. Un acto verdaderamente libre es aquel que se ajusta a la ley natural y a la voluntad de Dios. En Descartes, la responsabilidad moral se basa en la claridad del juicio: cuanto más informada y racional es una decisión, más libre y responsable es el sujeto que la toma. El error moral, en la filosofía cartesiana, es producto de la precipitación y la falta de análisis racional.
La Libertad en el Mundo Actual
En la actualidad, la discusión sobre la libertad sigue siendo relevante y se enmarca en nuevas problemáticas, como el impacto de la tecnología y la neurociencia en la toma de decisiones. La pregunta sobre hasta qué punto las decisiones humanas son realmente libres en un mundo donde las influencias externas —ya sean sociales, económicas o biológicas— son cada vez más determinantes, sigue abierta. En este contexto, las reflexiones de Santo Tomás y Descartes ofrecen perspectivas valiosas para pensar la libertad en un mundo donde la autonomía individual se ve constantemente desafiada. La comparación entre Santo Tomás de Aquino y René Descartes permite comprender cómo la concepción de la libertad ha evolucionado a lo largo de la historia. Mientras que en la filosofía tomista la libertad está subordinada a la ley eterna y orientada al bien supremo, en la filosofía cartesiana adquiere un carácter más racionalista y autónomo, basado en la claridad del pensamiento. Estas diferencias reflejan no solo cambios en la comprensión filosófica de la libertad, sino también en la manera en que el ser humano se concibe a sí mismo en relación con la razón, la moralidad y la divinidad.